miércoles, noviembre 11

Mujeres combatientes en los días de la Gran Revolución de Octubre

por Alexandra Kollontai
1927

¿Quiénes fueron las mujeres que participaron en la Gran Revolución de Octubre? ¿Fueron casos aislados? No; hubo multitudes de ellas: decenas, centenas de miles de heroínas anónimas que marcharon –codo a codo– con los obreros y campesinos, bajo la Bandera Roja y la consigna de los Soviets, pasando sobre las ruinas de la teocracia zarista hacia un nuevo futuro…

Si uno mira hacia atrás, al pasado, uno puede verlas: masas de heroínas anónimas que Octubre encontró viviendo en ciudades desfallecientes, en aldeas empobrecidas saqueadas por la guerra… Una bufanda en la cabeza (raras veces una pañoleta roja), un vestido gastado, un abrigo de invierno remendado. Jóvenes y adultas, obreras y campesinas esposas de soldados y amas de casa pobres de la ciudad. Muy raro, mucho más raro en aquellos días: mujeres trabajadoras de oficina y profesionales, educadas y cultas. Pero hubo también mujeres de la intellingentsia entre las que llevaron la Bandera Roja a la victoria en Octubre – maestras, empleadas de oficina, jóvenes estudiantes de las escuelas secundarias y universidades, doctoras. Marchaban alegres, desprendidas y resueltas. Iban a donde se les enviara. ¿Al frente? Se ponían una gorra de soldado y se convertían en combatientes del Ejército Rojo. Si portaban el brazalete rojo, entonces iban con prisa a las unidades de primeros auxilios para ayudar al frente Rojo contra Kerensky en Gatchina. Trabajaban también en las comunicaciones del ejército. Trabajaban alegres, con la convicción de que algo trascendental estaba ocurriendo y que todos éramos pequeños engranajes de una revolución única en su clase.

En las aldeas, las campesinas (sus esposos habían sido enviados al frente) tomaron la tierra de los terratenientes y sacaron a la aristocracia de los nidos donde habían vivido durante siglos.

Cuando uno recuerda los eventos de Octubre, no ve rostros individuales sino masas. Incontables masas, oleadas de humanidad. Dondequiera que se mire se ve hombres -en reuniones, mítines, manifestaciones...

Todavía no están seguros de lo que quieren, por qué están luchando, pero saben una cosa: no soportarán más la guerra. Tampoco quieren a los terratenientes y a los ricos… En el año 1917, el gran océano humano se levanta y se mueve, y en gran parte ese océano está formado por mujeres.

Algún día, la historia escribirá sobre las proezas de estas heroínas anónimas de la revolución que murieron en el frente, que fueron asesinadas por los Blancos y que soportaron las innumerables privaciones de los primeros años de la revolución pero continuaron enarbolando la Bandera Roja del poder soviético y el comunismo.

Es a estas heroínas anónimas que murieron por conquistar una nueva vida para el pueblo trabajador durante la Gran Revolución de Octubre, ante quienes la joven república ahora se inclina en reconocimiento, mientras su juventud, alegre y entusiasta, emprende la construcción de la base del socialismo

Sin embargo, de este mar de mujeres en bufandas y gorras desgastadas, emergen inevitablemente las figuras de aquellas mujeres a quienes el historiador dedicará una atención especial, cuando dentro de muchos años escriba sobre la Gran Revolución de Octubre y su líder, Lenin.

La primera en emerger es la figura de la fiel compañera de Lenin, Nadezhda Konstantinovna Krupskaya, en su vestido gris claro, esforzándose siempre en permanecer en segundo plano. En las reuniones, ella se deslizaba inadvertidamente y se ubicaba detrás de una columna; veía y escuchaba todo, observando todo lo que pasaba para así poder hacerle un resumen completo a Vladimir Ilich, añadiendo acertados comentarios propios y aportando alguna idea razonable, apropiada y útil.

En aquellos días Nadezhda Konstantinovna no hablaba en las numerosas y candentes reuniones en que la gente discutía sobre una gran cuestión: ¿Tomarán los soviets el poder o no?; pero trabajaba incansablemente como la mano derecha de Vladimir Ilich, haciendo ocasionalmente comentarios breves pero elocuentes en las reuniones partidarias. En los momentos de mayor dificultad y peligro, cuando muchos camaradas más fuertes perdieron el ánimo y sucumbieron ante la duda, Nadezhda Konstantinovna permaneció siempre la misma, totalmente convencida de la justicia de la causa y de la certeza de la victoria. Ella irradiaba una fe inquebrantable; y esta fortaleza de espíritu, oculta detrás de una rara modestia, siempre tenía un efecto alentador sobre quienes tenían contacto con la compañera del gran líder de la Revolución de Octubre.

Otra figura emerge, de otra compañera fiel de Vladimir Ilich, compañera de armas durante los años difíciles de la clandestinidad: la secretaria del Comité Central del Partido, Yelena Dmitriyevna Stassova. Culta, con una precisión sin igual, una excepcional capacidad de trabajo, y una habilidad única para “descubrir” a la persona adecuada para cada tarea. Su figura alta y escultural se vió por primera vez en el Palacio Táurida, luego en la mansión Kshesinskaya y finalmente en el Smolny. Con un cuaderno en sus manos, mientras alrededor sus compañeros de la prensa del frente, obreros, guardias rojos, mujeres trabajadoras, miembros del partido y de los soviets, buscan una respuesta u orden rápida y clara..
 

Stassova tenía bajo su responsabilidad muchos asuntos importantes; pero si un camarada necesitaba algo o tenía algún problema en aquellos días tormentosos, ella siempre respondía con una respuesta breve, aparentemente cortante, pero haciendo todo lo que podía. Estaba sobrecargada de trabajo y siempre en su puesto. Siempre en su puesto pero sin pretender pasar a la primera fila, a la notoriedad. No le gustaba ser el centro de atención. No se preocupaba por ella misma sino por la causa.

Por la noble y querida causa del comunismo, por la que Yelena Stassova sufrió exilio y prisión en las cárceles zaristas que la dejaron con la salud quebrantada… En nombre de la causa, era firme, dura como el acero. Pero ante los sufrimientos de los camaradas, demostraba una sensibilidad y una capacidad de respuesta que sólo se puede encontrar en una mujer de corazón noble y cálido.

Klavdia Nikolayeva era una mujer de origen muy humilde. Se unió a los bolcheviques en 1908, en los años de reacción, y soportó el exilio y la prisión… En 1917, regresó a Leningrado y se convirtió en el alma de la primera revista para mujeres trabajadoras, Kommunistka. Era aún joven, llena de pasión e impaciencia. Pero sostuvo la bandera con firmeza, y defendió enérgicamente la idea de que las obreras, las campesinas y las esposas de soldados debían ser atraídas al partido. ¡A trabajar mujeres! ¡Por la defensa de los soviets y el comunismo!

En las reuniones, ella hablaba todavía nerviosa e insegura pero atrayendo a otros a que la siguieran. Fue una de las que llevó sobre sus hombros todas las dificultades relativas a la preparación del camino para la amplia y masiva participación de las mujeres en la revolución; una de las que luchó en dos frentes: por los soviets y el comunismo, y al mismo tiempo por la emancipación de la mujer. Los nombres de Klavdia Nikolayeva y Konkordia Samoilova –que murió en su puesto revolucionario (de cólera) en 1921– están indisolublemente ligados con los primeros y más difíciles pasos dados por el movimiento de mujeres trabajadoras, particularmente en Leningrado. Konkordia Samoilova fue una militante con un desprendimiento sin igual, una oradora brillante y experimentada que sabía cómo ganarse el corazón de las obreras. Aquellos que trabajaron a su lado, recordarán siempre a Konkordia Samoilova. Era simple en su trato, sencilla en el vestir, exigente en la ejecución de las decisiones, y estricta consigo misma y con los demás.

Especialmente notable es la figura dulce y encantadora de Inessa Armand, quien realizó un importante trabajo partidario en la preparación de la Revolución de Octubre, y contribuyó con muchas ideas creativas para el trabajo entre las mujeres. Con toda su femineidad y delicadeza, Inessa Armand era firme en sus convicciones y capaz de defender lo que creía correcto, incluso cuando se enfrentaba con adversarios temibles. Después de la revolución, Inessa Armand se dedicó a organizar el movimiento amplio de mujeres trabajadoras, y la Conferencia de delegadas es creación suya.

Enorme fue el trabajo realizado por Varvara Nikolayevna Yakovleva, en Moscú, durante los difíciles y decisivos días de la Revolución de Octubre. En la batalla de barricadas, demostró una resolución digna de un líder central del partido… Muchos camaradas dijeron que su resolución y su inquebrantable coraje dieron fuerzas a los vacilantes e inspiraron a aquellos que habían perdido el ánimo. “¡Adelante! ¡A la victoria”.

Cuando uno recuerda a las mujeres que participaron en la Gran Revolución de Octubre, más y más nombres y rostros se vienen a la memoria, como por arte de magia. ¿Podríamos dejar de honrar hoy la memoria de Vera Slutskaya, que trabajó generosamente en la preparación de la revolución y fue asesinada por los cosacos en el primer frente rojo, cerca de Petrogrado?

¿Podríamos olvidar a Yevgenia Bosh, con su temperamento apasionado, siempre lista para la batalla? Ella también murió en su puesto revolucionario.

¿Podríamos dejar de mencionar aquí dos nombres estrechamente ligados a la vida y la actividad de V.I. Lenin: sus dos hermanas y camaradas de armas, Anna Ilyinichna Yelizarova y Maria Ilyinichna Ulyanova?

...¿Y la camarada Varya, de los talleres de ferrocarriles de Moscú, siempre vivaz y con prisa? ¿Y Fyodorova, la obrera textil de Leningrado, con su rostro agradable y sonriente, y su valentía a la hora de luchar en las barricadas?

Es imposible mencionarlas a todas, y ¡cuántas quedan en el anonimato! Las heroínas de la Revolución de Octubre fueron todo un ejército, y aunque sus nombres se olviden, su entrega vive en la victoria misma de esa revolución, en todas las conquistas y logros que ahora disfrutan las mujeres trabajadoras de la Unión Soviética.

Es un hecho claro e indiscutible que sin la participación de las mujeres la Revolución de Octubre no hubiera llevado la Bandera Roja a la victoria. ¡Gloria a las mujeres trabajadoras que marcharon bajo la Bandera Roja durante la Revolución de Octubre! ¡Gloria a la Revolución de Octubre que liberó a la mujer!


