sábado, marzo 10

Petrogrado es un hervidero



Petrogrado (25 de Febrero de 1917).- Un nuevo día de manifestaciones vivió la ciudad de Petrogrado. Pero a diferencia de los últimos días, en las de hoy se advirtió clara presencia militante de partidos socialistas y ordenada organización de las marchas. La ciudad se ha paralizado, los obreros se han declarado en huelga, los periódicos han dejado de circular, el transporte se ha interrumpido, los estudiantes abandonaron las clases para unirse a las manifestaciones, los comercios cerraron sus puertas.

La explosión popular se ha generalizado. Una multitud estimada entre 200,000-300,000 marchó por distintos puntos de la ciudad, bajo banderas rojas izadas y banderolas conteniendo lemas revolucionarios que en esta oportunidad pusieron más énfasis en “Abajo el Zar” y “Abajo la Guerra”.

Nuevamente, en el puente Liteiny se produjo enfrentamientos con la policía que trataba de evitar que los manifestantes cruzaran el puente hacia el centro de la ciudad. Los trabajadores no se dejaron arredrar y resistieron los embates, logrando desmontar al jefe de la policía que fue muerto con su propio revólver. Los cosacos enviados a defender el puente ni siquiera intentaron intervenir.

Los manifestantes ganaron el centro de Petrogrado, venciendo a la policía en los enfrentamientos. Al llegar cerca a la Catedral de Kazán, la multitud se encontró con una fila de cosacos cerrándoles el paso. Casi en el mismo lugar en el que en 1905 se produjo el tristemente célebre “Domingo Sangriento”. Las partes estuvieron frente a frente, a prudente distancia, en una pausa de minutos, en la que una joven se aproximó a los cosacos en medio de la aprensión general. Al llegar frente al jefe del regimiento le ofreció unas flores que luego de una tensa espera, el cosaco aceptó saludando a la joven. Un grito de “Hurra” fue lanzando por la masa de manifestantes. Los cosacos se negaron a reprimir a la gente, mostrando su simpatía por los protestantes. “

Soldados fueron enviados a contener a los manifestantes. En una zona comercial, un pelotón de “dragones” abrió fuego contra la multitud, matando a tres personas. Cerca a la Duma, nueve manifestantes más fueron muertos. Entre los soldados empezó a cundir la indignación por estos hechos: la mayoría se rehusó a reprimir a las masas y otros se plegaron a los manifestantes para enfrentar a la policía. Los cosacos incluso intervinieron para rescatar a civiles de manos de los policías, avanzando en fila con sables en la mano para enfrentarlos. La policía tuvo que replegarse seguida por una lluvia de piedras lanzadas por las masas.

Casi todas las plantas industriales de la ciudad se paralizaron en virtud de la voluntad obrera de manifestar su protesta. El distrito de Vyborg, de amplia presencia bolchevique, fue el más activo y radical. Los enfrentamientos con las fuerzas del orden fueron constantes en esa zona industrial; las estaciones de policía han sido saqueadas e incendiadas. Las autoridades han perdido el control de ese distrito que los manifestantes han declarado “liberado”.

El Ministro del Interior y el Jefe del Distrito Militar prefirieron esperar a que los trabajadores terminaran de manifestar y se retiraran a sus casas, para evaluar despues las medidas de seguridad a tomar.

En la Duma, los diputados mencheviques discutieron la conveniencia de convocar un Soviet de Trabajadores, tipo de organización que nació en la revolución de 1905. Sin embargo, entre los socialistas existe la opinión mayoritaria de que las protestas de estos últimos días no constituyen una revolución. El Consejo de Ministros por su parte tiene previsto una reunión de emergencia a la medianoche de hoy.

La IV Duma

Fracción Bolchevique de la IV Duma

Cuando en 1912, el gobierno zarista convocó a elecciones a la IV Duma, el movimiento obrero se encontraba en una nueva etapa de ascenso en sus luchas. Una oleada de huelgas remeció el imperio ruso después de los acontecimientos de las minas de oro sobre el río Lena. “La revolución ha resurgido”, decía Lenin. El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 encontró al proletariado ruso en pie de lucha.

El sistema de elecciones para la Duma era indirecto. Los votantes eran divididos en cuatro grupos electorales, conocidos como “curias”: propietarios, clase media urbana, campesinos y obreros. El voto tenía distinto peso según la curia; no existía el principio de “una persona, un voto”, sino que un voto de los propietarios –por ejemplo- valía varias veces más que un voto obrero. Cada curia elegía “electores” que luego se reunían en colegios electorales para finalmente elegir entre los candidatos postulados.

Ya en funciones, la IV Duma se disolvió por propia iniciativa al iniciarse la guerra para dejar al Zar y su gabinete en libertad de acción. En agosto de 1916, debido a la crisis política gubernamental, al empeoramiento de la crisis económica y al efecto de las derrotas en la guerra, la Duma reinició sus actividades. A partir de entonces, encabezados por la burguesía liberal representada por el Partido Demócrata Constitucionalista (Kadete), se abocaron a encontrar una salida a la situación del país, entrando en contradicción con el Zar y el gobierno de la nobleza pero sin romper con el zarismo.

Luego del receso por la Navidad de 1916, la Duma debió retomar sus sesiones el 14 de febrero de 1917. El aniversario de la Revolución de 1905, el 9 de enero, fue el inicio de una serie de manifestaciones y huelgas en las ciudades principales. Se agudizaron los problemas económicos, particularmente el abastecimiento de alimentos y combustibles, y las cosas iban mal en el frente de guerra. El Zar decidió postergar el receso de la Duma hasta abril, debido a las huelgas obreras y las movilizaciones de masa que se expandían y adquirían un carácter más combativo. El gobierno se veía incapaz de contener las manifestaciones obreras que luego darían lugar a la Revolución de Febrero de 1917.

Los diputados de la Duma, en contra de las órdenes del Zar, se reunieron el 28 de febrero y dieron nacimiento al Gobierno Provisional. En acuerdo con la burguesía liberal –encabezada por el partido kadete-, los mencheviques y eseristas de derecha apoyaron y luego participaron en ese gobierno hasta que la Revolución de Octubre los echó.

Los bolcheviques en la Duma

Las dos fracciones de la socialdemocracia rusa decidieron participar en las elecciones a la IV Duma. En setiembre 1912, los bolcheviques se constituyeron en partido político independiente, cerrando cualquier posibilidad de reunificación con los mencheviques.

Stalin fue el encargado de dirigir la campaña bolchevique, postulando candidatos obreros para las diputaciones. Los mencheviques por su parte postularon a los intelectuales de su partido. El 25 de octubre de 1912, bolcheviques conseguieron elegir seis diputados; los mencheviques, siete. Mientras que los diputados mencheviques fueron elegidos en áreas rurales, los bolcheviques representaban a la clase obrera en el pleno sentido de la palabra. Los diputados bolcheviques elegidos fueron: cuatro obreros metalúrgicos (el sector más avanzado del proletariado, según Lenin) y dos obreros textiles.

