Cuando se revisa la historia del marxismo en Rusia y se reviven los continuos debates en el seno de la “socialdemocracia”, más allá de las ideas, resaltan los nombres que se repiten a lo largo de los años: Plejánov, Axelrod, Lenin, Mártov, Trotsky, Dan, Líber, Martínov, etc., etc. Algunos de estos nombres aparecen asociados de una forma en algún momento, luego de otra forma en otro momento, y así sucesivamente, reflejando los cambios de posiciones y las alianzas. Sin embargo, entre esos nombres, el de Lenin es el único que permanece aparte, fiel a su posición, firme e intransigente. Todos lo acusan de sectario, lo llaman a la unidad y se resiste anteponiendo posiciones ideológicas y políticas irreductibles. Pero ocurre una cosa curiosa: los demás coinciden, se alían, se ponen de acuerdo, hacen frente único contra el "sectario", a quien culpan de la división del partido, pero son incapaces de unirse entre ellos mismos; constantemente están oscilando de un lugar a otro, de una posición a otra. Se unen para enfrentar al bolchevique pero son incapaces de unirse sobre bases más firmes que su mero anti-bolchevismo.
Llegados a la hora de la verdad, 1917, esos nombres son cabezas de grupos políticos que difícilmente se pueden considerar partidos. Combatieron la idea leninista del partido del proletariado desde el II Congreso del POSDR, luego reconocieron que Lenin tenía razón en el III Congreso, pero nunca asimilaron realmente su contenido ni lo llevaron a la práctica. Y a la hora de la revolución, son “rótulos”, sin aspiración de ir mas allá de sus actuales organizaciones seudo partidarias.
1917 encuentra al Partido bolchevique descabezado y con sus mejores militantes -proletarios de Petrogrado y Moscú- enviados al frente, donde muchos perdieron la vida. Al estallar la guerra, los primeros reclutamientos se hicieron entre los obreros de las ciudades. El partido bolchevique que estaba asentado fundamentalmente en la clase obrera (como lo corrobora la votación a la IV Duma) y que era la inspiradora y conductora de las huelgas políticas de masas que se reiniciaron en 1912, fue el partido que se vio más afectado con esos reclutamientos. La encarnizada guerra había cobrado millones de vidas, principalmente rusas, por lo que los siguientes reclutamientos continuaron mermando a la clase obrera. Para atender la producción fabril, se recurrió a la mano de obra procedente del campo, se empezó a formar un “nuevo” proletariado industrial con fuerte raigambre campesina. Los nuevos reclutamientos de las fuerzas armadas empezaron a afectar también a los campesinos principalmente. En esas condiciones estalló la Revolución de Febrero.
La revolucion encontró al Partido bolchevique en desventaja, su organización había sido golpeada severamente pero mantenía su estructura partidaria, sus métodos y estilos de trabajo proletarios, su disciplina y su unidad de acción. Las cualidades de su organización son las que le permitirán recuperar y ganar terreno en la clase obrera y en el campesinado pobre.
La hora de la verdad, la hora de la revolución, puso en evidencia que -aunque débil- el único “partido” que merecía ese nombre era el Partido bolchevique; los demás eran grupos de intelectuales montados sobre la clase obrera y el campesinado, de la misma manera como la burguesía liberal aparecía montada en la revolución con la anuencia de mencheviques y eseristas. Luego de la “crisis de abril”, Lenin decía al respecto:
“Los mencheviques pueden complacerse y regocijarse tanto como gusten. Eso no nos preocupa en lo más mínimo. Los mencheviques no tienen organización. Chjeídze y Tsereteli son una cosa: ellos son ministros sin portafolio; el Comité Organizativo es otra cosa: ellos son socialdemócratas sin una política; los “defensistas” son una tercera cosa: ellos apoyan a Plejánov. Mártov es una cuarta cosa: el no apoyará el crédito. No sorprende que gente que no tiene ni organización ni partido se complazca y regocije despreocupadamente al descubrir una falta en la organización de otro.
No tenemos razón para temer la verdad. Sí, camaradas obreros, la crisis ha revelado ciertas debilidades en nuestra organización. ¡Debemos trabajar para corregirlas!” (Pravda Nº 40 del 25 de abril (8 de mayo) de 1917).
“Gente que no tiene no organización ni partido”: esa era la realidad del menchevismo en sus distintas versiones. Sólo las condiciones de debilidad del Partido bolchevique descritas arriba y de la “campesinización” del proletariado de las ciudades y del ejército (“campesinos en uniforme”) ayudan a explicar por qué los mencheviques y eseristas se encontraron a la cabeza del Soviet y de la revolución en los meses de febrero a setiembre.