Basado en la versión en inglés de marxists.org/archive/kollonta/1927/fighters.htm

Traducción libre de S. Fiume.

domingo, octubre 11

La desintegración del menchevismo

Autor: Rafail Grigoriev
Publicado en Novaya zhizn del 28 de Setiembre (11 de Octubre) de 1917


Es demasiado tarde para hablar simplemente de una “crisis” del menchevismo. Sin embargo por más que se trate de evitar “palabras terribles”, se debe reconocer el hecho indiscutible del completo colapso del ala menchevique de la socialdemocracia, su pase al olvido político.

Cualquiera que esté familiarizado con la situación de la principal organización menchevique en Petrogrado –que hasta hace poco tenía 10,000 militantes– sabe que prácticamente ha dejado de existir. Las reuniones locales tienen una pobre asistencia –20 o 25 personas–, no se recolectan las cuotas de membresía, y el tiraje de Rabochaya Gazeta está cayendo catastróficamente. La última conferencia de la ciudad no se llevó a cabo por falta de quórum. Ni mencionar cómo nos fue en las últimas elecciones a la Duma de la ciudad. En la sesión del Soviet de Petrogrado, la resolución menchevique (de Skobelev) sólo obtuvo 19 votos. En las elecciones a la Duma regional de Moscú, los mencheviques consiguieron 25 escaños de un total de 560... Renuncias individuales y grupales del partido se han convertido en hechos normales. En las provincias, este proceso de desintegración es menos agudo y dramático, pero, en el último período, ahí también se han hecho más frecuentes las escisiones en aquellas organizaciones socialdemócratas de mencheviques defensistas que quedaron al inicio de la revolución, mientras los bolcheviques y mencheviques internacionalistas mantienen su unidad.

Culpar a la “demagogia bolchevique”, a la “flor ponzoñosa del aventurerismo”, etc. como gustan hacer los redactores de Rabochaya Gazeta, es una muestra de la falta de voluntad de analizar lo que está pasando. Es verdad que las grandes y amplias masas incultas seguirán fervientemente a los partidos que hagan las mayores promesas. Es también verdad, en consecuencia, que cambiarán fácilmente sus simpatías políticas. El declive de los SRs es un elocuente testimonio de ello. El mismo destino les espera a los bolcheviques que están actualmente en ascenso con una asombrosa rapidez, si es que no comprenden la necesidad de tomar en cuenta a los elementos semiproletarios de la democracia que, desilusionados de sus líderes de ayer, ahora tienen puesta su fe en el partido de la mayoría del proletariado.

Pero, reiteramos, si los representantes del menchevismo oficial quieren hacer de la volubilidad política de las masas la “única causa” de su colapso, no convencerán a nadie excepto a sí mismos. Porque antes de que el menchevismo cayera en la lucha política, se desintegró desde su interior. Desde el inicio de la revolución perdió su personalidad, esa individualidad que debe ser la característica de cualquier partido político.

Un ala se adhirió a los SRs y, con ellos, se convirtió en el partido de esa masa amorfa llamada “democracia revolucionaria”, el partido de la pequeñaburguesía urbana y rural. La otra ala, los internacionalistas, se hizo próxima a los bolcheviques. No podemos ignorar los matices de opinión en ambos lados, la cierta distancia que separa a Potresov de Dan, o a Martov de Larin.

Cualesquiera sean esas diferencias, nunca hubo un frente menchevique unido durante todo el período de la revolución, independientemente del ánimo de las masas: ni en el período cuando el bloque menchevique-eserista estuvo en toda su fuerza y gloria, ni ahora cuando la rueda de la fortuna ha girado a favor de los bolcheviques. No hubo ni un anuncio o paso oficial tomado por los mencheviques que no fuera repudiado por los mencheviques mismos. No es un secreto que los golpes más fuertes contra los mencheviques –de lejos, moralmente más dañinos que los hechos por sus enemigos externos– fueron propinados por sus enemigos internos: Martov y sus camaradas.

Fue precisamente ese grupo el que expuso la naturaleza pequeñoburguesa del menchevismo defensista-revolucionario, sus peligrosas tendencias antidemocráticas y su esencia socialpatriota.

Los mencheviques internacionalistas ganaron una existencia política casi independiente, se rehusaron abiertamente a subordinarse a las decisiones de todo el partido, operaron como una fracción independiente y publicaron sus propios periódicos. Los defensistas estuvieron bastante acertados en caracterizar esto como un trabajo desorganizador y “anárquico”. De ahí emerge un panorama bastante incomprensible para la mentalidad europea: mientras en todas partes la escisión en el movimiento obrero provocada por la guerra, separó a los socialpatriotas de los internacionalistas, y las diferentes tendencias en el interior de ellas estaban en el mismo lado de la “barricada”, aquí [en Rusia -DR] los internacionalistas se encontraban en distintos campos organizativos. Un significativo y bien definido grupo internacionalista, con un sólido liderazgo, permanece en una organización socialpatriota y conduce una lucha abierta y despiadada desde el interior.

A los ojos de los líderes mencheviques internacionalistas, esa paradoja es justificada por la necesidad de ganar para sus ideas el mayor número posible de militantes del partido.

Esto puede parecer conveniente desde un punto de vista educativo, pero el problema es que la educación política tiene consecuencias políticas: los mencheviques internacionalistas han ganado mucha gente, pero no para ellos sino para los bolcheviques. La lucha ideológica con el defensismo menchevique necesitaba una lucha política en el sentido más literal: en el día a día, no se puede mostrar a las masas lo desastroso de la política de Tsereteli y Dan, y luego llamar a esas mismas masas a que voten por ellos en las elecciones.

Los militantes mencheviques internacionalistas miraban a sus líderes con confusión e incomprensión cuando éstos los dejaban a mitad de camino, siguiendo con su trabajo educativo y pidiéndoles “ser pacientes”...

En vez de esperar, se pasaban a los bolcheviques o dejaban el trabajo partidario activo.

En lugar de convertirse en un centro político independiente que pudiera servir como polo de atracción para los mencheviques internacionalistas y para aquella corriente saludable dentro del bolchevismo que sólo iba con su partido porque “¿adónde más ir?”, los mencheviques internacionalistas prefirieron actuar “hasta el final” como una “oposición no-responsable”... El triste resultado de esa política es fácil de ver...


Traducción libre de la versión en inglés en:
http://www.korolevperevody.co.uk/korolev/grigorev.htm


Novaya zhizn fue el periódico de Máximo Gorky que sirvió como un medio de expresión de los mencheviques internacionalistas.

domingo, septiembre 27

El Partido Bolchevique: El gran ausente en la "Historia" de Trotsky

Prefacio
All Power to the Soviets
Lenin 1914-1917
Tony Cliff
(Extractos)


El libro de Trotsky tiene unas grandes fortalezas pero, en mi opinión, un serio defecto. Empecemos con las fortalezas: la revolución es analizada y descrita de manera excelente, como un evento en que los millones de oprimidos que por siglos estuvieron sometidos, se levantan y dicen su palabra. Los cambios en la consciencia de los obreros, campesinos y soldados en las fervientes condiciones de la lucha son bellamente descritos.

Lo único notablemente olvidado es el Partido Bolchevique: sus militantes de base, sus cuadros, sus comités locales, su Comité Central. Este vacío en el trabajo de Trotsky debe ser entendido -hasta cierto punto- como una imagen invertida de la distorsión stalinista del papel del Partido Bolchevique en 1917.

En la leyenda stalinista el Partido Bolchevique, con unas cuantas insignificantes excepciones, siempre siguió la voluntad de Lenin. El partido era prácticamente monolítico. Nada más lejos de la verdad. Una y otra vez Lenin tuvo que luchar para ganar a los miembros de su partido. Mientras en abril su principal problema fue vencer el conservadurismo de los máximos líderes del partido, en junio e inicios de julio tuvo que lidiar con la impaciencia revolucionaria de los líderes y militantes de base. En setiembre y octubre tuvo que luchar para que el liderazgo del partido diera el gran salto hacia la insurrección: muchos de los impulsivos de abril, junio y julio –incluyendo la Organización Militar Bolchevique y el Comité Petersburgo del Partido– ahora eran demasiado cautos.

Trotsky, que estuvo fuera del campo bolchevique desde su formación hasta después de la revolución de Febrero (uniéndose oficialmente al partido a fines de julio de 1917), estaba naturalmente ansioso de probar que ser un “viejo bolchevique” no significaba estar en lo correcto en todo. La actitud política del liderazgo bolchevique antes del regreso de Lenin a Rusia y la oposición de los más prominentes líderes a la insurrección demuestran que Trotsky tenía una base. Sin embargo, en el proceso de probarlo, minimizó al partido en su conjunto. A lo largo de su “Historia” el partido es raramente mencionado. No hay una exposición sistemática, por ejemplo, de los diferentes roles del Comité Distrital de Vyborg, del Comité de Petersburgo y de la Organización Militar Bolchevique. Como el Partido Bolchevique era un partido de masas profundamente enraizado en la clase obrera, los desniveles dentro de la clase -digamos entre el proletariado de Petrogrado y de Odesa- naturalmente tenían una seria influencia en el trabajo del partido. Esto no queda claro en el libro de Trotsky.

Para transformar la palabra en acción era necesario un partido centralizado. Pero ¿cómo trabajo realmente el partido Bolchevique durante la revolución? Durante la guerra estuvo constituido por una gran cantidad de pequeños grupos, algunos con flojos vínculos orgánicos pero la mayoría separados unos de otros y de Lenin que estaba en el extranjero. ¿Cómo esos grupos locales fueron organizados en un partido combativo y coherente? ¿Cómo trabajaba la administración del partido? ¿Qué tipo de gente eran los cuadros del partido, cuál era su extracción social, sus edades, su experiencia política?

Las masas –obreros, campesinos y soldados– aparecen con toda su pasión y grandeza en la “Historia” de Trotsky... pero el partido está casi siempre ausente. Esto afecta el papel desempeñado por Lenin en el drama histórico. Como resultado de los eventos de 1917 y los posteriores, Trotsky llegó a admirar a Lenin más que a ninguna persona en su tiempo. Sin falsa modestia, vio a Lenin como a un maestro y a sí mismo como un discípulo. En la “Historia” hay muchas frases como esta: “Además de las fábricas, las barracas, las villas, el frente y los soviets, la revolución tenía otro laboratorio: el cerebro de Lenin”. Sin embargo, Lenin no podía relacionarse con las masas sino a través del partido.