La plataforma política de los mencheviques en la Duma llamaba de manera general a oponerse a la opresión nacional en el imperio zarista y centraba su énfasis en reformas parciales de carácter democrático. Los bolcheviques tenían como banderas: la república democrática, la jornada de 8 horas y la confiscación de la propiedad terrateniente. Las reformas inmediatas incluían la libertad de expresión, reunión y asociación.

La diferencia entre ambas fracciones se extendía a la relación de sus diputados con el partido. Los diputados mencheviques se sentían por encima del partido y actuaban de acuerdo con su criterio particular. El jefe de la fracción menchevique, Chjeídze –que sería el primer presidente del Soviet en 1917- ignoraba la política de su partido en la Duma y se negaba a asistir a las reuniones a rendir cuentas de su actuación. Los bolcheviques, por el contrario, consideraban a su fracción parlamentaria como un organismo del Partido sujeto a la línea política y a su disciplina. Stalin y “los seis” viajaron al exterior en algunas oportunidades para reunirse con Lenin para planear el trabajo político. “Los seis”: Nikolai Gorevich Poletaev, Román Malinovsky, Grigory Ivanovich Petrovsky (miembro del Buró Ruso del CC), Matvei Konstantinovich Muránov (miembro del CC en Octubre 1917) y Alexei Yegorovich Badaev.

Los bolcheviques usaron el parlamento para extender su presencia en la clase obrera. En sus discursos (escritos por Lenin, Zinoviev, Kámenev y Stalin) -publicados en la gazeta de la Duma, en el periódico legal del partido y otros medios- los diputados exponían y defendían la línea del partido, presentaban los problemas fundamentales de la Rusia zarista y llamaban a los obreros y campesinos a organizarse y luchar por el programa del partido. Los diputados obreros utilizaron su inmunidad para formar parte de los comités de solidaridad con los huelguistas, reunirse con ellos, servir de portavoces y negociar con los patronos, y denunciar a la policía por su brutalidad, entre otras cosas.

El zarismo y la policía secreta percibieron el peligro de los diputados bolcheviques -que una vez estallada la Primera Guerra Mundial se opusieron al otorgamiento de créditos para la guerra imperialista y reclamaron la paz como consecuencia de la conversión de la guerra imperialista en guerra civil contra el zarismo. Por tal motivo, en 1914, la policía arrestó a cinco diputados bolcheviques (Malinovsky había sido denunciado como agente de la Ojrana) y los acusó de traición a la patria. Luego de serles retirada su inmunidad parlamentaria, fueron juzgados y condenados al exilio en Siberia. Los acompañaba Kámenev que había reemplazado a Stalin y Sverdlov (ya purgando condenas en Siberia desde 1913) en la dirección del trabajo parlamentario y en la dirección de Pravda.

Marcando la diferencia entre los representantes de la clase obrea y los mencheviques, Lenin diría: “Algunos dejan la Duma para convertirse en ministros, otros, los diputados obreros, para convertirse en convictos

D.R.

Soldados: "No queremos ir contra el pueblo"

(Memorias del Gobernador de la ciudad de Petrogrado)

25 de febrero (10 de marzo) de 1917

[…]

Hoy las fábricas funcionaron menos que los días previos. Los obreros salieron del trabajo en grupos, realizando mítines mientras se iban. El Jefe de la Policía del Segundo Distrito, General Grigoriev, informó que en las cercanías de la planta Putílov, masas obreras fueron dispersadas varias veces por las patrullas de la policía montada.

A la 1 p.m., en la plaza Znamenskaya, una muchedumbre enarboló banderas rojas.

El capitán del distrito Aleksandrovskaya, Capitán Kirilov, un brillante oficial, se metió entre la multitud junto a una pequeña patrulla de policías, capturó al portador de la bandera, se la quitó de las manos y empezó a salir con el individuo arrestado hacia la estación del tren Nikolaevsky. La multitud los siguió y los rodeo estrechamente. Un desconocido vino por detrás, le quitó el sable que tenía en la vaina y le dio un golpe mortal en la cabeza. Aunque se le dio asistencia médica inmediata en la estación del tren, el Capitán Kirilov murió minutos más tarde, sin recuperar la consciencia. Una patrulla grande de cosacos se encontraba cerca pero no prestó ninguna ayuda, ni siquiera cuando se convocó a la policía montada y se empezó a dispersar a la multitud en la plaza.

Los agitadores aparecieron por todas partes llamando al derrocamiento del gobierno “criminal” que se había “pasado al lado de los alemanes”. También urgieron a las tropas a que volteen sus bayonetas contra los “traidores” y ataquen a los oficiales de policía.

La multitud ya no coreaba “pan, pan” y carecía del espíritu festivo de los días anteriores. […]

En el canal Ekaterininsky, cerca de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, un destacamento del Regimiento de Guardias Pavlovsky […] se detuvo e inició un mitin de protesta. Cuando la patrulla de la policía montada llegó, los soldados les dispararon, matando dos caballos e hiriendo dos policías. Cuando el comandante del Batallón de Reserva del Regimiento de Guardias Pavlovsky, Coronel Eksten, llegó, los soldados le gritaron que ellos […] no querían ir contra el pueblo. El Coronel Eksten quiso razonar con ellos, pero alguien de la multitud le disparó por detrás, con un revólver, hiriéndolo gravemente en el cuello. El coronel fue llevado a las barracas del regimiento, mientras que el destacamento continuó manifestándose durante un largo tiempo, y solo el capellán del regimiento pudo convencerlos de regresar a sus barracas.

Las cosas se hicieron claras. El impune ataque tuvo grandes consecuencias. Los líderes [izquierdistas] comprendieron en qué medio deberían concentrar todos sus esfuerzos. Como se supo después, ellos utilizaron todos los métodos posibles, incluyendo diputados de la Duma haciendo propaganda entre los soldados, en las barracas de los Regimientos Volynsky y Preobrazhensky, en la noche del 26 de febrero, y obtuvieron un resultado decisivo: la grande e incruenta revolución rusa fue ganada con la bayoneta de los soldados. […]


Fuente: De las memorias del General Alexander Pavlovich Balk, Gobernador de la ciudad de Petrogrado, citadas en Jonathan Daly y Leonid Trofimov (ed.), “Russia in War and Revolution, 1914-1922. A Documentary History”, Hackett Publishing Company, 2009, pp. 38-42. Traducción propia.

viernes, marzo 9

El primer Soviet de Diputados Obreros de la historia

Vladimir Ilicha Lenin, el líder fundador de la República Soviética Rusa, resaltó –en una conferencia sobre la revolución de 1905, dada en enero de 1917 a los jóvenes socialistas suizos en Zurich- que en varias ciudades industriales rusas los comités de huelga electos, los soviets de diputados obreros, “empezaron más y más a jugar el papel de un gobierno revolucionario provisional, el papel de órganos y líderes de la insurrección”. En esas ciudades, añadía Lenin, las “autoridades gubernamentales fueron depuestas y el Soviet de Diputados Obreros realmente funcionó como el nuevo gobierno”.

