lunes, agosto 31

La verdad de nuestra derrota en el Frente (Stalin)

Proletari Nº 6 del 18 (31) de agosto de 1917

Insertamos a continuación extractos de dos artículos, de carácter documental, sobre las causas de la derrota sufrida en julio por nuestras tropas.

Ambos artículos, tanto el de Arseni Mérich (publicado en “Dielo Naroda”) como el de V. Borísov (en “Nóvoe Vremia”), intentan hacer un estudio imparcial de la derrota de julio, desechando las baratas acusaciones que gentes indignas lanzan contra los bolcheviques.

Por ello sus confesiones y asertos son tanto más valiosos. El artículo de A. Mérich habla principalmente de los culpables de la derrota. Resulta que los culpables son “los ex policías y los ex gendarmes” y, sobre todo, “ciertos automóviles” pertenecientes a no se sabe quién, que recorrieron el ejército que defendía Tarnópol y Chernovitsi, ordenando a los soldados la retirada. Qué automóviles eran ésos y cómo pudo permitir el mando esa descarada provocación, es cosa que, desgraciadamente, no dice el autor. Pero sí dice clara y concretamente que fue una “retirada provocada”, una “traición perpetrada de acuerdo con un plan deliberado y preconcebido”; que se está llevando a cabo una investigación y que pronto “el secreto será descubierto”.

¿Y los bolcheviques? ¿Qué hay de la “traición bolchevique”?

De ello no encontramos en el artículo de A. Mérich ¡ni una sola línea, ni una sola palabra!

Es todavía más interesante el artículo de V. Borísov publicado en “Nóvoe Vremia”. En él no se habla tanto de los culpables, como de las causas de la derrota.

El artículo declara sin circunloquios que “descarga al bolchevismo de la infundada acusación de ser el culpable de nuestra derrota”, que ésta no ha sido debida al bolchevismo, sino a “causas más profundas”, que deben ser puestas en claro y eliminadas. Pero ¿qué causas son ésas? Ante todo, que la táctica de ofensiva no vale para nosotros, tomando en cuenta la “poca madurez de nuestros generales”, el mal “pertrechamiento” de nuestras tropas y la falta de organización de los soldados. Después, la ingerencia de “diletantes” (de elementos inexpertos), que insistieron en que se emprendiese la ofensiva y que, en junio, se salieron con la suya. Y, finalmente, la excesiva disposición del gobierno a cumplir los consejos de los aliados acerca de la necesidad de la ofensiva, sin tomar en cuenta la situación real en el frente.

Resumiendo: “nuestra” general falta de preparación para la ofensiva, que ha hecho de ella una aventura sangrienta.

Es decir, se ha confirmado todo aquello contra lo que los bolcheviques y “Pravda” previnieron reiteradas veces, razón por la cual fueron calumniados y perseguidos por todos cuantos tuvieron simplemente ese antojo.

Así hablan hoy las que todavía ayer nos hacían responsables de la derrota en el frente.

Nosotros estamos lejos de darnos por satisfechos con las revelaciones y con los argumentos de carácter estratégico y de otra índole de “Nóvoe Vremia”, que ahora estima necesario “descargar a los bolcheviques de la infundada acusación de ser los culpables de nuestra derrota”.

También estamos lejos de considerar que las manifestaciones de A. Mérich agoten el tema.

Pero no podemos por menos de señalar que si el periódico ministerial “Dielo Naroda” no estima ya posible silenciar quiénes son los verdaderos culpables de la derrota, si hasta (¡hasta!) el “Nóvoe Vremia” de Suvorin, que todavía ayer atribuía a las bolcheviques la culpa de la derrota, considera ahora necesario, “descargar a los bolcheviques” de esta acusación, ello demuestra que las agujas en costal no se pueden disimular, que la verdad acerca de la derrota es demasiada visible para poder silenciarla, que la verdad de quiénes son los culpables de la derrota, sacada a la luz del día por los mismos soldados, está a punto de abofetear a los propios acusadores y que seguir callando sería buscarse un contratiempo...

Es evidente que la acusación contra los bolcheviques, haciéndoles responsables de la derrota, acusación urdida por enemigos de la revolución, como los señores de “Nóvae Vremia”, y apoyada por “amigos” de la revolución, como los señores de “Dielo Naroda”, ha fracasado irreparablemente.

Por ello, y sólo por ello, esos señores se han decidido ahora a hablar de los verdaderos culpables de la derrota.

¿No es cierto que esos caballeros se parecen mucho a las sabias ratas que abandonan las primeras el barco que se va a pique?...

¿Qué conclusiones debemos sacar de todo esto?

Se nos dice que están investigándose las causas de la derrota en el frente y se nos asegura que pronto “el secreto será descubierto”. Pero ¿qué garantías tenemos que no se ocultarán los resultados de la investigación, de que ésta será objetiva y de que los culpables serán castigados como merecen?

Por eso, nuestra primera propuesta es: conseguir que en la comisión investigadora participen representantes de los propios soldados.

Sólo esa participación puede garantizar que los verdaderos culpables de la “retirada provocada” sean descubiertos.

Esa es la primera conclusión.

Se nos habla de las causas de la derrota y se recomienda no repetir los viejos “errores”. Pero ¿qué garantías tenemos de que los “errores” sean efectivamente errores, y no un “plan preconcebido”? ¿Quién puede garantizar que, después de haber sido “provocada” la entrega de Tarnópol, no será “provocada” también la entrega de Riga y de Petrogrado, con el propósito de desacreditar a la revolución y después reedificar sobre sus ruinas el odiado viejo régimen?

Por eso nuestra segunda propuesta es: establecer el control de representantes de los propios soldados sobre los actos de sus jefes y destituir inmediatamente a todos los mandos sospechosos.

Sólo tal control puede asegurar a la revolución contra provocaciones criminales en gran escala.

Esa es la segunda conclusión.

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