El papel del partido fue elevar el nivel de consciencia y organización de la clase obrera, explicar a las masas sus propios intereses, dar una expresión política clara a las emociones y pensamientos de las masas. Si el partido fue necesario para dar confianza al proletariado acerca de su propio potencial, así también fue el papel de Lenin en relación con el partido. Para que Lenin se relacionara con las masas –para que sus consignas encontraran el camino hacia ellas y para que él aprendiera de las masas– tenían que existir los cuadros del partido. Que prácticamente todo lo que Lenin escribió en 1917 fue dirigido a los miembros del partido está probado por el simple hecho de que en su punto más alto la prensa del partido tenía una circulación sólo marginalmente mayor al número de militantes del partido. Las Tesis de Abril fueron dirigidas realmente a los miembros del partido, y sus escritos sobre la insurrección –prácticamente todos, en pocas copias, en pequeñas hojas de papel– fueron dirigidos a los cuadros del partido. El éxito de Lenin en armar el partido en abril y guiarlo a través de los súbitos cambios de abril, junio, la intentona golpista de Kornílov y finalmente la insurrección... se debió al hecho de que él personificaba la tradición del bolchevismo y a que tenía la confianza de los cuadros del partido como producto de muchos años de una ardua lucha revolucionaria. Lenin influyó en el partido y el partido influyó en la clase, y viceversa. El proletariado creó el partido y el partido formó a Lenin.

...De hecho, como la revolución fue el zenit de las actividades de Lenin, del partido y del proletariado, la fusión de los tres alcanzó su clímax en ese tiempo.


Del libro de Tony Cliff, All Power to the Soviets, Lenin 1914-1917, Haymarket Books, Chicago, 2004, pp. 7-9. Traducción Thiago.




El problema fundamental de toda revolución (Lenin)

Rabochi Put Nº 10 del 14 (27) de setiembre de 1917

El problema fundamental de toda revolución es, indudablemente, el problema del poder. Lo decisivo es qué clase tiene el poder...

No se puede esquivar ni apartar el problema del poder, pues es precisamente el problema fundamental que lo determina todo en el desarrollo de la revolución, en su política exterior e interior. Que nuestra revolución “ha gastado inútilmente” seis meses en vacilaciones respecto a la organización del poder es un hecho indiscutible, originado por la política vacilante de los eseristas y de los mencheviques. Pero, a su vez, la política de estos partidos ha sido determinada, en última instancia, por la posición de clase de la pequeña burguesía, por su inestabilidad económica en la lucha entre el capital y el trabajo.

La cuestión reside ahora en saber si la democracia pequeñoburguesa ha aprendido algo en estos importantísimos seis meses, extraordinariamente ricos de contenido. Si la respuesta es negativa, ello significará que la revolución ha sucumbido y sólo podrá salvarla una insurrección victoriosa del proletariado. Si la respuesta es afirmativa, habrá que empezar por crear sin demora un poder firme y estable. Durante una revolución popular, es decir, que despierta a la vida a las masas, a la mayoría de los obreros y los campesinos, sólo puede ser estable un poder que se apoye a sabiendas y de manera indefectible en la mayoría de la población. Hasta ahora, el poder del Estado sigue, de hecho, en Rusia, en manos de la burguesía, la cual se ve obligada únicamente a hacer concesiones parciales (para empezar a anularlas al día siguiente), repartir promesas (para no cumplirlas), buscar todos los medios posibles de encubrir su dominio (para engañar al pueblo con la apariencia de una “coalición honesta”) y etc., etc. De palabra, un gobierno revolucionario, democrático y popular; en la práctica, un gobierno burgués, contrarrevolucionario, antidemocrático y antipopular: ahí está la contradicción que ha existido hasta hoy y que ha sido el origen de la total inestabilidad y de las vacilaciones del poder, de todo ese “carrusel ministerial” a que se han dedicado con fervor tan lamentable (para el pueblo) los señores eseristas y mencheviques.

O la disolución de los Soviets y su muerte sin pena ni gloria, o todo el poder a los Soviets: esto lo dije ante el Congreso de los Soviets de toda Rusia a principios de junio de 1917, y la historia de julio y agosto ha confirmado de manera convincente y exhaustiva la justedad de estas palabras. El poder de los Soviets es el único que puede ser estable y apoyarse a ciencia cierta en la mayoría del pueblo, por más que mientan los lacayos de la burguesía, los Potrésov, los Plejánov y otros, que denominan “ampliación de la base” del poder a su entrega efectiva a una minoría insignificante del pueblo, a la burguesía, a los explotadores.

Sólo el Poder soviético podría ser estable, sólo él no podría ser derrocado ni siquiera en los momentos más tempestuosos de la revolución más violenta; sólo ese poder podría garantizar un desarrollo continuo y amplio de la revolución, una lucha pacífica de los partidos dentro de los Soviets. Mientras no se cree un poder de este tipo, serán inevitables la indecisión, la inestabilidad, las vacilaciones, las interminables “crisis del poder”, la comedia sin desenlace del carrusel ministerial, los estallidos de derecha y de izquierda.

Pero la consigna de “El poder a los Soviets” se entiende muy a menudo, si no casi siempre, de una manera completamente equivocada: en el sentido de “un ministerio formado con los partidos mayoritarios de los Soviets”; y esta opinión, profundamente equivocada, es la que desearíamos examinar con más detalle.
...
“El poder a los Soviets” significa transformar por completo y de manera radical la vieja máquina del Estado, un aparato burocrático que frena todo lo democrático; significa suprimir dicho aparato y remplazarlo por otro nuevo, popular, o sea, auténticamente democrático, el de los Soviets, el de la mayoría organizada y armada del pueblo: obreros, soldados y campesinos; significa ofrecer la iniciativa y la independencia a la mayoría del pueblo no sólo en la elección de los diputados, sino también en la administración del Estado y en la realización de reformas y transformaciones.

...un cambio de ministros tiene muy poca importancia, pues la labor administrativa real se encuentra en manos de un ejército gigantesco de funcionarios. Y este ejército está impregnado hasta la médula de espíritu antidemocrático, está ligado por miles y millones de hilos a los terratenientes y la burguesía, dependiendo de ambos en todas las formas imaginables. Este ejército está rodeado de una atmósfera de relaciones burguesas y sólo respira ese aire; se ha congelado, encallecido y anquilosado; carece de fuerzas para escapar de esa atmósfera; sólo puede pensar, sentir y obrar a la antigua. Este ejército está ligado por relaciones de respeto a la jerarquía, por determinados privilegios de los empleos “públicos”, y sus cuadros superiores se hallan subordinados por completo, mediante las acciones y los bancos, al capital financiero y vienen a ser, en cierta medida, sus agentes, los vehículos de sus intereses y de su influencia.

Tratar de efectuar con ese aparato estatal transformaciones como la supresión de la propiedad terrateniente sin indemnización o el monopolio del trigo, etc., es una mera ilusión... Por eso resulta siempre que, con todos los posibles ministerios “de coalición” en que participan “socialistas”, estos socialistas vienen a ser en la práctica, aun en el caso de que algunos de ellos demuestren la mayor probidad, un simple adorno o una pantalla del gobierno burgués, un pararrayos de la indignación popular provocada por ese gobierno, un instrumento del gobierno para engañar a las masas. Así ocurrió con Luis Blanc en 1848; así ha ocurrido desde entonces docenas de veces en Inglaterra y Francia al participar los socialistas en el gobierno; así fue con los Chernov y los Tsereteli en 1917; así fue y así será mientras se mantenga el régimen burgués y se conserve intangible el viejo aparato estatal burgués y burocrático.

Los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos son valiosos, sobre todo, porque constituyen un tipo de aparato estatal nuevo, inmensamente más elevado e incomparablemente más democrático. Los eseristas y los mencheviques han hecho todo lo posible y lo imposible para transformar los Soviets (en particular el de Petrogrado y el de toda Rusia, o sea, el Comité Ejecutivo Central) en corrillos de charlatanes, que se dedicaban, con el pretexto del “control”, a adoptar resoluciones estériles y expresar deseos, a los que el gobierno daba carpetazo con la más cortés y amable sonrisa. Pero bastó la “fresca brisa” de la korniloviada, que anunciaba una buena tormenta, para que el aire viciado del Soviet se purificara por algún tiempo y la iniciativa de las masas revolucionarias empezara a manifestarse como algo grandioso, potente e invencible.

Que aprendan de este ejemplo histórico todos los incrédulos. Que se avergüencen quienes dicen: “No tenemos un aparato que pueda remplazar al viejo, que tiende ineluctablemente a defender a la burguesía”. Porque ese aparato existe. Son los Soviets. No teman la iniciativa ni la independencia de las masas, confíen en sus organizaciones revolucionarias y verán en todos los ámbitos de la vida pública la misma fuerza, grandiosidad e invencibilidad de que dieron pruebas los obreros y los campesinos en su unión y su ímpetu contra la korniloviada.

Falta de fe en las masas, miedo a su iniciativa, temor a que actúen por sí mismas, estremecimiento ante su energía revolucionaria, en vez de un apoyo total y sin reservas: tales han sido los mayores pecados de los jefes eseristas y mencheviques. Ahí está una de las raíces más profundas de su indecisión, de sus vacilaciones, de sus incontables e infinitamente estériles tentativas de verter vino nuevo en los viejos odres de la vieja máquina estatal, burocrática.
...
¿Qué significaría, en la práctica, esta dictadura [del proletariado y los campesinos pobres]? Significaría que sería aplastada la resistencia de los kornilovistas y quedaría restablecida y consumada la democratización completa del ejército. El 99% del ejército sería partidario entusiasta de esta dictadura a los dos días de establecida. Esta dictadura daría la tierra a los campesinos y todo el poder a los comités locales de campesinos. ¿Cómo puede alguien, entonces, si está en su sano juicio, poner en duda que los campesinos apoyarían semejante dictadura? Lo que Peshejónov sólo prometió (“la resistencia de los capitalistas ha sido aplastada”: palabras textuales de Peshejónov en su célebre discurso ante el Congreso de los Soviets), lo llevaría a la práctica esta dictadura, lo haría realidad, sin suprimir en lo más mínimo las organizaciones democráticas de abastecimiento, de control, etc., que han empezado ya a formarse, sino, por el contrario, apoyándolas y fomentándolas y eliminando todo lo que dificulte su funcionamiento.

Sólo la dictadura de los proletarios y de los campesinos pobres es capaz de romper la resistencia de los capitalistas, ejercer el poder con una audacia y una decisión en verdad grandiosas y asegurarse un apoyo entusiasta, sin reservas y auténticamente heroico de las masas tanto en el ejército como entre los campesinos.