Este fue el caso, por ejemplo, de la ciudad de Ivanovo-Voznesensk, donde se formó el primer soviet de diputados obreros. Apenas unos años antes, Ivanovo-Voznosensk había sido un pueblo rural aislado y pequeño donde los cerdos y los pollos se paseaban por las calles. Para 1905 se había convertido en un importante centro industrial con 70,000 obreros, la mayoría de los cuales trabajaba 16 o 17 horas al día en las nuevas plantas textiles. El 9 de mayo de 1905, los obreros bolcheviques de la ciudad sostuvieron una conferencia clandestina y decidieron hacer un llamamiento a la huelga general.

Tres días después, los obreros de las plantas textiles de la ciudad, en su mayoría mujeres y niños, fueron a la huelga. A ellos, se unieron los obreros ferroviarios y metalúrgicos. En un mitin, los obreros eligieron un organismo central para dirigir la huelga –un soviet de diputados obreros integrado por 151 de sus más confiables camaradas. En el curso de la huelga general, el soviet nombró comisiones de huelga, provisión de alimentos y finanzas. El 3 de junio, después de que la policía disparara contra los obreros, el soviet organizó una milicia obrera para proteger a los líderes de la huelga y las asambleas obreras, e impedir que los esquiroles ingresen a las fábricas.

La última asamblea del soviet de Ivanovo-Voznesensk se realizó el 19 de julio de 1905. El soviet decidió terminar la huelga y declararse disuelta una vez que la huelga general logró obligar a los dueños de las fábricas a conceder la mayoría de las demandas obreras relativas al incremento de salarios y la reducción de la jornada de trabajo. El 23 de julio, los obreros regresaron de forma organizada a sus centros de trabajo. La huelga general y el soviet de Ivanovo-Voznesensk duraron 72 días, un día más que la Comuna de París de 1871, hasta entonces el único ejemplo de un gobierno revolucionario del pueblo trabajador.

Desde sus primeros días, el soviet de Ivanovo-Voznesensk operó como un gobierno revolucionario, ignorando u oponiéndose a las órdenes del gobernador provincial zarista. Ordenó a los dueños de las fábricas a que siguieran pagando los salarios a los obreros en huelga; prohibió que los dueños de las fábricas desalojaran a los obreros de las viviendas que les habían asignado; e hizo que los comerciantes dieran alimentos a los huelguistas. Después organizó una cooperativa para proveer a los huelguistas de artículos alimenticios.

Extracto del artículo "The 1905 revolution and its lessons" de Doug Lorimer, publicado en Links – International Journal of Socialist Renewal . Traducción propia. Título puesto por el editor del blog.

Siguen las protestas obreras en Petrogrado

La Avenida Nevsky en un día tranquilo de 1906


Petrogrado (24 de Febrero de 1917).- La situación se está deteriorando. Desde temprano los obreros han realizados mítines por toda la ciudad, promovidos por agitadores socialistas, y han resuelto marchar nuevamente hacia el centro. Muchos se han agenciado piedras, cuchillos, martillos, todo tipo de herramientas o instrumentos de metal, armándose para un eventual choque con la policía y los cosacos y para poder forzar tiendas de alimentos y panaderías del centro. “Camaradas, si no podemos conseguir una lonja de pan de manera legal entonces haremos de todo: resolver nuestro problema por la fuerza”, decía uno de los agitadores.

A media mañana entre 150,000-200,000 trabajadores tomaron las calles, cruzando los puentes hacia el centro administrativo. Algunos han roto ventanas, saqueado tiendas y volteado carros y carruajes. En el puente Liteiny una multitud de 40,000 de obreros de Vyborg rebasó a una pequeña brigada de cosacos. En el puente Troitsky, los obreros se enfrentaron con la policía montada, lanzándoles piedras y hielo para poder pasar. “Nadie me dijo que iba a haber una revolución” se escuchó decir a un policía, cuando divisó a la masa de trabajadores armados acercándose.

Una vez en el centro, los manifestantes se concentraron y marcharon por la Avenida Nevsky gritando “Abajo el Zar” y “Abajo la Guerra”. Los cosacos no podían contenerlos. Cada vez que se aparecían, los obreros se dispersaban en distintas direcciones para luego reagruparse en otro lugar, desafiando a los cosacos en una especie de juego del gato y el ratón. Al igual que ayer, los cosacos se resistieron a cargar contra los manifestantes, muchas veces desobedeciendo órdenes superiores.

A los obreros, se les fueron sumando estudiantes, dependientes, oficinistas, niños, hombres y mujeres bien ataviados, simpatizantes o simples observadores que se solidarizaban con la protestas de los manifestantes, “gente ordinaria” como diría Balk, el gobernador de la ciudad.

La masa de trabajadores tomó la plaza Znamenskaya. Desde lo alto de la estatua ecuestre de Alejandro III, los oradores revolucionarios se dirigieron a la multitud. Pocos podían escuchar lo que decían pero parecía no importar. El sólo hecho de presenciar el ejercicio de la libertad de expresión era suficiente para confirmales que algo grande estaba ocurriendo.

Las autoridades del gobierno y la Duma se reunieron en la tarde para evaluar la situación, decidiendo que el Consejo Municipal se encargue de la distribución de alimentos como salida para resolver el problema de los “disturbios”.

La policía es incapaz de impedir el movimiento de la gente

(Memorias del Gobernador de la ciudad de Petrogrado)

24 de febrero (9 de marzo) de 1917

A las 8 a.m., mi secretario A.A. Kutepov y yo, hicimos un recorrido en carro por la capital. […]

Bajé de mi auto en el puente [Liteiny] y fui directamente hacia la multitud que consistía en su mayoría de gente ordinaria parada y observando las patrullas policiales. Les pregunté en voz alta: “¿Por qué no están trabajando en lugar de estar parados aquí inútilmente? Después de cierta duda, en respuesta, cuatro personas de las que estaban paradas al frente, iniciaron una conversación conmigo de forma correcta. Decían que estaba llegando suficiente harina a la capital, que no era entregada a la población sino que era vendida a los especuladores. La gente estaba hambrienta mientras los especuladores se hacían más ricos. “No es verdad”, les dije y ofrecí llevarlos inmediatamente a la Oficina del Gobernador de la Ciudad, para que vean por sí mismos los libros del Departamento de Alimentos y los comprobantes de entrega diaria de pan. Uno de ellos podía tomar asiento en el carro, ir conmigo a la Oficina del Gobernador de la Ciudad y esperar la llegada de los otros. Pero estos me dieron las gracias y dijeron que irían pero no se atrevían a ir conmigo, pese darse ánimo mutuamente. […]

Pronto, las plazas Liteinaya y Znamenskaya, la avenida Nevsky desde estación del tren Nikolayevsky hasta el puente Politseisky, y la calle Sadovaya estuvieron completamente llenas de gente. El tráfico de los tranvías se detuvo y la multitud obligó a los pasajeros a bajarse de los droshkies [carruajes]. Mientras, cerca de la estación del tren Nikolayevsky y cerca de [la calle] Ligovka, los vándalos sacaban la carga de los vagones. El tráfico a través del Neva crecía cada minuto. En las calles principales, las masas se hacían más numerosas y las patrullas policiales eran tragadas por la muchedumbre. La multitud podía salirse de control en cualquier momento, pero igual que ayer no había líderes y hasta entonces solo ocurrieron actos vandálicos dispersos.

