viernes, mayo 8

Stalin: La Conferencia en el Palacio Mariinsky

Spandarián y Stalin, miembros del CC, en Siberia. Spandarián murió poco antes de la revolución de 1917

Pravda Nº 40 del 25 de abril (8 de mayo) de 1917

La prensa burguesa ha publicado ya una información acerca de la Conferencia del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados con el Gobierno Provisional. Esta información, que, en general, no es... exacta, en algunos lugares desvirtúa abiertamente los hechos y desorienta al lector. Y no hablemos ya de esa manera particular de presentar las cosas propias de la prensa burguesa. Por eso es necesario restablecer la verdad de lo ocurrido en la Conferencia.

El propósito de la Conferencia era aclarar las relaciones entre el Gobierno Provisional y el Comité Ejecutivo con motivo de la nota del ministro Miliukov, nota que ha venido a agudizar el conflicto.

Abrió la Conferencia el primer ministró Lvov. Su discurso de apertura se redujo a lo siguiente: hasta los últimos tiempos en el país se tenía confianza en el Gobierno Provisional y las cosas marchaban satisfactoriamente. Pero ahora esa confianza ha desaparecido e incluso hay resistencia. Esto se ha dejado sentir, sobre todo, en la última quincena, durante la cual círculos socialistas bien conocidos han desencadenado una campaña de prensa contra el Gobierno Provisional. Así no se puede continuar: Es preciso que el Soviet de Diputados Obreros y Soldados apoye resueltamente al gobierno. De lo contrario, dimitiremos.

Siguieron luego los “informes” de los ministros (Guerra, Agricultura, Vías de Comunicación, Hacienda, Negocios Extranjeros); Guchkov, Shingariov y Miliukov hablaron con mayor claridad que el resto de los ministros. Los demás se limitaron a repetir las conclusiones de los primeros.

El ministro Guchkov se dedicó a argumentar en su discurso el conocido punto de vista imperialista respecto a nuestra revolución, según el cual la revolución en Rusia debe ser considerada como un medio para la “guerra hasta el fin”. Yo estaba convencido -dijo Guchkov- de que la revolución en Rusia era necesaria para evitar la derrota. Yo quería que la revolución creáse un nuevo factor de victoria, y confiaba en que lo crearía. Defensismo en el amplio sentido de la palabra, defensismo no sólo para el presente, sino también para el futuro; ése es nuestro objetivo. Pero en las últimas semanas han ocurrido diversos hechos que agravan la situación... “La patria está en peligro”... La causa principal es el “torrente de ideas pacifista” predicadas por ciertos círculos socialistas. El ministro dio a entender con claridad meridiana que es preciso poner freno a esas prédicas y restablecer la disciplina; y para ello se necesita el concurso del Comité Ejecutivo...

El ministro Shingariov pintó un cuadro de la crisis de subsistencias en Rusia... La cuestión principal no es la nota ni la política exterior, sino el problema del pan: de no resolver el problema del pan, nada podrá resolverse. Desempeñan un papel de importancia en la agudización de la crisis de subsistencias el mal estado de los caminos por causa del deshielo y otros fenómenos pasajeros. Pero Shingariov estima que la causa principal reside en el “deplorable hecho” de que los campesinos “han empezado a ocuparse del problema de la tierra”, labran los campos de los terratenientes sin el permiso de éstos, sacan de las fincas de los terratenientes a los prisioneros de guerra y, en general, se entregan a “ilusiones” agrarias, Este movimiento de los campesinos -nocivo, en opinión de Shingariov- es “atizado” por la agitación de los “leninistas” en favor de la confiscación de la tierra y por su “fanática ceguera partidista”. “La dañina agitación que parte del Palacio de Kshesínskaia”, ese “nido de ponzoña”, debe ser cortada... Una de dos: o el actual Gobierno Provisional, gozando de toda la confianza, en cuyo caso se debe poner fin a los “excesos” agrarios, o que venga otro Poder cualquiera,

Miliukov. La nota no refleja mi opinión particular, sino la de todo el Gobierno Provisional. La cuestión de la política exterior se reduce a saber si estamos dispuestos a cumplir nuestros compromisos para con los aliados. Estamos ligados a nuestros aliados... Generalmente, se nos considera como a una fuerza útil o inútil para lograr determinados fines. En cuanto mostremos debilidad, la actitud hacia nosotros empeorará... Por eso renunciar a las anexiones es peligroso... Necesitamos vuestra confianza, otorgádnosla; entonces habrá entusiasmo en el ejército y emprenderemos una ofensiva en interés de la unidad del frente; entonces presionaremos a los alemanes y los distraeremos de los franceses y los ingleses. Así lo exigen nuestros compromisos con los aliados. Ya veis -concluyó Miliukov- que en esta situación, y dado nuestro deseo de no perder la confianza de los aliados, la nota no podía, ser otra.

Así, pues, los extensos discursos de los ministros quedaron reducidos a unas breves tesis: el país atraviesa una grave crisis; la causa de esa crisis es el movimiento revolucionario; y la salida de la crisis, poner freno a la revolución y continuar la guerra.

Resulta que para salvar al país es necesario: 1) sujetar a los soldados (Guchkov), 2) sujetar a los campesinos (Shingariov), 3) sujetar a los obreros revolucionarios (todos los ministros), que desenmascaran al Gobierno Provisional. Apoyadnos en esta difícil tarea, ayudadnos a hacer una guerra ofensiva (Miliukov), y todo marchará bien. De lo contrario, dimitiremos.

Esto es lo que han dicho los ministros.

Es muy característico que esos discursos archiimperialistas y contrarrevolucionarios de los ministros no hayan sido combatidos por Tsereteli, el representante de la mayoría del Comité Ejecutivo. Asustado porque los ministros habían planteado tan agudamente la cuestión, perdida la cabeza ante la perspectiva de que pudieran dimitir, Tsereteli les rogó en su discurso que hicieran una concesión, aún posible, publicando una “aclaración” a la nota, redactada en un espíritu conveniente, por lo menos para el “consumo interior”. “La democracia –dijo Tsereteli- apoyará con toda su energía al Gobierno Provisional” si consiente en hacer esa concesión, en el fondo puramente verbal.

El deseo de velar el conflicto entre el Gobierno Provisional y el Comité Ejecutivo, la disposición de hacer concesiones con tal de mantener el compromiso, sirvieron de hilván a los discursos de Tsereteli.

Diametralmente opuesto fue el discurso de Kámenev. Si el país se encuentra al borde de la catástrofe, si sufre una crisis económica, una crisis de subsistencias, etc., la salida no reside en la continuación de la guerra, cosa que únicamente puede agravar la crisis y devorar los frutos de la revolución, sino en poner fin a la guerra cuanto antes. A juzgar por todo, el presente Gobierno Provisional no es capaz de imponerse, la tarea de acabar con la guerra, pues aspira a una “guerra hasta el fin”. Por eso la salida está en el paso del Poder a otra clase, capaz de sacar al país del atolladero...

Cuando Kámenev terminó de hablar, desde los asientos de los ministros partieron gritos: “¡En ese caso, tomad el Poder!”.

K. Stalin

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