El poder a los Soviets: eso es lo único que podría hacer gradual, pacífico y tranquilo el desarrollo ulterior, poniéndolo por completo al nivel de la conciencia y la decisión de la mayoría de las masas populares, al nivel de su propia experiencia. El poder a los Soviets significa la entrega total de la gobernación del país y del control de su economía a los obreros y a los campesinos, a quienes nadie se atrevería a oponer resistencia y quienes aprenderían rápidamente con su experiencia, con su propia experiencia, a distribuir acertadamente la tierra, las provisiones y el trigo.

sábado, septiembre 19

Podemos proponer un compromiso (Lenin)

Rabochi Put N º 3 del 6 (19) de setiembre de 1917

Acerca de los compromisos

Llamase compromiso en política a hacer concesiones respecto a ciertas demandas, a renunciar a una parte de las reivindicaciones propias en virtud de un acuerdo con otro partido.

La idea habitual del vulgo acerca de los bolcheviques, sostenida por la prensa que los calumnia, consiste en que jamás aceptan compromiso alguno con nadie.

Tal idea nos halaga como partido del proletariado revolucionario, pues demuestra que hasta los enemigos se ven obligados a reconocer nuestra fidelidad a los principios fundamentales del socialismo y de la revolución. Pero, con todo, hay que decir la verdad: esa idea no corresponde a los hechos. Engels estaba en lo cierto cuando en su crítica del manifiesto de los blanquistas de la Comuna (en 1873) ridiculizaba la declaración de éstos: “¡Ningún compromiso!”. Eso es una frase - decía él-, pues, a menudo, los compromisos de un partido que lucha son impuestos inevitablemente por las circunstancias y es absurdo renunciar de una vez para siempre “a cobrarse la deuda por partes”. La tarea de un partido auténticamente revolucionario no consiste en declarar imposible la renuncia a cualquier compromiso, sino en saber mantenerse fiel, a través de todos los compromisos -en la medida en que sean inevitables-, a sus principios, a su clase y a su misión revolucionaria, a su obra de preparar la revolución y educar a las masas populares para triunfar en la revolución.

Un ejemplo. Participar en la III y IV Dumas fue un compromiso, una renuncia temporal a las reivindicaciones revolucionarias. Pero fue un compromiso absolutamente forzoso, pues la correlación de fuerzas descartaba para nosotros, por cierto tiempo, la lucha revolucionaria de masas, y su larga preparación hacía necesario saber trabajar incluso desde dentro de semejante “pocilga”. La historia demostró que tal planteamiento del problema por los bolcheviques, como partido, era justo.

Ahora, el problema inmediato no es un compromiso forzoso, sino un compromiso voluntario.

Nuestro partido, como cualquier otro partido político, aspira a conquistar la dominación política para sí. Nuestra meta es la dictadura del proletariado revolucionario. Seis meses de revolución han confirmado con extraordinaria claridad, fuerza y elocuencia lo justo e inevitable de tal reivindicación, en interés precisamente de esta revolución, pues el pueblo no podrá obtener de otro modo ni una paz democrática, ni la tierra para los campesinos ni una libertad completa (una república plenamente democrática). Así lo han mostrado y demostrado el curso de los acontecimientos en el medio año de nuestra revolución, la lucha de clases y de los partidos, el desarrollo de las crisis del 20 y 21 de abril, del 9 y 10 y del 18 y 19 de junio, de los días 3, 4 y 5 de julio y del 27 al 31 de agosto.

Ahora se ha producido en la revolución rusa un viraje tan brusco y original que, como partido, podemos proponer un compromiso voluntario, cierto que no a la burguesía -nuestro directo y principal enemigo de clase-, sino a nuestros adversarios más próximos, a los partidos “dirigentes” de la democracia pequeñoburguesa: los eseristas y los mencheviques.

Como una mera excepción, únicamente forzados por una situación especial que, al parecer, se mantendrá sólo poquísimo tiempo, podemos proponer un compromiso a esos partidos y, a mi juicio, debemos hacerlo.

Es un compromiso, por nuestra parte, retornar a la reivindicación de antes de julio: todo el poder a los Soviets, formación de un gobierno de eseristas y mencheviques responsable ante los Soviets.

Ahora, sólo ahora, y quizás apenas durante unos pocos días o por una o dos semanas, un gobierno de ese tipo podría formarse y afianzarse de un modo completamente pacífico. Podría garantizar, con una probabilidad gigantesca, un movimiento pacífico de avance de toda la revolución en Rusia y ofrecería extraordinarias posibilidades de que dé grandes pasos adelante el movimiento mundial hacia la paz y hacia el triunfo del socialismo.

Sólo en nombre de ese desarrollo pacífico de la revolución -posibilidad extraordinariamente rara en la historia y extraordinariamente valiosa, excepcionalmente insólita-, sólo en nombre de ella, pueden y deben, a mi parecer, aceptar tales compromisos los bolcheviques, partidarios de la revolución mundial y de los métodos revolucionarios.

El compromiso consistiría en que los bolcheviques, sin pretender participar en el gobierno (cosa imposible para un internacionalista si no se realizan efectivamente las condiciones de la dictadura del proletariado y de los campesinos pobres), renunciaran al paso inmediato del poder al proletariado y a los campesinos pobres y a los métodos revolucionarios de lucha por esa reivindicación. La condición, de por sí evidente y nada nueva para los eseristas y los mencheviques, sería la plena libertad de agitación y la convocatoria de la Asamblea Constituyente, sin nuevas dilaciones e incluso en un plazo más breve.

Los mencheviques y los eseristas, como bloque gubernamental, accederían (en el supuesto de que se llegara al compromiso) a constituir un gobierno, íntegra y exclusivamente responsable ante los Soviets, pasando a manos de éstos todo el poder también en las localidades. En eso consistiría la “nueva” condición. Creo que los bolcheviques no pondrían otras condiciones, confiando en que la verdadera y completa libertad de agitación y la inmediata aplicación de nuevos principios democráticos en la composición de los Soviets (nuevas elecciones) y en su funcionamiento garantizarían de por sí el avance pacífico de la revolución y pondrían fin pacíficamente a las luchas entre los partidos dentro de los Soviets.

¿Quizá esto sea ya imposible? Quizá. Pero si existe, aunque sólo sea una posibilidad entre cien, valdría la pena intentarlo.

...esta probabilidad dimana de la decisión de los eseristas y mencheviques de no colaborar en un gobierno del que formen parte los democonstitucionalistas.

Los bolcheviques ganarían al obtener la posibilidad de hacer con entera libertad agitación en pro de sus opiniones y, en condiciones efectiva y enteramente democráticas, conquistar influencia en los Soviets. De palabra, “todos” reconocen hoy esa libertad a los bolcheviques. Pero, en la práctica, es imposible bajo un gobierno burgués o con participación de la burguesía, bajo un gobierno que no sea soviético. Con un gobierno de los Soviets, esa libertad sería posible (no decimos: garantizada con seguridad, pero, no obstante, posible). En aras de esa posibilidad, en un momento tan difícil, habría que decidirse a un compromiso con la mayoría actual de los Soviets. Con una verdadera democracia, nosotros nada debemos temer, pues la vida está a nuestro favor, e incluso la forma en que se desarrollan las corrientes dentro de los partidos eserista y menchevique, hostiles a nosotros, confirma que estamos en lo cierto.

Los mencheviques y los eseristas ganarían al recibir en el acto la plena posibilidad de realizar el programa de su bloque, apoyándose en la mayoría, a ciencia cierta inmensa, del pueblo y asegurándose la utilización “pacífica” de su mayoría en los Soviets...

* * *
Las líneas precedentes fueron escritas el viernes, 1 de septiembre, y, debido a circunstancias casuales (la historia dirá que, en los tiempos de Kerenski, no todos los bolcheviques gozaban del derecho a elegir libremente su lugar de residencia), no llegaron a la Redacción ese mismo día. Y después de haber leído los periódicos del sábado y los de hoy, domingo, me digo: quizá sea demasiado tarde para proponer un compromiso. Quizá hayan pasado también los pocos días en que era posible todavía un desarrollo pacífico. Sí, todo indica que han pasado ya. Kerenski se irá, de uno u otro modo, del partido eserista, se alejará de los eseristas y se afianzará, con ayuda de los burgueses, sin los eseristas y gracias a la inacción de éstos... Sí, todo indica que han pasado ya los días en que era posible casualmente la vía de desarrollo pacífico. Sólo me resta enviar estas notas a la Redacción, rogándole que las encabece así: Pensamientos tardíos... A veces, tal vez pueda tener cierto interés conocer algunos pensamientos tardíos.

3 de septiembre de 1917

miércoles, septiembre 2

Hoy es el día de las elecciones (Stalin)

Proletari Nº 7 del 20 de agosto (2 de setiembre) de 1917

Hoy se celebran las elecciones a la Duma municipal de Petrogrado. El resultado depende de vosotros, camaradas obreros y camaradas soldados. Las elecciones son por sufragio universal e igual. El voto de cada soldado, de cada obrero, de cada obrera será igual al voto del capitalista, del casero, del profesor, del funcionario. Vosotros, camaradas, y solamente vosotros, tendréis la culpa si no sabéis hacer uso de este derecho.

Habéis sabido luchar en la calle contra los “faraones” [policías] zaristas. Sabed ahora luchar por vuestros intereses, votando por nuestro Partido.

Habéis sabido defender vuestros derechos frente a la contrarrevolución. ¡Sabed ahora negarle vuestra confianza en las elecciones de hoy!

Habéis sabido arrancar la careta a los traidores a la revolución. Sabed ahora decirles: “¡Fuera las manos!”.

Ante vosotros aparece, en primer término, el partido de Miliukov, el partido de la libertad popular. Este partido defiende los intereses de los terratenientes y de los capitalistas. Este partido está contra los obreros, los campesinos y los soldados, ya que se pronuncia contra el control obrero en la industria, contra la entrega de las tierras de los terratenientes a los campesinos, en favor de la pena de muerte para los soldados en el frente. Es el partido de los demócratas constitucionalistas el que exigía ya a principios de junio una ofensiva inmediata en el frente, la ofensiva que ha costado al país centenares de miles de vidas. Es el partido de los demócratas constitucionalistas el que procuró y, por fin, consiguió el triunfo de la contrarrevolución, las medidas de represión contra los obreros, los soldados y los marinos. Votar por el partido de Miliukov es traicionarse uno mismo y traicionar a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos en la retaguardia y en el frente.

Camaradas: ¡Ni un voto para el partido de la libertad popular!