Dejar las cosas para más tarde era peligroso. A las 12:30 p.m., informé, por teléfono al General [S.S.] Jabalov, que la policía era incapaz de impedir el movimiento y la concentración de gente en las calles principales y que, si las tropas no tomaban bajo su custodia las instituciones gubernamentales y públicas, yo no iba a ser capaz de mantener el orden en la capital, especialmente en la noche.

A eso, el General Jabalov respondió inmediatamente: “Entonces, las tropas entrarán inmediatamente en [alerta de] tercer nivel. Indique a su personal que se subordinarán a los comandantes de los distritos militares relevantes: deberán obedecer sus órdenes y asistirlos en el despliegue de las tropas. Estaré en la Oficina del Gobernador de la Ciudad en un hora”. […]

El informe diario al Zar… decía, en adición a un breve recuento de lo que pasó, que el mantenimiento del orden en la capital había sido transferido al Comandante de las fuerzas militares. El informe diario a Su Majestad Imperial se escribía siguiendo un modelo tradicional especial, establecido por Nicolás I. Empezaba con el movimiento en los hospitales, seguía con la lista de accidentes que involucraban a hombres en servicio militar, y solo al final se mencionaban brevemente los sucesos en la capital. Un funcionario especial, con una letra increíblemente bella, estaba a cargo de escribir el informe. Yo lo firmaba siempre después de las 12 de la medianoche. El funcionario se sentía ofendido cuando yo hacía el informe más largo que lo usual, lo que estaba contra la tradición.

Aunque el movimiento de la gente terminó temprano, el Jefe del Buró de Seguridad me informó un hecho que me consoló poco: si la muchedumbre se concentra de nuevo, al día siguiente, entonces los líderes izquierdistas planean utilizar la situación con fines de agitación y –si la calle responde positivamente– realizar disturbios, incluso una insurrección armada, dependiendo de las circunstancias. No era claro qué consignas iban a lanzar a la multitud; eso también dependía de las circunstancias. Parecía que los líderes mismos no entendían o no tomaban consciencia de la situación favorable que les había caído del cielo.

Informé de esto al General Jabalov. Sin embargo, el liderazgo militar decidió, por el momento, no recurrir al uso de las armas.


Fuente: De las memorias del General Alexander Pavlovich Balk, Gobernador de la ciudad de Petrogrado, reproducidas en Daly y Trofimov (ed.), “Russia in War and Revolution, 1914-1922. A Documentary History”, Hackett, 2009, pp. 38-42. Traducción propia.

jueves, marzo 8

Manifestaciones y huelgas en Petrogrado en el Día Internacional de la Mujer

Manifestantes dirigiéndose a la Duma en el Día Internacional de la Mujer en Petrogrado



Petrogrado (23 de Febrero de 1917).- Hoy se celebró el Día Internacional de la Mujer. Fue un día "combativo". Alrededor del mediodía, un nutrido grupo de mujeres marchó por las calles hacia el centro de Petrogrado, coreando consignas por la igualdad de derechos y exigiendo mayor abastecimiento de alimentos. (Debido a que en Rusia todavía se usa una versión del antiguo calendario juliano, el día de hoy –23 de febrero- equivale al 8 de marzo del calendario occidental o gregoriano).

Los cosacos apostados en distintos puntos trataban en todo momento de dispersar a la multitud que se concentraba a lo largo de la Avenida Nevsky para observar la marcha de las manifestantes que se dirigían hacia la Duma. El clima agradable permitió que las calles de Petrogrado se llenaran de gente en busca de alimentos en los distintos comercios de la ciudad, lo que explica la mayor afluencia de viandantes

Las cosas tomaron un cariz más radical horas más tarde.

Obreras de las fábricas textiles del distrito de Vyborg se declararon en huelga en la mañana de hoy, en protesta por la escasez de pan. Con ellas se solidarizaron obreros metalúrgicos de la zona, concentrando multitudes en las afueras de los centros de trabajo. En un ambiente efervescente, decidieron marchar hacia el centro de Petrogrado, convocando a sus compañeros de otras fábricas a sumarse a la manifestación que gritaba consignas que decían: “Pan” y “Abajo el Zar”. Se estima que cerca a 120,000 trabajadores acató la huelga.

La policía tuvo que contener a los obreros para evitar que cruzaran el Puente Liteiny que une el distrito de Vyborg con el centro de la ciudad. Como se sabe, el centro de Petrogrado que comprende las sedes de las instituciones del gobierno y del estado así como zonas residenciales y comerciales de mayor nivel económico, está separado de los distritos obreros, industriales y de menor importancia económica, por el río Neva y una serie de canales que sirven como barrera natural. La única forma de acceder es a través de los puentes ubicados en distintos puntos. Son puentes levadizos que las fuerzas de seguridad levantan para contener a las turbas o revueltas.

Al verse obligados a retroceder, muchos obreros se dispersaron y retiraron pero varios miles se lanzaron a cruzar por las aguas del río Neva congeladas por el duro invierno, logrando unirse con las manifestantes que marchaban por el Día de la Mujer. Se dividieron en diversos grupos, todos numerosos. La mayor parte se dirigió hacia la Duma bajo la consigna de “Pan”.

El gobernador de Petrogrado, A.P. Balk y el Jefe del Distrito Militar de la ciudad, General Jabálov declararon que habían impartido órdenes para evitar enfrentamientos de la policía y los cosacos con los manifestantes. Sin embargo, observadores, conocedores de los entretelones del trabajo de seguridad, sostienen que la mayoría de los cosacos en servicio no están aún entrenados para el de control de manifestaciones, que los caballos todavía no están familiarizados con la ciudad y que no se proveyó a los cosacos de sus habituales látigos.

Sin embargo, se apreció también cierta resistencia de los cosacos a reprimir a los manifestantes que los sobrepasaron en distintos puntos de la ciudad.

Bien entrada la noche, una calma aparente se percibió en Petrogrado una vez que la multitud se dispersó dando por concluida la jornada. Un sabor a victoria es el que se pudo percibir en los manifestantes al retirarse. No se puede dejar de mencionar que el distrito de Vyborg es una amplia zona industrial que concentra a los obreros más radicales y combativos de Petrogrado y por consiguiente de toda Rusia. Allí, los bolcheviques tienen mucha influencia.

Crisis en las alturas

Kollontai: El Día de la Mujer


Alexandra Kollontai
(Miembro del Comité Central del Partido Bolchevique durante la Revolución de 1917)


El día de la mujer es un eslabón en la larga y sólida cadena de la mujer en el movimiento obrero. El ejército organizado de mujeres trabajadoras crece cada día...

Hubo un tiempo en el que los hombres trabajadores pensaron que deberían cargar ellos solos sobre sus hombros el peso de la lucha contra el capital, pensaron que ellos solos debían enfrentarse al «viejo mundo» sin el apoyo de sus compañeras.

