viernes, julio 17

Kronstadt decide ir Petrogrado en apoyo de Regimiento de Ametralladores

Fue a Kronstadt, como a su aliado natural, al que el Primer Regimiento de Ametralladoras recurrió el 3 de Julio, cuando decidió salir en manifestación y forzar al Comité Ejecutivo Central de los Soviets a asumir el poder. Después de todo, ¿no salió el regimiento [de ametralladoras] en manifestación el 28 de mayo, totalmente armado, en apoyo de Kronstadt y en desafío al Gobierno Provisional? ¿Era mucho pedir ahora reciprocidad?

En la tarde del 3 de julio, mientras el Comité Ejecutivo de Kronstadt estaba ocupado... interrumpió su sesión para convocar a los tres emisarios del Primer Regimiento de Ametralladoras que habían llegado a Kronstadt y habían empezado a agitar entre las tropas de la guarnición, llamándolos a Petrogrado en su apoyo. Dos miembros de la Organización Militar Bolchevique, I.F. Kazakov y P. Koshelev, y el anarco-comunista Pavel Pavlov, los tres emisarios, se presentaron formalmente y apelaron inmediatamente por apoyo armado para los ametralladores y la guarnición de Petrogrado que, ellos decían, habían salido a las calles exigiendo “Todo el poder a los Soviets”. Prokovsky, presidente del Soviet de Kronstadt, les dijo que esto era imposible a menos que esté respaldado por “directivas” del Comité Ejecutivo de Toda Rusia de los Soviets (elegido en junio por el Primer Congreso de Soviets). Entonces, los emisarios lo acusaron de apoyar a la burguesía y declararon que no harían caso al Comité Ejecutivo de Kronstadt sino que apelarían directamente a las masas. Saliendo antes de que pudieran ser arrestados, fueron directamente a la escuela de infantería donde el anarco-sindicalista Yarchuk estaba terminando una conferencia sobre la guerra y la paz. “¡La sangre está corriendo en Petrogrado!”, gritaron, interrumpiendo sus palabras finales y arengaron a la audiencia. “¡Han tomado las calles allí!” Y ustedes, los de Kronstadt, todos buenos revolucionarios, se sientan y escuchan conferencias”.

El llamado de atención tuvo efecto, y en medio de gritos y llamados a la acción, la siempre emotiva multitud fluyó hacia la Plaza del Ancla mientras, a sugerencia de Yarchuk, una delegación se dirigió al Comité Ejecutivo en el edificio de la Asamblea Naval para pedir todo el apoyo para el Regimiento de Ametralladores. En ese momento, entre las 7 y 8 p.m., el Comité Ejecutivo ya había recibido las noticias de la crisis del gabinete precipitada por la salida de los ministros kadetes en protesta por las concesiones a la autonomía de la Rada Ucraniana otorgadas por Kerensky, Tsereteli y el Ministro de Asuntos Exteriores Tereschenko. El Comité también confirmó que los ametralladores habían salido a las calles. Entonces, Raskolnikov [bolchevique], Roshal [también bolchevique}, Yarchuk y Brushvit fueron enviados a la Plaza del Ancla para informar las últimas noticias y calmar y contener a las multitudes. Raskolnikov, circunspecto como siempre, se las había arreglado para telefonear a Kámenev e informarle sobre la “alarmante” excitación de las masas que los ametralladores habían provocado. Kámenev le dijo que los líderes bolcheviques estaban urgiendo a los ametralladores “a regresar a sus barracas de una forma disciplinada” y que en Kronstadt deberían usar toda su “autoridad moral” para evitar que las masas salgan.

Llegando a la Plaza del Ancla, encontraron a los ametralladores arengando a la multitud: ellos, junto a otros regimientos, habían salido a derrocar al Gobierno Provisional y a transferir todo el poder a los Soviets. “¡Hemos resuelto pavimentar las calles con nuestros huesos pero para lograr nuestro objetivo!”. Peor aún, activistas bolcheviques [de Kronstadt] como Iosif Gurvich (Venik), Ensign Afanasii Remnev y el marinero Fiodor Gromov los apoyaban con entusiasmo. Gromov incluso exhortaba a la multitud: “¡Camaradas! ¡Hemos sido engañados durante mucho tiempo! ¡Vayamos a las barracas, tomemos nuestras armas y embarquémonos hacia Petrogrado antes de que seamos tomados por traidores y expurgados de la lista de unidades revolucionarias!” Cuando Brushvit pidió cautela y advirtió contra acciones precipitadas “para no derramar sangre en vano”, fue abucheado. Roshal, también, parece haber llamado inicialmente por mesura, pero al final bastante “inesperadamente”, de acuerdo a un observador, en lugar de gritar “retrocedan”, “él gritó “adelante’ “ Advertido por Raskolnikov: ¿Y si el Partido decide no salir a las calles?”, él informó haber respondido: “¡Olvídate, los obligaremos desde aquí!”, siempre hablando en ese misma vena mientras hablaba a la multitud. Sin embargo, mientras que la reunión votó solemnemente salir a las calles, también resolvieron que cada uno regrese a su unidad, para estar listos a las órdenes del Comité Ejecutivo.