Ante vosotros tenéis, además, a los defensistas, los partidos de los mencheviques y de los socialrevolucionarios. Estos partidos defienden los intereses de los pequeños propietarios acomodados de la ciudad y del campo. Por eso, siempre que la lucha de clases adquiere un carácter decisivo, aparecen en un mismo campo al lado de los terratenientes y los capitalistas, contra los obreros, los campesinos y los soldados. Así ocurrió en los días de julio, cuando los partidos de los mencheviques y de los eseristas, en alianza con la burguesía, desarmaban a los obreros y soldados y se ensañaban con ellos. Así ocurrió en los días de la Conferencia de Moscú, cuando estos partidos, en alianza con la burguesía, aprobaron la represión y la pena de muerte contra los obreros y los soldados en el frente.

Si la contrarrevolución salió vencedora, es, entre otras cosas, porque los partidos de los eseristas y de los mencheviques le ayudaron a reprimir la revolución, concertando un acuerdo con los terratenientes y los capitalistas.

Si ahora se afianza la contrarrevolución, es, entre otras cosas, porque los partidos de los eseristas y de los mencheviques la amparan de la ira popular, cumpliendo sus mandatos bajo la bandera de la revolución.

Votar por estos partidos significa votar por la alianza con la contrarrevolución, contra los obreros y los campesinos pobres.

Votar por estos partidos significa votar por la aprobación de las detenciones en la retaguardia y de la pena de muerte en el frente.

Camaradas: ¡Ni un voto para los defensistas, para los mencheviques, para los socialrevolucionarios!

Ante vosotros tenéis, por último, el grupo de “Nóvaia Zhizn” correspondiente a la lista Nº12. Este grupo expresa el espíritu de los intelectuales carentes de base, divorciados de la vida y del movimiento. Por eso fluctúa eternamente entre la revolución y 1a contrarrevolución, entre la guerra y la paz, entre los obreros y los capitalistas, entre los terratenientes y los campesinos.

De un lado, está en favor de los obreros; de otro lado, no quiere romper con los capitalistas. Por eso abjura tan indecorosamente de la manifestación de julio de los obreros y los soldados.

De un lado, está en favor de los campesinos; de otro lado, no rompe tampoco con los terratenientes. Por eso se opone a la entrega inmediata de las tierras de los terratenientes a los campesinos, proponiendo esperar hasta la Asamblea Constituyente, cuya convocatoria ha sido aplazada, quizá para siempre.

De palabra, el grupo de “Nóvaia Zhizn” está por la paz; de hecho, en contra de la paz, ya que invita a respaldar el “Empréstito de la libertad”, destinado a proseguir la guerra imperialista.

Ahora bien, el que respalda el “Empréstito de la libertad” contribuye a la prolongación de la guerra, ayuda a los imperialistas, lucha, en realidad, contra el internacionalismo.

De palabra, el grupo de “Nóvaia Zhizn” está contra las represiones y las cárceles; de hecho, en favor de las represiones y de las cárceles, ya que ha sellado una alianza con los defensistas, partidarios tanto de las represiones como de las cárceles.

Ahora bien, el que pacta alianzas con los defensistas ayuda a la contrarrevolución, lucha, en realidad, contra la revolución.

¡Aprended, camaradas, a conocer a los hombres por los hechos, y no por las palabras!

¡Aprended a juzgar los partidos y los grupos por sus actos, y no por sus promesas!

Si el grupo de “Nóvaia Zhizn” propone luchar por la paz y al mismo tiempo invita a respaldar el “Empréstito de la libertad”, sabed que así lleva el agua al molino de los imperialistas.

Si el grupo de “Nóvaia Zhizn” coquetea a veces con los bolcheviques y al mismo tiempo apoya a los defensistas, sabed que así lleva el agua al molino de la contrarrevolución.

Votar por este grupo de dos caras, votar por la lista Nº 12, significa ponerse al servicio de los defensistas, que, a su vez, sirven a la contrarrevolución.

Camaradas: ¡Ni un voto para el grupo de “Nóvaia Zhizn”!

Nuestro Partido es el partido de los obreros de la ciudad y del campo, el partido de los campesinos pobres, el partido de los oprimidos y explotados.

Todos los partidos burgueses, todos los periódicos burgueses, todos los grupos vacilantes y ambiguos odian y calumnian a nuestro Partido.

¿Por qué? Porque:

sólo nuestro Partido está por la lucha revolucionaria contra los terratenientes y capitalistas;
sólo nuestro Partido está por el paso inmediato de las tierras de los terratenientes a manos de los Comités campesinos;
sólo nuestro Partido está por el control obrero en la industria, contra todos los capitalistas;
sólo nuestro Partido está por la organización democrática del intercambio entre la ciudad y el campo, contra los especuladores y los bandidos del comercio;
sólo nuestro Partido está por el aniquilamiento total de la contrarrevolución en la retaguardia y en el frente;
sólo nuestro Partido defiende sin titubeos las organizaciones revolucionarias de los obreros, de los campesinos y de los soldados;
sólo nuestro Partido lucha resuelta y revolucionariamente por la paz y la fraternidad de los pueblos;
sólo nuestro Partido lucha resueltamente y sin vacilaciones en favor de la conquista del Poder por los obreros y los campesinos pobres;
sólo nuestro Partido, y sólo él, no se ha manchado con la vergüenza de apoyar la pena de muerte en el frente.

Por eso los burgueses y los terratenientes odian tanto a nuestro Partido. Por eso debéis votar hoy en favor de nuestro Partido.

Obreros, soldados, obreras: ¡Votad por nuestro Partido, por la lista Nº 6!

lunes, agosto 31

La verdad de nuestra derrota en el Frente (Stalin)

Proletari Nº 6 del 18 (31) de agosto de 1917

Insertamos a continuación extractos de dos artículos, de carácter documental, sobre las causas de la derrota sufrida en julio por nuestras tropas.

Ambos artículos, tanto el de Arseni Mérich (publicado en “Dielo Naroda”) como el de V. Borísov (en “Nóvoe Vremia”), intentan hacer un estudio imparcial de la derrota de julio, desechando las baratas acusaciones que gentes indignas lanzan contra los bolcheviques.

Por ello sus confesiones y asertos son tanto más valiosos. El artículo de A. Mérich habla principalmente de los culpables de la derrota. Resulta que los culpables son “los ex policías y los ex gendarmes” y, sobre todo, “ciertos automóviles” pertenecientes a no se sabe quién, que recorrieron el ejército que defendía Tarnópol y Chernovitsi, ordenando a los soldados la retirada. Qué automóviles eran ésos y cómo pudo permitir el mando esa descarada provocación, es cosa que, desgraciadamente, no dice el autor. Pero sí dice clara y concretamente que fue una “retirada provocada”, una “traición perpetrada de acuerdo con un plan deliberado y preconcebido”; que se está llevando a cabo una investigación y que pronto “el secreto será descubierto”.

¿Y los bolcheviques? ¿Qué hay de la “traición bolchevique”?

De ello no encontramos en el artículo de A. Mérich ¡ni una sola línea, ni una sola palabra!

Es todavía más interesante el artículo de V. Borísov publicado en “Nóvoe Vremia”. En él no se habla tanto de los culpables, como de las causas de la derrota.

El artículo declara sin circunloquios que “descarga al bolchevismo de la infundada acusación de ser el culpable de nuestra derrota”, que ésta no ha sido debida al bolchevismo, sino a “causas más profundas”, que deben ser puestas en claro y eliminadas. Pero ¿qué causas son ésas? Ante todo, que la táctica de ofensiva no vale para nosotros, tomando en cuenta la “poca madurez de nuestros generales”, el mal “pertrechamiento” de nuestras tropas y la falta de organización de los soldados. Después, la ingerencia de “diletantes” (de elementos inexpertos), que insistieron en que se emprendiese la ofensiva y que, en junio, se salieron con la suya. Y, finalmente, la excesiva disposición del gobierno a cumplir los consejos de los aliados acerca de la necesidad de la ofensiva, sin tomar en cuenta la situación real en el frente.

Resumiendo: “nuestra” general falta de preparación para la ofensiva, que ha hecho de ella una aventura sangrienta.

Es decir, se ha confirmado todo aquello contra lo que los bolcheviques y “Pravda” previnieron reiteradas veces, razón por la cual fueron calumniados y perseguidos por todos cuantos tuvieron simplemente ese antojo.

Así hablan hoy las que todavía ayer nos hacían responsables de la derrota en el frente.

Nosotros estamos lejos de darnos por satisfechos con las revelaciones y con los argumentos de carácter estratégico y de otra índole de “Nóvoe Vremia”, que ahora estima necesario “descargar a los bolcheviques de la infundada acusación de ser los culpables de nuestra derrota”.

También estamos lejos de considerar que las manifestaciones de A. Mérich agoten el tema.

Pero no podemos por menos de señalar que si el periódico ministerial “Dielo Naroda” no estima ya posible silenciar quiénes son los verdaderos culpables de la derrota, si hasta (¡hasta!) el “Nóvoe Vremia” de Suvorin, que todavía ayer atribuía a las bolcheviques la culpa de la derrota, considera ahora necesario, “descargar a los bolcheviques” de esta acusación, ello demuestra que las agujas en costal no se pueden disimular, que la verdad acerca de la derrota es demasiada visible para poder silenciarla, que la verdad de quiénes son los culpables de la derrota, sacada a la luz del día por los mismos soldados, está a punto de abofetear a los propios acusadores y que seguir callando sería buscarse un contratiempo...

Es evidente que la acusación contra los bolcheviques, haciéndoles responsables de la derrota, acusación urdida por enemigos de la revolución, como los señores de “Nóvae Vremia”, y apoyada por “amigos” de la revolución, como los señores de “Dielo Naroda”, ha fracasado irreparablemente.

Por ello, y sólo por ello, esos señores se han decidido ahora a hablar de los verdaderos culpables de la derrota.

¿No es cierto que esos caballeros se parecen mucho a las sabias ratas que abandonan las primeras el barco que se va a pique?...

¿Qué conclusiones debemos sacar de todo esto?

Se nos dice que están investigándose las causas de la derrota en el frente y se nos asegura que pronto “el secreto será descubierto”. Pero ¿qué garantías tenemos que no se ocultarán los resultados de la investigación, de que ésta será objetiva y de que los culpables serán castigados como merecen?

Por eso, nuestra primera propuesta es: conseguir que en la comisión investigadora participen representantes de los propios soldados.

Sólo esa participación puede garantizar que los verdaderos culpables de la “retirada provocada” sean descubiertos.

Esa es la primera conclusión.

Se nos habla de las causas de la derrota y se recomienda no repetir los viejos “errores”. Pero ¿qué garantías tenemos de que los “errores” sean efectivamente errores, y no un “plan preconcebido”? ¿Quién puede garantizar que, después de haber sido “provocada” la entrega de Tarnópol, no será “provocada” también la entrega de Riga y de Petrogrado, con el propósito de desacreditar a la revolución y después reedificar sobre sus ruinas el odiado viejo régimen?