Sin embargo, como las mujeres de clase trabajadora entraron en las filas de aquellos que vendían su trabajo a cambio de un salario, forzadas a entrar en el mercado laboral por necesidad, porque su marido o padre estaba en el paro, los trabajadores empezaron a darse cuenta de que dejar atrás a las mujeres entre las filas de «no-conscientes» era dañar su causa y evitar que avanzara.

¿Qué nivel de conciencia posee una mujer que se sienta en el fogón, que no tiene derechos en la sociedad, en el estado o en la familia? ¡Ella no tiene ideas propias! Todo se hace según ordena su padre o marido…

El retraso y falta de derechos sufridos por las mujeres, su dependencia e indiferencia no son beneficiosos para la clase trabajadora, y de hecho son un daño directo hacia la lucha obrera...

Los trabajadores no se dieron cuenta inmediatamente de que en este mundo de falta de derechos y de explotación, la mujer está oprimida no sólo como trabajadora, si no también como madre, mujer. Sin embargo, cuando los miembros del partido socialista obrero entendieron esto, hicieron suya la lucha por la defensa de las trabajadoras como asalariadas, como madres, como mujeres...

Cuanto más claramente el partido obrero percibía esta dicotomía mujer/trabajadora, más ansiosamente las mujeres se unían al partido, más apreciaban el rol del partido como su verdadero defensor y más decididamente sentían que la clase trabajadora también luchaba por sus necesidades. Las mujeres trabajadoras, organizadas y conscientes, han hecho muchísimo para elucidar este objetivo...

Así, como miembros del partido, las mujeres trabajadoras luchan por la causa común de la clase, mientras al mismo tiempo delinean y ponen en cuestión aquellas necesidades y sus demandas que les afectan más directamente como mujeres, amas de casa y madres. El partido apoya esas demandas y lucha por ellas… Estas necesidades de las mujeres trabajadoras son parte de la causa de los trabajadores como clase.

En el día de la mujer, las mujeres organizadas se manifiestan contra su falta de derechos...

Dejad que un sentimiento alegre de servir a la causa común de la clase trabajadora y de luchar simultáneamente por la emancipación femenina inspire a las trabajadoras a unirse a la celebración del Día de la Mujer.

Extracto (editado) de “El Día de la Mujer” de Alexandra Kollontai (Escrito en 1913.)

¡Abajo los parásitos! ¡Viva la revolución!

(De las memorias del obrero bolchevique Ilya Mitrofanovich Gordienko)


En la mañana del 23 de febrero, escuchamos, a través de las ventanas de la fábrica, voces femeninas procedentes de las calles: “¡Abajo la guerra! ¡Abajo los precios altos! ¡Abajo el hambre! ¡Pan para los trabajadores!

Varios camaradas y yo nos acercamos inmediatamente a las ventanas. Las puertas de la Gran Manufactura Semenovskaya Nº 1 estaban abiertas. Las masas de mujeres obreras llenaban las calles. Las que notaron nuestra presencia empezaron a agitar sus manos y a gritar: “¡Salgan! ¡Paren de trabajar!”. Bolas de nieve alcanzaron las ventanas. Decidimos unirnos a la huelga y enviamos mensajeros a otras fábricas para que se unan. Pero los mencheviques, fueron respaldados por algunos obreros, se opusieron al paro. Es el día de las mujeres, decían, son ellas las que tienen que manifestarse y no nosotros. Hubo ruidos y gritos. Pero en ese momento, ingresaron obreros de otras fábricas gritando: “¡Paren de trabajar! ¡Salgan!”, y el asunto fue resuelto.

Se hizo un breve mitin cerca de las puertas de la oficina principal y salimos a las calles. Las obreras nos recibieron con gritos de “¡Viva!” y condujeron a los camaradas al frente. Gritando “¡Vivas!” fuimos juntos hacia la avenida Bolshoi Sampsonievsky.

Al mediodía, la avenida Bolshoi Sampsonievsky estaba atestada de obreros. Todos empezaron a moverse hacia la Clínica Willie. Filas de policías bloqueaban el paso amenazando a los obreros en sus caras. Los tranvías permanecían en sus líneas. Cosacos y Dragones aparecieron en las calles. El puente Liteiny estaba ocupado por una unidad de la policía. Los obreros pasaron a la Avenida Nevsky usando otras rutas. Hubo enfrentamientos con la policía cerca de la Duma de la ciudad y en otros lugares, pero sólo fueron pequeñas escaramuzas. En el área de Vyborg, las manifestaciones duraron hasta bien entrada la noche.

Lo mismo pasó al día siguiente. Soleado y temprano, la avenida Bolshoi Sampsonievsky estaba repleta de obreros. La policía desapareció pero había más cosacos que el día anterior. La situación era tensa y los enfrentamientos inevitables. Ambos lados eran conscientes de eso y esperaron el desenlace. Las obreras tomaron la iniciativa, rodearon a los cosacos con una compacta cadena humana. Gritaban: “Nuestros esposos, padres y hermanos están en el frente!”. “Y aquí soportamos el hambre, la carga de trabajo, los insultos, las humillaciones y los abusos. Ustedes también tienen madres, esposas, hermanas e hijos, ¡exigimos pan y el fin de la guerra!”. Los oficiales, temiendo la influencia de la agitación sobre los cosacos, dieron una orden. Los cosacos se prepararon. Todos corrieron a cubrirse, agarrando piedras o piezas de metal, listos para lanzarlos. Sin embargo, los cosacos cabalgaron, pasaron sin atacarnos; luego dieron media vuelta y regresaron. Las masas los saludaron con gritos de “¡Viva!”, pese a que el corazón no podía creerlo y la mente dictaba precaución.

Luego los cosacos volvieron a pasar en medio de más gritos de “¡Viva!”. La gente lanzaba sus gorras al aire. Los obreros, hombres y mujeres, se hicieron más osados y gritaron: “¡Abajo la guerra!” ¡Viva la unidad de los obreros y soldados! ¡Abajo la autocracia! ¡Abajo los parásitos! ¡Viva la revolución!” Algunos cosacos saludaron con las manos y sus gorras en solidaridad. Esto elevó la moral de la gente aún más. [...]


Tomado de Jonathan Daly y Leonid Trofimov, Russia in War and Revolution, 1914-1922. A Documentary History, Hackett Publishing Company, 2009, pp. 36-38. Traducción propia.



"Esa actividad era inusual... porque era premeditada"

(Memorias del Gobernador de la ciudad de Petrogrado)

23 de Febrero (8 de marzo) de 1917

Este día no hubo indicios funestos. El día empezó normalmente. El clima era excelente, era un día soleado, con una temperatura de menos 5-6 grados [Celsius] y sin viento.

