jueves, abril 9

Lenin regresa a Rusia

Lenin (con bastón), Nadiezhda Krúpskaya (detrás de él), Inessa Armand (con sombrero claro) y demás emigrados rusos en Estocolmo, de regreso a Rusia


No tenía intención de repetir el error de 1905, cuando retornó a Rusia meses después de que el tumulto revolucionario empezara. Pero esta vez una guerra recorría la zona central de Europa. No podía ir a Rusia a través de Francia y el Mar del Norte sin el permiso de los aliados, y este permiso por supuesto nunca llegaría. Intentar ingresar a Rusia vía el Mediterráneo era igualmente imposible. Los turcos eran impredecibles y podían no permitir el libre tránsito a los revolucionarios rusos. Lenin tenía que contemplar otras alternativas. Su más imaginativa idea fue vestirse como un sueco sordomudo, tomar el tren a través de Alemania hacia Dinamarca, luego seguir camino a Finlandia y finalmente a Petrogrado. Nadya lo disuadió… Sus otras ideas eran igualmente alocadas…

Habían pocas alternativas sólidas, y había una sola que valía la pena explorar. Fue la idea sugerida por Mártov según la cual los socialistas rusos en Suiza deberían conseguir el permiso del gobierno alemán para viajar por Alemania, a cambio de que el Gobierno Provisional ruso libere un igual número de alemanes en Rusia. Robert Grimm negoció con el cónsul alemán en Berna, Gisbert von Romberg, en representación de los rusos. Rápidamente, Grimm logró una respuesta positiva de Berlín. El único requisito que faltaba conseguir era que el Gobierno Provisional otorgara su aprobación formal. El problema era que el Ministro ruso de Asuntos Exteriores Pavel Miliukov la objetaba. Mártov declinó seguir con el plan hasta que el Soviet de Petrogado hubiera presionado a Miliukov para conceder la autorización.

Pero Lenin no lo dejaría. Criticando injustamente por incompetencia a Grimm, recurrió a la ayuda del adversario de éste, el socialista de extrema izquierda Fritz Platten. Platten estuvo de acuerdo en ir a ver Romberg con una propuesta formulada por Lenin y Zinoviev. Romberg inmediatamente aseguró que su Ministerio del Exterior permitiría el paso por tren a través de Alemania de un determinado número de emigrados políticos rusos y que el tren tendría status extraterritorial durante el viaje; también confirmó que su gobierno no haría ninguna demanda para la liberación de prisioneros de guerra alemanes a cambio. Lenin estaba extasiado e inmediatamente planeó los detalles con Zinoviev. Treintidós viajeros harían el viaje y cada uno de ellos pagaría su pasaje según lo estipulado por Lenin y Zinoviev: ningún subsidio de los alemanes sería permitido. El viaje no estuvo restringido a sólo bolcheviques. Así por ejemplo, una importante lideresa del Bund judío fue bienvenida como pasajera con su hijo de cuatro años… Tal era el aprecio de Lenin por la intervención de Platten con Romberg que le pidió que actuara como intermediario del grupo durante todo el viaje. Así Lenin no tendría necesidad de hablar a ningún aleman entre Suiza y Dinamarca…

El día llegó y Lenin y el resto de los viajeros caminaron del hotel Zahringerhof hacia la estación del ferrocarril de Zurich. Luego siguieron el viaje a Schaffhausen en el lado suizo de la frontera. El tren alemán los esperaba ahí. Una vez a bordo se dirigieron a la aduana en Thayngen… Luego atravesaron los Alpes y cruzaron la frontera hacia Gottmadingen en Alemania. El tren se detuvo ahí y se ordenó que los emigrados rusos fueran aislados del resto de los pasajeros y escoltados a una sala de espera. Dos oficiales alemanes se presentaron para instruir a los emigrados rusos que formaran grupos separados de hombres y mujeres. Los emigrados entraron en pánico, pensando que algo terrible iba a pasar con los hombres. Formaron un círculo alrededor de Lenin, como líder de los bolcheviques, para protegerlo. Pero los oficiales alemanes explicaron que simplemente querían acelerar el trámite de llenar formularios antes de que el tren dejara la estación. Los viajeros abordaron el tren y ocuparon los espacios reservados en el vagón de segunda-tercera clase, y el tren dejó Gottmadingen en su trascendental viaje.