Por eso nuestra segunda propuesta es: establecer el control de representantes de los propios soldados sobre los actos de sus jefes y destituir inmediatamente a todos los mandos sospechosos.

Sólo tal control puede asegurar a la revolución contra provocaciones criminales en gran escala.

Esa es la segunda conclusión.

domingo, agosto 30

Los resultados de la Conferencia de Moscú (Stalin)

Prolelari Nº 4 del 17 (30) de agosto de 1917

La Conferencia de Moscú ha terminado.

Ahora, después del “violento choque de los dos campos opuestos”, después de la “sangrienta batalla” de los Miliukov contra los Tsereteli, ahora que el “combate” ha concluido y los heridos han sido retirados, se puede preguntar: ¿cómo ha terminado la “batalla” de Moscú?, ¿quién ha ganado y quién ha perdido?

Los demócratas constitucionalistas se frotan las manos de satisfacción. “El partido de la libertad popular puede sentirse orgulloso -dicen- de que sus consignas... hayan sido reconocidas... como consignas de todo el pueblo” (“Riech”).

Los defensistas también están contentos, pues hablan del “triunfo de la democracia” (léase: ¡de los defensistas!) y aseguran que “la democracia ha salido fortalecida de la Conferencia de Moscú” (“Izvestia”). “El bolchevismo debe ser destruido”, dice Miliukov en la Conferencia, entre los aplausos atronadores de los representantes de las “fuerzas vivas”.

Eso es lo que estamos haciendo, responde Tsereteli, pues “ya se ha promulgado una ley de excepción” contra el bolchevismo. Tengan en cuenta que “la revolución (léase: ¡la contrarrevolución!) aun no tiene experiencia de lucha contra el peligro de izquierda”. Dennos tiempo para adquirir esa experiencia.

Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor destruir el bolchevismo poco a poco que hacerlo de golpe, y además, no actuando directamente, con sus propias manos, sino con manos ajenas, con las manos de esos mismos “socialistas” defensistas.

Hay que “suprimir los Comités y los Soviets”, dice el general Kaledin, bajo los aplausos de los representantes de las “fuerzas vivas”.

Cierto, le responde Tsereteli, pero aún es pronto, pues no se pueden desmontar estos andamios cuando el edificio de la revolución libre (léase: ¡de la contrarrevolución!) todavía no está terminado”. ¡Dennos tiempo para “terminar la obra”, y después serán eliminados los Soviets y los Comités!

Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor reducir los Comités y los Soviets al papel de simples apéndices de la máquina imperialista que destruirlos de golpe.

El resultado es “júbilo general” y “satisfacción”.

Por algo dicen los periódicos que entre los ministros socialistas y los ministros demócratas constitucionalistas la unidad es hoy mayor que antes de la Conferencia”. (“Nóvaia Zhizn”).

¿Preguntáis quién ha ganado?

Han ganado los capitalistas, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no tolerar la ingerencia de los obreros (¡el control!) en la administración de las empresas”.

Han ganado los terratenientes, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no emprender ninguna reforma radical en el problema de la tierra”.

Han ganado los generales contrarrevolucionarios, pues la Conferencia de Moscú ha aprobado la pena de muerte.

¿Preguntáis quién ha ganado?

Ha ganado la contrarrevolución, pues se ha organizado en escala nacional, agrupando en torno suyo a todas las “fuerzas vivas” del país, del tipo de Riabushinski y Miliukov, Tsereteli y Dan, Alexéiev y Kaledin.

Ha ganado la contrarrevolución, pues la llamada “democracia revolucionaria” ha sido puesta a su disposición, como un escudo apropiado contra la indignación del pueblo.

Ahora los contrarrevolucionarios no están solos. Ahora toda la “democracia revolucionaria” trabaja para ellos. Ahora tienen a su disposición la “opinión pública” de la “tierra rusa”, que los señores defensistas trabajarán “asiduamente”.

La coronación de la contrarrevolución: ése es el resultado de la Conferencia de Moscú.

Los defensistas, que ahora peroran acerca del “triunfo de la democracia”, ni siquiera sospechan que han sido tomados como simples lacayos para servir a los contrarrevolucionarios triunfantes.

Ese, y sólo ése, es el sentido político de la “coalición honrada” de que hablaba “implorante” el señor Tsereteli y contra la que nada tienen los Miliukov.

Una “coalición” de los defensistas con las “fuerzas vivas” de la burguesía imperialista, contra el proletariado revolucionario y los campesinos pobres: tales son los resultados de la Conferencia de Moscú.

Si esta “coalición” contrarrevolucionaria valdrá por largo tiempo a los defensistas, es cosa que el futuro próximo ha de demostrar.

miércoles, agosto 26

Comité Restringido del CC del 13 (26) de agosto de 1917

(Falta en el original la lista de los presentes)

Orden del día:

1. Traspaso de la imprenta
2. El periódico Soldat
3. Liquidación de los asuntos de Rabochi y Soldat.

Se decidió traspasar la imprenta así como el Priboi a otras manos, en vista de la posibilidad de que sean confiscados. Es de desear el traspaso de la imprenta a los sindicatos. Se ha encargado a Sverdlov de la ejecución de esta resolución.

En lo concerniente al periódico Soldat, se decidió rebautizarlo como Proletari y pasarlo al CC para que haga las veces de órgano central del mismo. Esta decisión fue tomada en vista de las dudas en cuanto a la posibilidad de editar el Proletari en la imprenta de Trud, es decir, a partir de consideraciones de orden técnico. La ejecución de esta decisión es confiada a Stalin.

En lo concerniente a la liquidación del Rabochi y Soldat, se ha decidido pedir cuenta detallada de los ingresos y los gastos y transferir el resto a la caja del CC.

La contrarrevolución y los pueblos de Rusia (Stalin)

Proletari Nº 1 del 13 (26) de agosto de 1917

En los días de la revolución y de las transformaciones democráticas, el movimiento se desarrollaba bajo la bandera de la emancipación.

Los campesinos se emancipaban de la omnipotencia de los terratenientes. Los obreros se emancipaban de los caprichos de la dirección de las fábricas. Los soldados se emancipaban de la tiranía de los generales...

El proceso de emancipación no podía menos de extenderse a los pueblos de Rusia, oprimidos durante siglos por el zarismo.

El decreto de la “igualdad de derechos” de los pueblos y la abolición efectiva de las restricciones nacionales; los congresos de los ucranianos, los finlandeses, los bielorrusos y la cuestión de la república federal; la proclamación solemne del derecho de las naciones a la autodeterminación y las promesas oficiales de “no poner obstáculos”: todo ello evidenciaba el gran movimiento de los pueblos de Rusia por la liberación.

Eso fue en los días de la revolución, cuando los terratenientes se habían retirado de la escena y la burguesía imperialista se veía acorralada por el embate de la democracia.

Al retornar al Poder los terratenientes (¡los generales!) y al triunfar la burguesía contrarrevolucionaria, la situación ha cambiado por completo.

Son relegadas al olvido las “grandes palabras” acerca de la autodeterminación y las promesas solemnes de “no poner obstáculos”. Hoy se ponen los obstáculos más increíbles, llegando a la ingerencia franca en la vida interna de los pueblos. Es disuelta la Dieta de Finlandia, con la amenaza de “declarar en Finlandia el estado de sitio si ello fuera necesario” (“Viechérneie Vremia”, 9 de agosto). Se desata una campaña contra la Rada y el Secretariado de Ucrania, con la clara intención de decapitar la autonomía de Ucrania. Al mismo tiempo, resurgen los viejos y despreciables métodos de provocación de choques entre las nacionalidades y la criminal sospecha de “traición”, con el fin de desencadenar las fuerzas contrarrevolucionarias chovinistas y, después, ahogar en torrentes de sangre la idea misma de la liberación nacional, abrir abismos entre los pueblos de Rusia y sembrar la enemistad entre ellos, para alegría de los enemigos de la revolución.

De esa manera se asesta un golpe mortal a la unión de dichos pueblos en una familia estrechamente hermanada.

Es de por sí evidente que la política de “alfilerazos” nacionales no une a los pueblos, sino que los divide, fomentando en ellos las tendencias “separatistas”.

Es de por sí evidente que la política de opresión nacional seguida por la burguesía contrarrevolucionaria encierra ese mismo peligro de “desintegración” de Rusia contra el que la prensa burguesa clama con tal falsedad e hipocresía.

Es de por sí evidente que la política de azuzar a unas nacionalidades contra otras es esa misma despreciable política que, por fomentar la desconfianza mutua y la enemistad entre los pueblos, escinde las fuerzas del proletariado de toda Rusia y mina así los cimientos mismos de la revolución.

Precisamente por eso todas nuestras simpatías están con los pueblos sojuzgados y oprimidos, que luchan, como es natural, contra esa política.

Precisamente por eso dirigimos nuestras armas contra quienes aplican, encubriéndose con el rótulo de la “autodeterminación” de los pueblos, una política de anexiones imperialistas y de “unificación” forzosa.

Nosotros no nos oponemos, en absoluto, a la unión de los pueblos en un solo y único Estado. Nosotros no estamos, ni mucho menos, en favor de la división de los grandes Estados en Estados pequeños, pues es evidente de por sí que la unión de los pequeños Estados en Estados grandes constituye una de las condiciones que facilitan el establecimiento del socialismo.

Pero nosotros somos resueltos partidarios de que esa unión sea voluntaria, porque sólo así será verdadera y sólida.

Mas para ello se precisa, ante todo, el reconocimiento total y absoluto del derecho de los pueblos de Rusia a la autodeterminación, incluido el derecho de separarse de Rusia.

Es necesario, además, que el reconocimiento verbal sea respaldo por hechos, que se permita a los pueblos determinar ya ahora en sus asambleas constituyentes acerca de sus territorios y de las formas de su estructuración política.

Esa es la única política que puede fortalecer la confianza y la amistad entre los pueblos. Esa es la única política que puede abrir el camino a la verdadera unión de los pueblos.

No cabe duda de que los pueblos de Rusia no son infalibles y pueden cometer errores al organizar su vida. Es deber de los marxistas rusos señalar esos errores a los pueblos y, en primer lugar, a sus proletarios, y esforzarse por corregirlos mediante la crítica y la persuasión. Pero nadie tiene derecho a inmiscuirse por la violencia en la vida interna de las naciones y a “enmendar” por la fuerza sus errores. Las naciones son soberanas en cuanto a su vida interna se refiere y tienen derecho a organizarse conforme a sus deseos.