A las 10 a.m., mientras recibía los informes en mi oficina, empecé a recibir información por teléfono de la animada actividad en los puentes Liteiny y Troitsky, así como en las avenidas Liteiny y Nevsky. Muy pronto quedó claro que esa actividad era inusual porque era premeditada. Los puntos de atracción: la plaza Znamenskaya, Nevsky, la Duma de Estado. Había muchas damas en la multitud, pero más mujeres ordinarias y estudiantes, y –comparado a otros incidentes parecidos– pocos obreros. El movimiento del tránsito y de los tranvías era normal. En la tarde, llegaron informes de actividades similares en la Sección de Petrogradskaya [cruzando el río Neva], en las avenidas Bolshoi y Kamenovstrovsky. Una gruesa y calmada multitud se movía a lo largo de las aceras, conversando y riendo. Hacia las 2 p.m. se escucharon voces lastimeras y deprimentes que gritaban: pan, pan…

Esto pasó en todos los lugares. La multitud coreaba doliente: “pan, pan”. Sin embargo, los rostros eran vivaces, alegres y aparentemente complacidos con –lo que les parecía– una forma astuta e ingeniosa de protestar […]

Inmediatamente di la orden –de acuerdo a un plan largamente establecido– de ocupar, al día siguiente, todos los puntos estratégicos de la ciudad, movilizando todas las fuerzas de la policía, reforzándolas con los regimientos de Cosacos y de Reserva de Caballería y la División de Gendarmería. […]

Terminada la reunión, todos se retiraron en calma. Los comandantes militares tenían plena confianza en que sus tropas restaurarían el orden si eran convocadas. Al retirarse, el Gen[eral Konstantín] Goblachev me informó, una vez más, que la manifestación del día era un completo misterio para él y que era posible que nada ocurriera al día siguiente.

La noche estaba en completa calma.

Fuente: De las memorias del General Alexander Pavlovich Balk, Gobernador de la ciudad de Petrogrado, reproducidas en Jonathan Daly y Leonid Trofimov (ed.), “Russia in War and Revolution, 1914-1922. A Documentary History”, Hackett Publishing Company, 2009, pp. 38-42. Traducción propia.

miércoles, marzo 7

El Zar viaja al frente y deja Petrogrado en "buenas manos"

Nicolás II pasando revista a los oficiales del ejército ruso



Petrogrado (22 de Febrero de 1917).- El Zar Nicolás II partió esta tarde a Mogilev, al Cuartel General del Ejército. Allí se entrevistará con el General Alexeyev, Comandante en Jefe de las fuerzas armadas rusas.

El año pasado el Zar permaneció varios meses en Mogilev donde tiene acondicionada una pequeña residencia, a fin de estar cerca al frente y asistir a las reuniones del Estado Mayor. Como las cosas no pintan bien para Rusia en esta guerra, el monarca considera que su presencia es motivadora para los soldados.

Por su parte, políticos y diputados de la Duma consideran estos alejamientos inoportunos dado el generalizado descontento popular ante la ineptitud del gobierno para encontrar una salida al estado calamitoso en el frente de guerra y a la agobiante crisis económica. Algunos aventuran la idea de que con estos retiros, el monarca busca alejarse de los conflictos palaciegos y las pugnas en las esferas gubernamentales. Es notoria su falta de conciencia de la realidad política que vive el país.

En una entrega anterior, hablábamos sobre la escasez de alimentos y combustible en las ciudades del imperio. El día de ayer la Fábrica Putílov, una de las más grandes del país se vio obligada a cerrar sus puertas ante la imposibilidad de seguir operando. Decenas de miles de obreros de esa fábrica metalúrgica se suman al paro forzoso que arroja a más trabajadores a las calles abonando el terreno para manifestaciones de protesta.

El alza de precios generalizado y la pérdida de valor de la moneda es motivo de angustia en la población de las ciudades que deambula por las calles en busca de alimentos y respuestas. Esta mayor afluencia de gente en las calles se ha visto favorecida por la salida del sol y la casi milagrosa subida de la temperatura a unos agradables 8 ºC, permitiendo a la gente a salir del obligado enclaustramiento ocasionado por el inclemente invierno.

Fuentes que prefieren permanecer en el anonimato afirman que el Ministro del Interior Alexander Protopopov le aseguro al Zar “que no tenía nada de qué preocuparse y que podía partir con la confianza de que la retaguardia quedaba en buenas manos”.

La seguridad de la capital está bajo la responsabilidad del Ministro de Guerra, General M.A. Beliaev, en cuya capacidad militar mucha gente no confía dado que su carrera la ha pasado detrás de un escritorio realizando trabajos burocráticos. Lo mismo se puede decir del comandante militar de la ciudad, General Sergei S. Jabalov que tampoco inspira mucha confianza: su curriculum vitae es una lista de cancillerías y academias militares, sin comando militar práctico.

Se espera que el Zar regrese la primera semana de marzo.

¿Sin novedad en el frente?

Repliegue del ejército zarista en Ucrania (1915)



Lenin: El socialismo y la guerra

Soldados rusos marchando al frente durante la Primera Guerra Mundial (1914)

La clase obrera y la guerra

Los años de 1912 a 1914 marcaron el comienzo de un nuevo y grandioso auge revolucionario en Rusia. Nuevamente fuimos testigos de un vasto movimiento huelguístico, sin precedentes en el mundo. Según los cálculos más modestos, las huelgas revolucionarias de masas abarcaron en 1913 a un millón y medio de participantes, para pasar en 1914 los dos millones y aproximarse al nivel de 1905. En vísperas de la guerra, en Petersburgo los acontecimientos llevaron ya a los primeros combates de barricadas.

Al comenzar la guerra, el gobierno zarista detuvo y deportó a miles y miles de obreros avanzados, miembros de nuestro P.O.S.D.R. ilegal. Este hecho, unido a la declaración del estado de guerra en el país y a la clausura de nuestros periódicos etc., logró frenar nuestro movimiento. Sin embargo, la actividad revolucionaria clandestina de nuestro Partido continúa a pesar de todo...

La actitud de los socialistas ante la guerra

Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular.

¿Por qué combate Rusia?

En Rusia, el imperialismo capitalista de novísimo tipo se ha revelado plenamente en la política del zarismo con respecto a Persia, Manchuria y Mongolia; pero lo que predomina, en general, en Rusia, es el imperialismo militar y feudal. En ninguna parte del mundo está tan oprimida la mayoría de la población como en Rusia: los gran rusos sólo constituyen el 43% de la población, es decir, menos de la mitad, y el resto de los habitantes, por no ser rusos, carecen de derechos. De los 170 millones de habitantes que tiene Rusia, cerca de 100 millones están oprimidos y carecen de derechos. El zarismo hace la guerra para apoderarse de Galitzia y estrangular definitivamente la libertad de los ucranianos, para apoderarse de Armenia, de Constantinopla, etc. El zarismo ve en la guerra un medio para distraer la atención del descontento que aumenta en el interior del país y aplastar el movimiento revolucionario que va en ascenso...

¿Que es el socialchovinismo?