El protocolo para el viaje había sido establecido de antemano. Los dos oficiales alemanes fueron instruidos para permanecer en la parte de atrás del vagón, detrás de una línea trazada con tiza dividiendo el territorio “alemán” del “ruso”. Se sellaron tres puertas de acceso al vagón pero el cuarto, adyacente al compartimiento de dormir de los oficiales alemanes, se dejó sin seguro. De este modo, los pasajeros no fueron realmente aislados del mundo mientras viajaban, por lo que la famosa denominación “tren precintado” no se ajusta a la verdad. Ellos hablaban a la gente que se acercaba al tren en la ruta. Esto pasó cuando Platten bajó en la parada de Frankfurt para comprar cerveza y periódicos y pidió a algunos soldados que se los trajeran a bordo. Varios trabajadores ferrocarrileros se unieron a los soldados, y el irresponsable Rádek tuvo el desatino de incitarlos a hacer la revolución en Alemania. Lo que fue menos aceptable para Lenin fue el permiso dado por el gobierno alemán al líder de los sindicatos alemanes Wilhelm Janson para subir a bordo en Stuttgart. Los emigrados tuvieron una breve discusión y le dijeron a Platten que informe a Janson que no se reunirían con él. Habían tomado ya demasiados riesgos y no querían que lleguen informes a Rusia de que habían hablado con ciudadanos enemigos en territorio enemigo…

…el 30 de marzo [12 de abril], seis días después de dejar Suiza, los emigrados llegaron al puerto norteño de Sassnitz. Otro juego de formularios fue llenado. Como precaución, a sugerencia de Lenin, los viajeros pusieron nuevos seudónimos en los formularios. Esta fue una absurda sobrerreacción porque los alemanes ya tenían información detallada acerca de los rusos bajo su cuidado. Las autoridades alemanas aceptaron los formularios sin hacer problema. Esto tuvo un resultado cómico: cuando el fiel asistente de Lenin telegrafió desde Trelleborg en Suecia, preguntó si el señor Uliánov estaba presente entre los pasajeros; al principio recibió una respuesta negativa de los alemanes.

Finalmente, el líder bolchevique admitió su verdadera identidad y se compraron los boletos para el ferry Reina Victoria que los llevaría de Sassnitz a Trelleborg el mismo día… Al siguiente día los viajeros tomaron el tren a Estocolmo… Esta fue la primera ocasión en la carrera de Lenin en que recibió reconocimiento oficial de parte de líderes extranjeros. El alcalde de Estocolmo, Karl Lindhagen, llegó al almuerzo a dar la bienvenida a los rusos. El periódico Politiken publicó un artículo sobre el retorno de los emigrados y –nuevamente por primera vez- una fotografía de Lenin fue publicada…

El 31 de marzo [13 de abril], los pasajeros abordaron el tren de la tarde de Estocolmo a Finlandia, al norte… Varias horas después…el tren llegó a la frontera con Finlandia en Harapanda. Ahí los pasajeros alquilaron deslizadores hacia el pueblo de Tornio. Ahí fueron brevemente revisados por guardias fronterizos rusos antes de subir a otro tren hacia Helsinki. Em Tornio, Lenin compró ejemplares de Pravda. Se sentó en un rincón de la sala de espera y se puso a revisar el contenido. Tuvo dos desagradables sorpresas. La primera fue que se había probado fuera de duda que Malinovsky había sido agente de la Ojrana. Lenin se puso blanco de asombro… La segunda sorpresa fueron las noticias de que el Comité Central bolchevique conducido por Lev Kámenev y Jose Stalin desde su liberación del exilio siberiano, había adoptado una política de apoyo condicional al Gobierno Provisional ruso. Ya disgustado con los mencheviques, Lenin estaba enfurecido con los líderes bolcheviques.

De Helsinki, los emigrados tomaron el tren a Petrogrado. El tren iba a una velocidad que no llegaba a las cuarenta millas por hora, y los pasajeros se impacientaban por la lentitud. En Beloostrov, veinte millas al norte de la capital, el tren paró en la frontera administrativa ruso-finesa para un chequeo regular de pasaportes y aduana. El CC bolchevique había enviado nada menos que a Lev Kámenev a saludar al líder que regresaba y a discutir la recepción que le esperaba. Lenin lo recibió con algo menos que hospitalidad: “¿Qué estás escribiendo en Pravda? Hemos leído unos cuantos ejemplares y te hemos llamado de todo”.

Extractos de Lenin: A biography de Robert Service, 2000. Traducción propia.

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