Estas son las reivindicaciones fundamentales de los pueblos de Rusia, proclamadas por la revolución y que la contrarrevolución está ahora pisoteando.

Es imposible llevar a efecto esas reivindicaciones mientras las fuerzas contrarrevolucionarias estén en el Poder.

La victoria de la revolución es el único camino para emancipar de la opresión nacional a los pueblos de Rusia.

Conclusión única: el problema de la emancipación del yugo nacional es un problema relacionado con el Poder. La opresión nacional tiene sus raíces en la dominación de los terratenientes y de la burguesía imperialista. Transferir el Poder al proletariado y a los campesinos revolucionarios supone, precisamente, emancipar de toda opresión nacional a los pueblos de Rusia.

O los pueblos de Rusia apoyan la lucha revolucionaria de los obreros por el Poder, en cuyo caso obtendrán su liberación; o no la apoyan, en cuyo caso no verán su liberación como no ven sus propias orejas.

viernes, agosto 21

Comité Restringido del CC Bolchevique del 8 (21) de agosto de 1917

Presentes: Bujarin, Joffe, Smilga, Dzerzhinsky, Miliutin, Sverdlov, Uritsky, Stalin, Stasova, Muranov.

Orden del día:

1. Conferencia sobre la Defensa
2. La revista
3. Congreso
*
5. Comité de Petersburgo
6. Huelga de hambre en Kresti [prisión.DR]
7. K(ámenev)

En primer término, se ha resuelto la cuestión de saber si los bolcheviques deben intervenir en la Conferencia sobre la Defensa haciendo una declaración. Sverdlov ha sido encargado de realizar esta resolución.

Se decidió intitular la revistaProsvischeniye”. La proposición de intitularla “Kommunist” tuvo un voto menos. La distribución de sectores, el preseupuesto y la lista de colaboradores han sido aprobados.

El Comité ha escuchado un informe sobre Vperiod [periódico de Trostky y Lunacharsky. DR], que será enteramente transmitido al CC. Se decidió componer un comité de redacción con la misma tríada del CC más Uritsky y Bezrabotny (Manuilsky) [ambos miembros del grupo de Trotsky y Lunacharsky.DR].

Congreso

Se decidió conceder inmediatamente y hasta el 4 de setiembre un permiso a Stasova, así como posponer la discusión sobre el permiso de Miliutin hasta la llegada de Bubnov.

Uritsky y Smilga presentaron su informe concerniente al trabajo del Comité de Petersburgo:

1) con respecto a la campaña municipal se ha preparado una lista de 60 miembros designados para la Duma municipal central; se redactaron los textos de tres llamamientos (a los obreros, a los soldados y a las mujeres); se decidió organizar, domingo 13 (agosto), reuniones electorales en todos los rincones de la ciudad;
2) el Comité de Petersburgo presentará cuentas en la primera oportunidad; la dificultad se debe a que el material fue capturado por el contraespionaje;
3) Volodarsky es elegido para el comité de redacción;
4) el Comité de Petersburgo ha decidido formar una sociedad por acciones para adquirir una imprenta, y tiene intención de editar su propio órgano;
5) el Comité de Petersburgo pide permiso al CC para examinar el caso B(agdatiev);
6) el Comité de Petersburgo va a ser reorganizado –seráconvocada una Conferencia de toda la ciudad próximamente.

El plan de la campaña municipal del Comité de Petersburgo ha sido aprobado, así como la lista de candidatos presentada por el Comité de Petersburgo, con excepción de uno: T [ilegible].

En cuanto concierne al caso B(agdatiev), la investigación del Comité de Petersburgo ha quedado satisfecha, pero se ha agregado que sería deseable un examen similar a propósito de B(agdatiev) y de S[ilegible].

La resolución del CC (Pleno) en que se precisa que provisionalmente no aparecerá más que un solo órgano, el Rabochi y Soldat, ha sido confirmada.

Se recibe la información de que se prevé una huelga de hambre en Kresti y que Trotsky está en contra. Se decidió averiguar si la huelga había comenzado ya y, en caso de una respuesta afirmativa, obtener con ayuda del CC, en las fábricas y talleres, resoluciones de protesta contra la actitud de las autoridades con respecto a los arrestados (un llamamiento correspondiente en el diario). En caso de que la misma no haya comenzado aún, debe aparecer en ese periódico un llamamiento a que no se haga la huelga de hambre, pero la campaña de protesta debe tener lugar en cualquier caso.

Se decidió constituir una comisión de abogados para organizar la defensa en procesos políticos por venir.

El caso K(ámenev).

Es separado del trabajo. Se decidió no examinar su actitud en el momento de su intervención en el Comité Ejecutivo Central antes de obtener una explicación de su parte, conforme a su petición.

En lo concerniente a nuestra actitud respecto de la Conferencia de Estocolmo, la misma será claramente explicada en el artículo que debe aparecer mañana, 9, en Rabochi i Soldat.

En los debates ha llamado la atención la actitud de K(ámenev) con respecto a L(enin) y Z(inoviev) (se trata de la no comparecencia).

CC Bolchevique: Conferencia de Moscú es un órgano de complot contra la revolución

Resolución del CC del POSDR (b) sobre la Conferencia de Moscú del 12 de agosto
6 (19) de agosto de 1917


Rabochi i Soldat Nº 14 del 8 (21) de agosto de 1917


En la hora actual, el poder estatal en Rusia está en vías de pasar enteramente a manos de la burguesía contrarrevolucionaria imperialista con el apoyo no disimulado de los partidos pequeñoburgueses, de los eseristas y mencheviques. La política que atiza y prolonga la guerra, la negativa a entregar la tierra a los campesinos, la privación al soldado de sus derechos, el restablecimiento de la pena de muerte, la violencia contra Finlandia y Ucrania, en fin, el ataque furioso contra la parte más revolucionaria del proletariado –los socialdemócratas internacionalistas-, tales son los fenómenos más evidentes del imperio de la política contrarrevolucionaria. Para reforzar su influencia y sus posiciones, la burguesía contrarrevolucionaria se esfuerza por crear un centro poderoso para toda Rusia, por reunir sus fuerzas y alzarse, armada hasta los dientes, contra el proletariado, contra la democracia: a eso está destinada la Conferencia de Moscú convocada para el 12 de agosto.

La Conferencia de Moscú, compuesta en su mayor parte de representantes de instituciones del régimen abolido por la revolución, como la Duma de Estado, nido de la contrarrevolución, así como de representantes de numerosas organizaciones de la más grande burguesía, tiene por tarea la de falsificar la opinión pública y confundir así a las amplias masas populares. Mientras que, con la sola convocatoria de la Conferencia de Moscú, está en vías de organizarse un centro de la burguesía contrarrevolucionaria; los Soviets, los comités de soldados y de campesinos, se ven obligados de manera sistemática a asumir el papel de simples anexos del mecanismo imperialista. Mientras se organiza la Conferencia de Moscú, la Asamblea Constituyente se ve perpetuamente postergada. Prudente, la burguesía, sin embargo, se aproxima con firmeza a su fin, que es el de sabotear la Asamblea Constituyente, el de reemplazarla por organismos donde el predominio le queda asegurado.

Por consiguiente, la tarea de la Conferencia de Moscú consiste en sancionar una política contrarrevolucionaria, en sostener la prosecución de la guerra imperialista, en defender los intereses de la burguesía y de los terratenientes, en estabilizar, con su autoridad, las persecuciones de obreros y de campesinos revolucionarios. Así, pues, la Conferencia de Moscú, encubierta y apoyada por los partidos pequeñoburgueses, eserista y menchevique, es en realidad un complot contra la revolución y contra el pueblo.

Partiendo de lo antedicho, el CC del POSDR propone a las organizaciones del Partido: 1) desenmascarar la Conferencia de Moscú como órgano de complot contra la revolución; 2) desenmascarar la política contrarrevolucionaria de los eseristas y mencheviques que apoyan esta Conferencia; 3) organizar protestas masivas de obreros, campesinos y soldados contra la Conferencia.

Contra la Conferencia de Moscú (Stalin)

Rabochí í Soldat Nº 14 del 8 (21) de agosto de 1917

El desarrollo de la contrarrevolución está entrando en una nueva fase. De los asaltos y de las destrucciones está pasando a la consolidación de las posiciones conquistadas. Del desenfreno y los desmanes está pasando al “cauce legal” de la “estructuración constitucional”.

La revolución puede y debe ser derrotada, dicen los contrarrevolucionarios. Pero eso no basta. Además, hace falta que eso sea aprobado. Y las cosas deben ser amañadas de manera que la aprobación la dé el propio “pueblo”, la “nación”, y no sólo en Petrogrado o en el frente, sino en toda Rusia. Entonces la victoria sería firme. Entonces las conquistas logradas podrían servir de base para futuras victorias de la contrarrevolución.

Pero ¿cómo se puede amañar eso?

Se podría acelerar la convocatoria de la Asamblea Constituyente, única representante de todo el pueblo ruso, y pedirle que aprobase la política de guerra y de ruina, de asaltos y de detenciones, de palizas y de fusilamientos.

Pero la burguesía no dará ese paso. La burguesía sabe que en la Asamblea Constituyente, donde los campesinos serán mayoría, no logrará que sea reconocida ni aprobada la política de la contrarrevolución.

Por eso se esfuerza para conseguir (¡ya lo ha conseguido!) que se aplace la convocatoria de la Asamblea Constituyente. Probablemente, seguirá aplazándola hasta lograr, por fin, frustrarla para siempre.

Pero, ¿dónde está la “salida”?

La “salida” está en suplantar la Asamblea Constituyente por la “Conferencia de Moscú”.

La “salida” está en suplantar la voluntad del pueblo por la voluntad de las altas esferas de la burguesía y de los terratenientes, sustituyendo la Asamblea Constituyente por esa “Conferencia de Moscú”.

Convocar una conferencia de comerciantes y de industriales, de terratenientes y de banqueros, de diputados de la Duma zarista y de mencheviques y eseristas ya domesticados, a fin de proclamar esa conferencia “Concilio Nacional” y lograr luego que apruebe la política de imperialismo y de contrarrevolución, la política de cargar el peso de la guerra sobre las espaldas de los obreros y de los campesinos: ésa es la “salida” para la contrarrevolución.

La contrarrevolución necesita su propio parlamento, su propio centro, y lo está creando.

La contrarrevolución necesita la confianza de la “opinión pública”, y la está creando.

Ahí está el quid de la cuestión.

A este respecto, la contrarrevolución sigue el mismo camino que la revolución. La contrarrevolución aprende de la revolución.