El socialchovinismo es la sustentación de la idea de "defensa de la patria" en la guerra actual. De esta posición derivan, como consecuencia, la renuncia a la lucha de clases, la votación de los créditos de guerra, etc. Los socialchovinistas aplican, de hecho, una política antiproletaria, burguesa, pues lo que propugnan en realidad no es la "defensa de la patria" en el sentido de la lucha contra el yugo extranjero, sino el "derecho" de tales o cuales "grandes" potencias a saquear las colonias y oprimir a otros pueblos. Los socialchovinistas repiten el engaño burgués de que la guerra se hace en defensa de la libertad y de la existencia de las naciones, con lo cual se ponen del lado de la burguesía contra el proletariado... El socialchovinismo, que defiende de hecho los privilegios, las ventajas, el saqueo y la violencia de "su" burguesía imperialista (o de toda burguesía en general), constituye una traición absoluta a todas las ideas socialistas y a la resolución del Congreso Socialista Internacional de Basilea.

Sobre el pacifismo y la consigna de la paz

El estado de ánimo de las masas en favor de la paz expresa con frecuencia un comienzo de protesta, de indignación y de toma de conciencia del carácter reaccionario de la guerra. Aprovechar ese estado de ánimo es un deber de todos los socialdemócratas. Ellos participarán con el mayor entusiasmo en todo movimiento y en toda manifestación en ese sentido, pero no engañarán al pueblo dejándole creer que sin un movimiento revolucionario se puede alcanzar una paz sin anexiones, sin opresión de las naciones y sin saqueos, una paz sin gérmenes de nuevas guerras entre los gobiernos de hoy y las clases dominantes en la actualidad. Semejante engaño sólo haría el juego a la diplomacia secreta de los gobiernos beligerantes y a sus planes contrarrevolucionarios. Quien desee una paz firme y democrática, debe pronunciarse en favor de la guerra civil contra los gobiernos y la burguesía.


Extracto (editado) de "El socialismo y la guerra (La actitud del POSDR ante la guerra)" de V.I. Lenin. Escrito en julio-agosto de 1915


martes, marzo 6

Lenin sobre la Situación Revolucionaria (2)


Extracto (editado) de
La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo
Abril-mayo de 1920
V. I. Lenin


La ley fundamental de la revolución... consiste en lo siguiente:

  • para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de vivir como antes y reclamen cambios,
  • para la revolución es necesario que los explotadores no puedan vivir ni gobernar como antes.

Sólo cuando las “capas bajas” no quieren lo viejo y las “capas altas” no pueden sostenerlo al modo antiguo, sólo entonces puede triunfar la revolución.

En otros términos, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores).

Por consiguiente, para la revolución hay que lograr:

  • primero, que la mayoría de los obreros (o en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda profundamente la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella;
  • en segundo lugar, es preciso que las clases gobernantes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la política hasta a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la decuplicación o centuplicación del número de hombres aptos para la lucha política, representantes de la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su derrumbamiento rápido por los revolucionarios. (...)
La vanguardia proletaria está conquistada ideológicamente. Esto es lo principal. Sin ello es imposible dar ni siquiera el primer paso hacia el triunfo. Pero de esto al triunfo dista todavía bastante.

Con sólo la vanguardia, es imposible triunfar. Lanzar sólo a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes masas no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta vanguardia, o al menos de neutralidad benévola con respecto a ella, que la incapacite por completo para defender al adversario, sería no sólo una estupidez, sino además un crimen.

Y para que en realidad toda la clase, las grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar semejante posición, son insuficientes la propaganda y la agitación solas. Para ello es necesaria la propia experiencia política de estas masas. Tal es la ley fundamental de todas las grandes revoluciones, confirmada hoy, con una fuerza y un relieve sorprendentes, no solo en Rusia, sino también en Alemania…

  • La primera tarea histórica: atraer a la vanguardia consciente del proletariado al Poder soviético y a la dictadura de la clase obrera.
  • La segunda tarea: saber llevar a las masas a esa nueva posición capaz de asegurar el triunfo de la vanguardia en la revolución.

...tenéis que preguntaros no sólo si habéis convencido a la vanguardia de la clase revolucionaria, sino también si están dispuestas las fuerzas históricamente activas de todas las clases, obligatoriamente de todas las clases de la sociedad sin excepción, de manera que la batalla decisiva se halle completamente en sazón, de manera:

  1. que todas las fuerzas de clase que nos son adversas estén suficientemente sumidas en la confusión, suficientemente enfrentadas entre sí, suficientemente debilitadas por una lucha superior a sus fuerzas;
  2. que todos los elementos vacilantes, versátiles, inconsistentes, intermedios –es decir, la pequeña burguesía, la democracia pequeñoburguesa, a diferencia de la burguesía–, se hayan puesto bastante al desnudo ante el pueblo, se hayan cubierto de ignominia por su bancarrota práctica;
  3. que en el proletariado empiece a formarse y a extenderse con poderoso impulso un estado de espíritu de masas favorable a apoyar las acciones revolucionarias más resueltas, más valientes y abnegadas contra la burguesía.

He aquí en qué momento está madura la revolución, he aquí en qué momento nuestra victoria está segura, si hemos calculado bien todas las condiciones indicadas y esbozadas brevemente más arriba y hemos elegido acertadamente el momento.

lunes, marzo 5

La escasez de pan se agudiza en Petrogrado, se decreta el racionamiento


Petrogrado (20 de Febrero de 1917).- Las autoridades de la ciudad anunciaron el racionamiento de pan a partir del 1 de marzo. La medida extrema se adopta luego de varias semanas en que las panaderías no han podido cubrir la demanda del producto.

Esta situación viene a empeorar las cosas ya de por sí difíciles como resultado de la grave situación económica. La escasez de alimentos que viene durando muchos meses alcanzó niveles inéditos en este crudo invierno. Las bajas temperaturas (-14 ºC) no tienen precedentes en la última década; y la nieve se acumula sin que hayan esfuerzos por limpiar las vías. En el campo, miles de vagones cargados de alimentos, forraje y combustible han quedado varados sin poder moverse siquiera.

Ya antes del invierno, el sistema de ferrocarriles había perdido 25% de unidades desde el inicio de la guerra. Además, las vías se han venido deteriorando durante los años recientes. Por si fuera poco, el mantenimiento es deficiente lo que permite pronosticar mayores pérdidas.

Debido a la escasez de combustible, las fábricas y comercios han tenido que recortar sus horas de funcionamiento y crece el número de los que se ven obligados a parar sus operaciones.

Mientras tanto la inflación iniciada a fines de 1915 se agudiza, los precios de los productos se disparan y el gobierno imprime cantidades crecientes de moneda sin respaldo. Desde julio de 1914 en que se suspendió la convertibilidad, Rusia es el país beligerante que más ha recurrido a la emisión de moneda. A la fecha, sólo el 16% de la moneda en circulación cuenta con respaldo de oro. Por su parte, los salarios pierden continuamente su poder adquisitivo perjudicando a las clases pobres que no cuentan con activos con que protegerse de la pérdida de valor.

El descontento popular alcanza niveles de desesperación. Las huelgas obreras se han hecho frecuentes, al igual que los lockouts o cierres ordenados por los patrones. Las manifestaciones callejeras se están generalizando, incorporando a personas que antes jamás hubieran pensado en participar en alguna. El enfrentamiento de clases va adquiriendo niveles descarnados: es directo y franco.