Con la turbulenta Plaza del Ancla calmada y la situación bajo control, Raskolnikov y sus camaradas de partido asumieron la iniciativa y regresaron a la Asamblea Naval donde dominaron la reunión del Comité Ejecutivo. Aunque Raskolnikov sólo era vicepresidente del Soviet y no era miembro del Comité Ejecutivo, asunió rápidamente el liderazgo durante la crisis de julio y fue el que tomó las decisiones vitales que llevaron Kronstadt a Petrogrado. Anatoly Lamanov, que como presidente del Comité Ejecutivo era el número uno en Kronstadt y podía haberlo desautorizado, fue tomado desprevenido y demostró no estar a la par de bolcheviques experimentados como Raskolnikov y Roshal, Liubovich y Flerovsky, Bregman y Deshevoi.

Lamanov ya había demostrado mucha debilidad durante una crisis similar cuando el 26 de mayo había prestado su buen nombre y firma a un notorio cable de Kronstadt. Su posición había sido constantemente erosionada, tanto que a fines de junio había asumido la tarea de acomodar su actitud a la de la Duma de la ciudad, y la cuestión de su renuncia había sido planteada.

Lamanov fue ciertamente tomado con la guardia baja el 3 de julio, cuando, según admite, sólo supo de la crisis política por casualidad al encontrarse con Raskolnikov y Roshal en camino a la Plaza del Ancla, mientras hacia su caminata nocturna. Cierto que inmediatamente fue a la Asamblea Naval pero ahí, durante una crucial reunión nocturna de un sector del Comité Ejecutivo –aparentemente la mayoría de sus miembros mencheviques, socialista-revolucionarios y sin partido estaban fuera–, los líderes bolcheviques astutamente lo complementaron con treinta representantes no verificados de las unidades armadas. Lamonov falló en no insistir en una reunión plena, y permaneció mientras la intervención de Kronstadt en Petrogrado era decidida. El no fue totalmente aquiescente: junto a sus camaradas sin partido, Stepan Bogomolov y Grigory Kapitonov, demandó que se convoque a una reunión extraordinaria del Soviet, pero luego permitió ser derrotado por un órgano que, como él mismo decía, no tenía base formal. Todo lo que hizo fue rehusarse a presidir la reunión y dejó que la presidencia de la reunión cayera en manos de su vicepresidente el bolchevique Lazar Bregman, quien permitió que sus camaradas Raskolnikov y Roshal, Victori Deshevoi y Afanasy Remnev, que estaban presentes, y Flerovsky y Liubovich que estaban en Petrogrado como delegados de enlace de Kronstadt en el Soviet de Petrogrado, asumieran el liderazgo de los eventos.

Raskolnikov ciertamente aprovechó la ocasión. Participando en toda la reunión, que duró hasta las 3 a.m., él consiguió que se organice bajo los auspicios del Soviet, la movilización, equipamiento y transportación de una expedición armada de Kronstadt a Petrogrado, poniéndola bajo el control del Comité Central y la Organización Militar Bolcheviques para que sirva a los objetivos bolcheviques. Estos [objetivos] parecen haber tenido un rango que va desde un masivo “show de bayonetas”, como Raskolnikov lo llamó en el Soviet de Kronstadt el 7 de julio (cuando Lamanov le preguntó: “¿Entonces para qué eran las balas?”), hasta la transformación de “la manifestación armada en una insurrección armada”, como lo admitió en 1925, añadiendo: “Habríamos sido malos revolucionarios de no haber pensado en nuestro objetivo: el derrocamiento del Gobierno Provisional”.
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Si bien puede ser verdad que después de su conversación telefónica con Kámenev después de las 7 p.m., Raskolnikov trató de contener a la multitud en la Plaza del Ancla, al regresar a la Asamblea Naval y en la reunión de la noche de un sector del Comité Ejecutivo sin embargo, puso todo su empeño para forzar una decisión a favor de una manifestasción armada. Fue él quien leyó el cable que Bregman había recibido de Ivan Flerovsky en Petrogrado informando que la sección de obreros del Soviet de Petrogrado “en vista de la crisis gubernamental”, es decir, la renuncia de los ministros kadetes, había resuelto exigir la transferencia del poder al Congreso de Toda Rusia de los Soviets y esforzarse “con todas sus fuerzas” en conseguir eso. Y de esa forma logró que la reunión hiciera lo que él quería. Ni él ni Flerovsky mencionaron que esta resolución había sido adoptada sólo por la fracción bolchevique de la sección obrera y sólo después de que los mencheviques y socialista-revolucionarios se habían retirado.

Extraído de “Kronstadt 1917-1921: The fate of a Soviet democracy” de Israel Getzler, Review, 2002, p.111-114. Traducción propia.

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