La revolución tenía su parlamento, su centro efectivo, y se sentía organizada.

Ahora la contrarrevolución se esfuerza por crear su parlamento, y lo está creando en el corazón mismo de Rusia, en Moscú, con las manos -¡oh, ironía del destino!- de los eseristas y de los mencheviques.

¡Y eso cuando el parlamento de la revolución ha sido reducido al papel de mero apéndice de la contrarrevolución burguesa imperialista, cuando se ha declarado una guerra a muerte a los Soviets y a los Comités de obreros, campesinos y soldados!

No es difícil comprender que, en tales condiciones, la Conferencia convocada en Moscú para el 12 de agosto ha de transformarse inevitablemente en un órgano de conspiración contrarrevolucionaria contra los obreros, a quienes se amenaza con los lockouts y el paro; contra los campesinos, a quienes “no se da” tierra; contra los soldados, a quienes se priva de la libertad conquistada en los días de la revolución; esa Conferencia acabará por ser inevitablemente un órgano de conspiración enmascarada con las “frases socialistas” de los eseristas y los mencheviques, que apoyan esa Conferencia.

De ahí que sea misión de los obreros de vanguardia:

1) Arrancar a la Conferencia la careta de órgano representativo del pueblo y poner al desnudo su fondo contrarrevolucionario y antipopular.

2) Denunciar a los mencheviques y a los eseristas, que encubren esa Conferencia con la bandera de la “salvación de la revolución” y están engañando a los pueblos de Rusia.

3) Organizar mítines de masas para protestar contra esas maquinaciones contrarrevolucionarias de los “salvadores”... de los beneficios de los terratenientes y de los capitalistas.

¡Sepan los enemigos de la revolución que los obreros no se dejarán engañar, que no dejarán escapar de sus manos la bandera de combate de la revolución!

martes, agosto 18

Reunión del Pleno del CC del 5 (18) de agosto de 1917

Presentes: Oppokov (Lomov), Dzerzhinsky, Smilga, Sokolnikov, Stalin, Sergueyev (Artiom), Muranov, Joffe, Dzhaparidze (Aliosha), Bujarin, Noguin, Miliutin, Bubnov, Sverdlov, Kiseliov, Rykov, Stasova.

Orden del día:

1. Comité Restringido
2. Manifiesto
3. Conferencia de Moscú
4. Repartición de las fuerzas
5. Campaña de maledicencia
6. Campaña de la Asamblea Constituyente
7. Ejecución de las decisiones del Congreso
8. Trabajo ejecutivo en el Comité de Petersburgo
9. Vacaciones

El camarada N(oguin) hace saber que Goz ha respondido oficialmente con respecto a K(ámenev) que ellos han elegido una comisión para investigar los rumores y que, hasta el momento, la comisión no ha encontrado nada.

El CC decide exigir la entrada de uno de los miembros del CC en la comisión investigadora y elige para ese cargo al camarada D(zhaparidze-Aliosha).

Se elige el Comité Restringido: Stalin, Sokolnikov, Dzerzhinsky, Miliutin, Uritsky, Joffe, Sverdlov, Muranov, Bubnov, Stasova, Shaumian (y, hasta la llegada de este último, Smilga).

La distribución de funciones por regiones:

Para la región de Moscú, cuatro miembros del CC (Noguin, Oppokov (Lomov), Bujarin, Rykov). Para los Urales, un miembro (Krestinsky). Se decide enviarle una carta [ara informarle lo acordado. Para la cuenca del Donetz, un miembro: Sergueyev (Artiom). Para el Cáucaso, dos alternativamente: Dzhaparidze (Aliosha) y Shaumian. Para Finlandia, un miembro: Smilga.

La tarea de comunicar y organizar las otras regiones (Volga, Sur, Noroeste, Siberia) incumbirá al Comité Restringido.

El Manifiesto. No fue aprobado; se mandó a redactarlo de nuevo.

La Conferencia de Moscú: Una vez discutida se sometió a votación:

1) Boicotear – favor 4.
2) No llamar al boicot – favor 7.
3) Entrar, organizar una fracción, la cual elaborará una declaración, y a partir inmediatemente después de la apertura de la Conferencia y de la elección del presidium (antes que comiencen las labores de la Conferencia) – por unanimidad.

Para el campo, el CC decide editar: 1. una octavilla; 2. una resolución; 3. sacar una serie de artículos en el Rabochi i Soldat.

En cuanto a las organizaciones, se ha reconocido la necesidad de demostraciones en forma de mítines, de manifestaciones, de huelgas (cada organización decidirá asumir su protesta conforme a la situación local).

El camarada D(zhaparidze) plantea la cuestión del apoyo a la organización musulmana. Se decide que el CC prometa dar a esta organización 5,000 rublos para su sostén, pero dado el mal estado de la caja en la hora actual, le asigna 1,000 rublos; el resto será entregado con arreglo a sus posibilidades.

Se decide –en vista del deseo expresado por la organización de Kazán, de los medios de comunicación, etc.- unir la organización de Kazán a la región de Moscú.

La asignación de los miembros del CC en San Petersburgo se fija en 500 rublos para los que tienen familia y en 400 rublos para los que no la tienen, se prohibe acumular varias asignaciones; en la medida de lo posible, la asignación será sufragada por las organizaciones locales; la falta de fondos será compensada por la caja del CC.

Extraído de "Los bolcheviques y la Revolución de Octubre", Ediciones Pasado y Presente, 1978.

lunes, agosto 17

Reunión plenaria del CC Bolchevique del 4 (17) de agosto de 1917

Presentes: Stalin, Smilga, Bujarin, Dzerzhinsky, Rykov, Joffe, Dzhaparidze (Aliosha), Bubnov, Sokolnikov, Oppokov (Lomov), Muranov, Sverdlov, Sergueyev (Artiom), Miliutin, Noguin, Stasova, Kiseliov.

Orden del día:

1. Plan general de trabajo del CC en lo concerniente al informe del antiguo CC.
2. Constitución
3. Redacción y cuestiones editoriales.
4. La Conferencia de Estocolmo
5. Conferencia sobre la cuestión de la defensa
6. La Conferencia de Moscú

Al comienzo de la reunión, los miembros del antiguo CC (de antes del Congreso) presentaron sus informes sobre el trabajo realizado.

El camarada N(oguin) declaró que corren rumores sobre el camarada K(ámenev) que lo acusan de haber participado en una provocación y que el Comité Ejecutivo Central [del Soviet] está al corriente de esos rumores.

El CC ha decidido encomendar al camarada N(oguin) la petición de un informe al CEC sobre lo que éste ha emprendido con el fin de aclarar el fundamento de los rumores sobre K(ámenev) siendo este último miembro del CEC. Cuando se dé la respuesta el CC podrá pronunciarse al respecto.

Luego se presentó la lista de miembros del CC elegidos en el Congreso, así como de los candidatos y las modalidades de su admisión en el CC en calidad de miembros.

Los presentes se reconocieron como CC y comenzaron su trabajo.

En segundo lugar, se planteó la cuestión del comité restringido, que fue resuelta por unanimidad.

Se propuso constituirlo con 11 y con 9 miembros. Por la primera proposición votaron 9, por la segunda 5. Se decidió constituir un CC restringido de 11 miembros.

Se decidió que, en su trabajo, el CC restringido se apoyará en el principio de división rigurosa de funciones (proposición de Stalin). Se organizará una vinculación muy estrecha entre el CC restringido y las regiones, por medio de informes escritos periódicos, regulares, recíprocos.

El pleno del CC se reunirá una vez al mes.

Todos los miembros presentes en San Petersburgo participarán con voz y voto en las reuniones.

Se decidió organizar un grupo de agentes viajantes para desarrollar determinadas campañas. La constitución de este grupo se confió al CC restringido. Los miembros del CC se desplazarán por los distritos por acuerdo del CC (Aprobado por unanimidad).

La cuestión siguiente fue la del diario y la revista.

Se decidió constituir el comité de redacción a base de tres miembros más un representante de la Organización Militar y otro del Comité de Petersburgo.

Se decidió que, por el momento, ni el Comité de Petersburgo ni la Organización Militar tengan un órgano separado.

El camarada B [Bujarin o Bubnov] propone que el comité de redacción siga firmemente la línea del CC (Aprobado por unanimidad).

Se decidió que el Vperiod quede como órgano semanal del Partido, y el CC restringido se encargó de entrar en conversaciones al respecto con el grupo Vperiod [de Trotsky y Lunacharsky].

Se decidió que todos los ingresos y todos los gastos del Rabochi i Soldat [órgano central del Partido. DR] se concentren en el CC.

La Rabotnitsa [La Obrera] quedará como diario femenino central.

Se decidió liquidar el “Buró Petchati”, así como conservar el buró de recortes; se decidió confiar al CC restringido la organización de sus relaciones con el órgano central.

Se decidió organizar un colegio de colaboradores adscrito al comité de redacción.

Como miembros del comité de redacción fueron electos:

Ko – 15 votos (Koba Stalin)
Kov – 12 votos (Sokolnikov)
Min – 12 votos (Miliutin)

Caso de ser liberado, T(rotsky) volverá al comité de redacción (en contra 11, a favor 10).

La suplencia del comité de redacción y el reemplazo de los miembros en caso de que algunos camaradas lo abandonen serán determinados por el CC restringido.

La cuestión de la actitud a tomar respecto de la Conferencia de Estocolmo no será objeto de deliberaciones, dada la decisión de la Conferencia de Abril aprobada en el Congreso.

Sigue la cuestión de la actitud del CC respecto a la Conferencia de la Defensa.

Después de las discusiones se someten a votación las proposiciones siguientes:

1) Los grupos del Partido no irán a la Conferencia, sino que enviarán una repulsa razonada contra dicho evento (rechazado).
2) Los grupos invitados irán a la Conferencia y se organizarán allí (a favor, 4).
3) Los grupos del Partido tomarán todas las medidas necesarias para impedir la participación, pero en caso de que se presenten a ella los grupos extra-partido, los bolcheviques se organizarán en la Conferencia y la abandonarán ostensiblemente (a favor-8, en contra-6).
4) El CC encomienda a sus miembros que se encuentren en Moscú la organización de todos los bolcheviques, a fin de que puedan éstos efectuar una salida ostensible (dada la suposición de que la Conferencia de la Defensa tendrá lugar en Moscú).

En conclusión, al camarada Bujarin se le encomienda la redacción de un manifiesto a nombre del Partido en cumplimiento de la decisión del Congreso, de la que es depositario el CC.

Extraído de "Los bolcheviques y la Revolución de Octubre", Ediciones Pasado y Presente, 1978.