Las colas para la compra del pan se han vuelto cosa de todos los días, y cada vez es más difícil adquirir ese producto básico en la dieta de la población. La gente se pasa horas en las filas en espera de la hora de venta, propiciando que se conviertan en verdaderos foros donde se discute de manera abierta la crítica situación económica y política. No hay noticia, información o rumor que no pase por estas colas del pan.

El anuncio del racionamiento ha generado temor en la población. Algunos han reaccionado de manera violenta, atacando panaderías y comercios con el fin de saquearlos. La situación se agrava y se respira un ambiente tenso.

Lenin sobre la Situación Revolucionaria (1)


Extracto (editado) de
La bancarrota de la II Internacional
V. I. Lenin
Mayo-junio de 1915

Para un marxista resulta indudable que la revolución es imposible si no se da una situación revolucionaria, pero no toda situación revolucionaria conduce a la revolución.

¿Cuáles son, en términos generales, los signos distintivos de una situación revolucionaria?

Estamos seguros de no equivocarnos al señalar estos tres signos principales:
  1. La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma inmutable; tal o cual crisis en las “alturas”, una crisis de la política de la clase dominante, abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. (Que “los de arriba no puedan vivir” como hasta entonces)
  2. Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y las penalidades de las clases oprimidas. (Que “los de abajo no quieran” vivir como antes)
  3. Una intensificación considerable, por las razones antes indicadas, de la actividad de las masas, que en tiempos “pacíficos” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por la situación de crisis en conjunto como por las “alturas” mismas, a una acción histórica independiente.

El conjunto de estos cambios objetivos es precisamente lo que se llama situación revolucionaria

…la revolución no surge de toda situación revolucionaria, sino solo de una situación en la que a los cambios objetivos antes enumerados viene a sumarse un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria para llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo bastante fuerte como para destruir (o quebrantar) al viejo gobierno, que jamás “caerá”, ni siquiera en las épocas de crisis, si no se lo “hace caer”.

Tales son los puntos de vista marxistas sobre la revolución, puntos de vista desarrollados infinidad de veces y reconocidos como indiscutibles por todos los marxistas…

…El deber indiscutible y esencial de todos los socialistas:

  • revelar a las masas la existencia de una situación revolucionaria,
  • explicar su amplitud y su profundidad,
  • despertar la conciencia y la decisión del proletariado,
  • ayudarlo a pasar a las acciones revolucionarias y a crear organizaciones que respondan a la situación revolucionaria y sirvan para trabajar en esa dirección.

Los líderes bolcheviques a comienzos de 1917

Spandarian (de pie, segundo de la izquierda), Stalin (con sombrero negro), Kámenev (de pie, con bigote y barba) y Sverdlov (sentado, primero de la derecha) en Siberia en 1915


El año 1917 encontró al Partido bolchevique prácticamente descabezado. Producto de la incesante represión de la autocracia zarista, la mayoría de los dirigentes del CC en Rusia se encontraba purgando condenas. Los miembros del Buró Ruso habían sido delatados por Román Malinovsky, espía de la Ojrana (la policía secreta), infiltrado en el máximo organismo de dirección del Partido bolchevique.

Stalin, el principal líder en Rusia, había sido detenido en febrero de 1913 y condenado a 4 años de confinamiento en Siberia. Fue enviado primero a Kostino, un lugar “olvidado por la civilización” y luego a Kureika, en el círculo polar ártico, alejado del resto de exiliados, para frustar sus planes de fuga. Con este riguroso exilio terminaba toda una lista de detenciones y escapes que hicieron de Stalin el líder con más arrestos y fugas en la historia de la revolución rusa.

Sverdlov –detenido antes que Stalin- se encontraba a poca distancia de Kostino, en Selivanikha. Ambos ya habían compartido confinamiento en Siberia en un arresto anterior, y habían logrado fugarse juntos. Planearon nuevamente escapar por acuerdo de Lenin y lo que quedaba del CC en el exilio. Pero Malinovsky puso en alerta a la Ojrana, motivando el traslado de ambos a Kureika. Sólo los liberaría la revolución de Febrero de 1917.

Luego de la detención de Stalin y Sverdlov, Kámenev -que junto a Lenin y Zinoviev, vivía en el exilio- fue enviado a Rusia a tomar la posta en la dirección de Pravda y hacerse cargo de la supervisión del trabajo legal en la Duma, donde los bolcheviques tenían seis diputados, incluyendo a Malinovsky. A diferencia de los mencheviques y otros, el Partido bolchevique se oponía a la guerra imperialista en la que Rusia participaba y llamaba a los obreros a convertirla en guerra civil contra la autocracia zarista. Por esa prédica, cinco diputados bolcheviques y Kámenev fueron detenidos en noviembre de 1914 y condenados a ser recluidos en Monastyrskoe, Siberia, donde se encontraron con otros camaradas como Suren Spandarian (miembro del CC elegido en la Conferencia de Praga de 1912 que murió purgando condena sin poder ver la revolución) y Sergo Ordzhonikidze -también elegido al CC en 1912- que se encontraba desde 1915 confinado en Yakutsk, otra villa de Siberia, y regresaría a Petrogrado recién en mayo de 1917.

Bujarin y Kollontai, que no eran aun miembros del CC, se encontraban exiliados en Nueva York al iniciarse 1917. Bujarin dirigía Novyi Mir (Nuevo Mundo) el diario socialista más importante de la comunidad de emigrados rusos en Estados Unidos. Trotsky, al llegar a Nueva York en enero de 1917, fue invitado por Bujarin a colaborar con Novyi Mir, sin imaginar siquiera que meses después entraría al Partido bolchevique que con tanta saña combatió. Kollontai, por su lado, vivía en Paterson, New Jersey. Se había convertido al bolchevismo en 1914, trabajando con dedicación por la causa internacionalista, sirviendo de representante de Lenin en múltiples ocasiones. Fue la primera en apoyar las Tesis de Abril de Lenin y fue la portadora de las Cartas desde Lejos que trazaban la línea a seguir por el Partido bolchevique en la revolución. Fue la primera mujer miembro del CC.

Con sus principales dirigentes en el exilio, presos o condenados en Siberia, el Partido bolchevique tenía como principales enlaces con la dirección en el exterior a tres jóvenes revolucionarios: Alexander Shliápnikov, Viacheslav Molotov y P.A. Zalutsky, quienes llevarían sobre sus hombros la conducción del Partido durante los días de la Revolución de Febrero.

Pese a su permanente ataque contra el Partido de la revolución, antes y después de 1917, Trotsky no puede dejar de reconocer -en una de sus pocas conclusiones irrebatibles:

"A la pregunta... ¿Quién dirigió la insurrección de Febrero?, podemos, pues, contestar de un modo harto claro y definido: los obreros conscientes, templados y educados principalmente por el partido de Lenin"
(Historia de la Revolución Rusa, T1, cap. VIII)

D.R.