Pero una vez que el Partido bolchevique se reordena y redefine su política se inicia el proceso de ganar a la vanguardia obrera, a la clase misma y al campesinado pobre; un proceso que parece seguir un curso “natural” en el que los acontecimientos van demostrando la justeza de la línea política bolchevique. Lo primero que ganan los bolcheviques son su base social por excelencia: la clase obrera; empiezan ganando los comités de fábrica, antes que los sindicatos burocratizados y los soviets obreros locales. Empiezan ganando los distritos obreros, especialmente Vyborg, donde se encuentran asentadas las principales plantas metalúrgicas, donde están “los obreros más avanzados” como enfatiza Lenin. En Vyborg ganan la duma local (Kalinin), el soviet local (Molotov), los comités de fábrica. En Vyborg se ubicará –por iniciativa propia- el Primer Regimiento de Ametralladoras, el regimiento más numeroso de la guarnición de Petrogrado, el de mayor poder de fuego, el más militante e instruido, que se convertirá en uno de los pilares de la organización militar bolchevique hasta los "días de julio" (cuando en castigo, es desarmado y dispersado).
Desde el Soviet y basados en el prestigio adquirido por este organismo, los Tsereteli, Chjeídze, Pléjanov, etc., se dedicarán a lo que saben: pasarán resoluciones, escribirán artículos, darán discursos, participarán en todas las reuniones de alto nivel, sin tener realmente una organización partidaria que fortalezca su posición en el Soviet y en la revolución; posición que irán perdiendo ante el avance arrollador de los bolcheviques.
Cuando, el cuatro de mayo, Trotsky regresa a Petrogrado, encuentra al Partido bolchevique ya como protagonista en la primera “crisis” de la revolución, en proceso ascendente por ganarse a la clase obrera y a los soldados. El Partido bolchevique contaba con más de 30,000 militantes; con células en todas las fábricas y unidades del ejército, con una estructura organizativa sin par entre los partidos de “izquierda”. Por su parte, Trotsky no tiene partido; Lenin ni menciona a “su” organización debido a su escasa reprersentatividad. El Comité Inter-distrital del que forma parte apenas tiene algo de mil militantes, según Trotsky; son en su mayoría intelectuales que habían sido bolcheviques y mencheviques, que buscaban la unificación del partido, que se declaraban por encima de las fracciones, sin pretensión de querer formar un partido. Tenían una modesta presencia, exclusivamente en Petrogrado. En realidad no era siquiera un grupo político, no tenían plataforma, era más una organización temporal en la que algunos ya se habían marchado para incorporarse a los otros grupos (Kollontai, Volodarsky, Antonov-Osenko ya eran bolcheviques). La versión trotskista de que esta pequeña organización de "brillantes generales sin ejército” aportó a los bolcheviques un gran activo, es falsa. No se puede decir que el Comité Inter-Distrital fuera hechura de Trotsky, que estuviera basado en su plataforma, porque no es verdad. Sería errado afirmar que Kollontai, Lunacharsky, Volodarsky, Antonov-Osenko, Joffe, etc., eran “militantes” formados por Trotsky o que compartían su línea política. Todos tuvieron un propósito: reunir al POSDR. Trotsky pertenecía al Comite Inter-Distrital pero éste no era trotskista. Sólo cuando se da el entendimiento con los bolcheviques es cuando los “interdistritales” empiezan a tener una actividad con un propósito político claro, en coordinación con los bolcheviques y en función de su incorporación al Partido.
En esas condiciones, ¿qué pensaba hacer Trotsky, cuando llegó a Petrogrado? Nunca fue capaz de organizar un partido o una organización que mereciera ese nombre, antes de 1917 se dedicó al periodismo y a dictar conferencias. Es más, nunca fue capaz de mantener un núcleo de colaboradores estable en sus proyectos políticos, ni antes ni después de Octubre. Lo más cerca que estuvo de un partido fue cuando formó parte de los mencheviques. Su idea del partido del proletariado era esencialmente errónea. Más adelante reconocería que estuvo equivocado en ese sentido, pero su conducta posterior a Octubre tampoco deja ver una comprensión cabal del papel del partido.
A Trotsky sólo le quedaba o unirse a los mencheviques internacionalistas o unirse a los bolcheviques. O quizá una tercera: permenecer como "personalidad independiente", con esa idea caudillista que de hecho tenía de la política, en la que un “líder” con su discurso es capaz de arrastrar a las masas e influir en la “intelligentsia” socialista.
Trotsky fue importante para el Partido bolchevique, pero éste habría triunfado sin él. Por el contrario, Trotsky jamás habría sido una figura importante de la revolución rusa sin el Partido bolchevique. De ahí que toda la historia montada –por él mismo y seguida por los historiadores burgueses- en torno a la idea de que “organizó y dirigió” la Revolución de Octubre sin la dirección bolchevique, se cae a pedazos cuando uno estudia los hechos, los documentos y los testimonios de la revolución, que ponen en claro el papel fundamental del Partido bolchevique y de Lenin, verdadero líder y conductor de la revolución. Si Lenin hubiera leído la "Historia de la revolución rusa", no habría dejado Trotsky con cabeza.
