jueves, junio 4

Por qué lanzar la ofensiva de verano

General Alexei Brusilov - 1916

Desde la Conferencia de los Aliados en Chantilly en noviembre de 1915, Rusia había estado bajo creciente presión de sus aliados para lanzar una nueva ofensiva en el Frente Oriental. Los líderes de la Entente querían que 1917 sea el año de la victoria final y asumían que una ofensiva combinada en el Este y el Oeste sería suficiente para vencer a los Poderes Centrales.

La legitimidad del Gobierno Provisional entre los poderes occidentales –y el apoyo financiero que habían obtenido de ellos– descansaba en buena cuenta en su intención declarada de cumplir con está obligación con los aliados. Al mismo tiempo, sin embargo, la revolución había aumentado las ya considerables dudas acerca de la capacidad de combate de Rusia.

En una reunión con sus comandantes en el Frente, el 18 de marzo, el general Alexeyev [anterior Comandante en Jefe] había rechazado la exigencia francesa de una nueva ofensiva en la primavera [marzo-mayo]: los caminos aún estaban cubiertos de hielo, la provisión de caballos y forraje era escasa, las unidades de reserva se estaban dispersando, la disciplina militar se estaba rompiendo y el Soviet, que controlaba todas las palancas del poder, estaba reacia a apoyar nada que estuviera más allá de una pura defensiva estratégica. La mayoría de los generales estaba de acuerdo con él, de que era imposible lanzar una ofensiva antes de junio o incluso julio.

Brusilov [que sería el Comandante en Jefe de Kerensky] era el único en apoyar una ofensiva en la primavera. En un telegrama a la reunión, declaraba que sus soldados estaban preparados para combatir. Tan optimista declaración... hizo que el general Alexeyev pidiera que se revisara la autenticidad del telegrama... Viniendo del clave Frente Sud Occidental -desde donde cualquier ataque tendría que ser lanzado-, el mensaje de Brusilov ciertamente ayudó a que el cauteloso Alexeyev considerara la idea de una ofensiva temprana en mayo. El delineó sus razones a Guchkov [ministro de Guerra anterior a Kerensky] el 30 de marzo:

“Si no vamos al ataque, estaremos condenados sin salida a combatir en el momento y en el lugar que al enemigo le convenga. Y si fallamos en cooperar con nuestros aliados, no podemos esperar que ellos vengan en nuestra ayuda cuando lo necesitemos. El desorden en el ejército no tendrá menor efecto en la defensiva de lo que tendrá en la ofensiva. Aún si no estamos totalmente confiados en tener éxito, deberíamos ir en una ofensiva. Los resultados de una fallida defensa son peores de los de una ofensiva no exitosa... Mientras más rápido pongamos nuestras tropas en acción, más rápido se enfriará su pasión por la política. El general Brusilov basa su apoyo en esas consideraciones... Debe ser dicho que mientras menos firmes las tropas, probablemente menos exitosa será la defensa; por lo tanto, es más deseable emprender operaciones activas.”

Era una terrible apuesta. No había garantía de que los riesgos del ataque serían menores que los de una defensa, y aún menos razón para suponer, como lo hacían Alexeyev y Brusilov, que el espíritu combativo de las tropas podría ser galvanizado mediante el lanzamiento de una ofensiva... Es claro que los líderes militares y políticos del Gobierno Provisional estaban engañados por su propio optimismo. Subestimaron grandemente los costos probables de una ofensiva...

Dadas las presiones y doctrinas de la época, no es difícil entender por qué la ofensiva fue lanzada. Los líderes del Gobierno Provisional asumieron en grado sumo los compromisos de Rusia con los aliados. Ellos habrían querido negociar una paz general sin anexiones o indemnizaciones como se decía, pero su posición negociadora era extremadamente débil. Los aliados estaban empezando a considerar que la guerra podía ser ganada con o sin Rusia, especialmente después de que en abril los Estados Unidos se sumaran...

Por paradójico que pudiera parecer, los líderes del Gobierno Provisional respaldaban una ofensiva para fortalecer su campaña por un arreglo general del conflicto. Ellos iban a la guerra para hacer la paz. Esa era la razón que llevó a los líderes del Soviet a apoyar la ofensiva. El defensismo revolucionario de Tsereteli, la unidad de la democracia por las necesidades de la defensa nacional, fue la principal justificación para su ingreso a la Coalición... Ellos comparaban la situación de Rusia con la de Francia en la víspera de la guerra contra Austria en 1792: les parecía que una guerra revolucionaria podía dar nacimiento a un nuevo patriotismo cívico, precisamente como la defensa de la patrie había elevado a coro nacional el grito "Aux armes, citoyens"


Extractos editados de "A people's tragedy. The Russian Revolution: 1891-1924" de Orlando Figes, Penguin Books, 1996, pp. 407-410. Traducción propia.


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