Llegados a la hora de la verdad, 1917, esos nombres son cabezas de grupos políticos que difícilmente se pueden considerar partidos. Combatieron la idea leninista del partido del proletariado desde el II Congreso del POSDR, luego reconocieron que Lenin tenía razón en el III Congreso, pero nunca asimilaron realmente su contenido ni lo llevaron a la práctica. Y a la hora de la revolución, son “rótulos”, sin aspiración de ir mas allá de sus actuales organizaciones seudo partidarias.
1917 encuentra al Partido bolchevique descabezado y con sus mejores militantes -proletarios de Petrogrado y Moscú- enviados al frente, donde muchos perdieron la vida. Al estallar la guerra, los primeros reclutamientos se hicieron entre los obreros de las ciudades. El partido bolchevique que estaba asentado fundamentalmente en la clase obrera (como lo corrobora la votación a la IV Duma) y que era la inspiradora y conductora de las huelgas políticas de masas que se reiniciaron en 1912, fue el partido que se vio más afectado con esos reclutamientos. La encarnizada guerra había cobrado millones de vidas, principalmente rusas, por lo que los siguientes reclutamientos continuaron mermando a la clase obrera. Para atender la producción fabril, se recurrió a la mano de obra procedente del campo, se empezó a formar un “nuevo” proletariado industrial con fuerte raigambre campesina. Los nuevos reclutamientos de las fuerzas armadas empezaron a afectar también a los campesinos principalmente. En esas condiciones estalló la Revolución de Febrero.
La revolucion encontró al Partido bolchevique en desventaja, su organización había sido golpeada severamente pero mantenía su estructura partidaria, sus métodos y estilos de trabajo proletarios, su disciplina y su unidad de acción. Las cualidades de su organización son las que le permitirán recuperar y ganar terreno en la clase obrera y en el campesinado pobre.
La hora de la verdad, la hora de la revolución, puso en evidencia que -aunque débil- el único “partido” que merecía ese nombre era el Partido bolchevique; los demás eran grupos de intelectuales montados sobre la clase obrera y el campesinado, de la misma manera como la burguesía liberal aparecía montada en la revolución con la anuencia de mencheviques y eseristas. Luego de la “crisis de abril”, Lenin decía al respecto:
“Los mencheviques pueden complacerse y regocijarse tanto como gusten. Eso no nos preocupa en lo más mínimo. Los mencheviques no tienen organización. Chjeídze y Tsereteli son una cosa: ellos son ministros sin portafolio; el Comité Organizativo es otra cosa: ellos son socialdemócratas sin una política; los “defensistas” son una tercera cosa: ellos apoyan a Plejánov. Mártov es una cuarta cosa: el no apoyará el crédito. No sorprende que gente que no tiene ni organización ni partido se complazca y regocije despreocupadamente al descubrir una falta en la organización de otro.
No tenemos razón para temer la verdad. Sí, camaradas obreros, la crisis ha revelado ciertas debilidades en nuestra organización. ¡Debemos trabajar para corregirlas!” (Pravda Nº 40 del 25 de abril (8 de mayo) de 1917).
“Gente que no tiene no organización ni partido”: esa era la realidad del menchevismo en sus distintas versiones. Sólo las condiciones de debilidad del Partido bolchevique descritas arriba y de la “campesinización” del proletariado de las ciudades y del ejército (“campesinos en uniforme”) ayudan a explicar por qué los mencheviques y eseristas se encontraron a la cabeza del Soviet y de la revolución en los meses de febrero a setiembre.
Pero una vez que el Partido bolchevique se reordena y redefine su política se inicia el proceso de ganar a la vanguardia obrera, a la clase misma y al campesinado pobre; un proceso que parece seguir un curso “natural” en el que los acontecimientos van demostrando la justeza de la línea política bolchevique. Lo primero que ganan los bolcheviques son su base social por excelencia: la clase obrera; empiezan ganando los comités de fábrica, antes que los sindicatos burocratizados y los soviets obreros locales. Empiezan ganando los distritos obreros, especialmente Vyborg, donde se encuentran asentadas las principales plantas metalúrgicas, donde están “los obreros más avanzados” como enfatiza Lenin. En Vyborg ganan la duma local (Kalinin), el soviet local (Molotov), los comités de fábrica. En Vyborg se ubicará –por iniciativa propia- el Primer Regimiento de Ametralladoras, el regimiento más numeroso de la guarnición de Petrogrado, el de mayor poder de fuego, el más militante e instruido, que se convertirá en uno de los pilares de la organización militar bolchevique hasta los "días de julio" (cuando en castigo, es desarmado y dispersado).
Desde el Soviet y basados en el prestigio adquirido por este organismo, los Tsereteli, Chjeídze, Pléjanov, etc., se dedicarán a lo que saben: pasarán resoluciones, escribirán artículos, darán discursos, participarán en todas las reuniones de alto nivel, sin tener realmente una organización partidaria que fortalezca su posición en el Soviet y en la revolución; posición que irán perdiendo ante el avance arrollador de los bolcheviques.
Cuando, el cuatro de mayo, Trotsky regresa a Petrogrado, encuentra al Partido bolchevique ya como protagonista en la primera “crisis” de la revolución, en proceso ascendente por ganarse a la clase obrera y a los soldados. El Partido bolchevique contaba con más de 30,000 militantes; con células en todas las fábricas y unidades del ejército, con una estructura organizativa sin par entre los partidos de “izquierda”. Por su parte, Trotsky no tiene partido; Lenin ni menciona a “su” organización debido a su escasa reprersentatividad. El Comité Inter-distrital del que forma parte apenas tiene algo de mil militantes, según Trotsky; son en su mayoría intelectuales que habían sido bolcheviques y mencheviques, que buscaban la unificación del partido, que se declaraban por encima de las fracciones, sin pretensión de querer formar un partido. Tenían una modesta presencia, exclusivamente en Petrogrado. En realidad no era siquiera un grupo político, no tenían plataforma, era más una organización temporal en la que algunos ya se habían marchado para incorporarse a los otros grupos (Kollontai, Volodarsky, Antonov-Osenko ya eran bolcheviques). La versión trotskista de que esta pequeña organización de "brillantes generales sin ejército” aportó a los bolcheviques un gran activo, es falsa. No se puede decir que el Comité Inter-Distrital fuera hechura de Trotsky, que estuviera basado en su plataforma, porque no es verdad. Sería errado afirmar que Kollontai, Lunacharsky, Volodarsky, Antonov-Osenko, Joffe, etc., eran “militantes” formados por Trotsky o que compartían su línea política. Todos tuvieron un propósito: reunir al POSDR. Trotsky pertenecía al Comite Inter-Distrital pero éste no era trotskista. Sólo cuando se da el entendimiento con los bolcheviques es cuando los “interdistritales” empiezan a tener una actividad con un propósito político claro, en coordinación con los bolcheviques y en función de su incorporación al Partido.
En esas condiciones, ¿qué pensaba hacer Trotsky, cuando llegó a Petrogrado? Nunca fue capaz de organizar un partido o una organización que mereciera ese nombre, antes de 1917 se dedicó al periodismo y a dictar conferencias. Es más, nunca fue capaz de mantener un núcleo de colaboradores estable en sus proyectos políticos, ni antes ni después de Octubre. Lo más cerca que estuvo de un partido fue cuando formó parte de los mencheviques. Su idea del partido del proletariado era esencialmente errónea. Más adelante reconocería que estuvo equivocado en ese sentido, pero su conducta posterior a Octubre tampoco deja ver una comprensión cabal del papel del partido.
A Trotsky sólo le quedaba o unirse a los mencheviques internacionalistas o unirse a los bolcheviques. O quizá una tercera: permenecer como "personalidad independiente", con esa idea caudillista que de hecho tenía de la política, en la que un “líder” con su discurso es capaz de arrastrar a las masas e influir en la “intelligentsia” socialista.
Trotsky fue importante para el Partido bolchevique, pero éste habría triunfado sin él. Por el contrario, Trotsky jamás habría sido una figura importante de la revolución rusa sin el Partido bolchevique. De ahí que toda la historia montada –por él mismo y seguida por los historiadores burgueses- en torno a la idea de que “organizó y dirigió” la Revolución de Octubre sin la dirección bolchevique, se cae a pedazos cuando uno estudia los hechos, los documentos y los testimonios de la revolución, que ponen en claro el papel fundamental del Partido bolchevique y de Lenin, verdadero líder y conductor de la revolución. Si Lenin hubiera leído la "Historia de la revolución rusa", no habría dejado Trotsky con cabeza.
D.R.
Cabe preguntarse si Lenin hubiera apoyado la plataforma de la Oposicion de Izquierda,militar por la restitucion del poder a los soviets, la habilitacion de la libertad de tendencia y el combate a la burocratizacion del gobierno.
ResponderEliminarPara responder a eso lean Estado y Revolucion, y vean si Lenin hubiera sido "dejado con cabeza" por el CC de la decada del 30 y los arribistas mencheviques, Social revolucionarios y kdts que se hicieron "bolcheviques" de la mano de Stalin.
¿Cual partido y cual programa es el de Lenin?