viernes, marzo 27

El Soviet hace un llamado a los pueblos del mundo a poner fin a la guerra

Leyendo la lista de bajas en Petrogrado


Petrogrado (14 de marzo de 1917).- El Soviet de Petrogrado emitió hoy un “Llamamiento a los pueblos del mundo” apelando a la unión de los partidos socialistas y obreros de Europa para forzar una paz general. Por iniciativa de Sujánov y Chjeídze, el Ispolkom –en su sesión del 8 de marzo- empezó a discutir la política del Soviet sobre la guerra. El resultado de tales discusiones fue la aprobación, el día 11, de un documento presentado por Sujánov y Steklov –miembros del Ispolkom- que fue la base del “llamamiento”.

En la presentación del documento ante el Soviet, Steklov puso énfasis en que el significado de la revolución rusa ha rebasado las fronteras del país y que es el pueblo y no los “caballeros” diplomáticos quienes ahora deciden las cuestiones de política interna y externa. “Si todos todos unimos fuerzas, la guerra puede llegar a su fin”, señaló.

Chjeídze, por su parte, aseguró a los soldados patriotas que el llamamiento no significa rendirse ante los invasores alemanes, que lo que se está proponiendo es que los alemanes sigan el ejemplo de Rusia y derroquen al Káiser, para que de ese modo la paz entre los pueblos pueda ser realidad.

No resultó un trabajo fácil para los representantes del Ispolkom convencer a los soldados (que constituyen la mayoría del Soviet) sobre la bondad del documento. En un punto de la discusión, se temió que la propuesta fuese rechazada. Sin embargo, al final fueron convencidos de que el llamamiento no constituye un amenaza para la seguridad de Rusia, y fue aprobado por unanimidad.

El llamamiento dice:

“El pueblo ruso tiene ahora plena libertad política y puede ahora hacer sentir su poder en el gobierno interno del país y en su política exterior. Y, apelando a todo el pueblo que está siendo destruido y arruinado por esta monstruosa guerra, anunciamos que ha llegado el tiempo de iniciar una lucha decisiva contra las desmesuradas ambiciones de los gobiernos de todos los países; ha llegado el tiempo de que el pueblo tome en sus propias manos la decisión del problema de la guerra y la paz.

Consciente de su poder revolucionario, la democracia rusa anuncia que resistirás, por todos los medios, la política de conquista de su clases dirigentes, y llama a los pueblos de Europa a una acción concertada y desiciva a favor de la paz.

Estamos apelando a nuestros hermanos proletarios de la Coalición Austro-Alemana, y ante todo al proletariado alemán...

Defenderemos firmemente nuestra libertad de todos los intentos reaccionarios de adentro y de afuera. La revolución rusa no retrocederá ante las bayonetas de los conquistadores, y no permitirá ser aplastada por la fuerza militar extranjera. Pero apelamos a ustedes: Rompan el yugo de su gobierno semiautocrático, así como el pueblo ruso se ha sacudido de la autocracia del Zar; rehúsense a servir como instrumentos de conquista y violencia en las manos de reyes, terratenientes y banqueros – y entonces por nuestros propios esfuerzos, detendremos esta horrible carnicería que está desgraciando a la humanidad y está nublando los grandiosos días del nacimiento de la libertad rusa.

Trabajadores de todos los países: Nosotros extendemos la mano de hermandad a través de las montañas de los cuerpos de nuestros hermanos, a través de los ríos de lágrimas y sangre inocente, sobre las ruinas de los tesoros de la civilización; nosotros apelamos a ustedes para el restablecimiento y fortalecimiento de la unidad internacional. Ahí reside la garantía de nuestras futuras victorias y la completa liberación de la humanidad.

¡Proletarios de todos los países, uníos!"

2 comentarios:

  1. Lo que dice Trotsky sobre el manifiesto del Soviet - De la Historia de la Revolucion Rusa. Capitulo 14. Los Gbernantes y la Guerra.
    Thread 1/2
    El manifiesto expresaba, naturalmente, el anhelo de una paz democrática sin anexiones ni indemnizaciones. Pero los imperialistas occidentales habían aprendido a servirse de esta fraseología mucho antes que la revolución de Febrero.
    En nombre de una paz duradera, honrada, «democrática», se disponía Wilson, precisamente por aquellos días, a lanzarse a la guerra. El honorable míster Asquith hacía en el parlamento una clasificación científica de las anexiones, de la cual se deducía de un modo irrefutable que debían condenarse por inmorales todas aquellas que se hallaran en contradicción con los intereses de la Gran Bretaña. Por lo que a la diplomacia francesa se refiere, toda su aspiración consistía en dar la expresión liberal más perfecta a su codicia de tendero y usurero. El documento soviético, al cual no se puede negar una sinceridad un poco simplista, caía fatalmente en la órbita de la hipocresía francesa oficial. El manifiesto prometía «defender enérgicamente nuestra propia libertad» contra el militarismo extranjero. Precisamente éste era el tópico de que se venían sirviendo los socialpatriotas franceses desde el mes de agosto de 1914. «Ha llegado el momento de que los pueblos tomen en sus manos la resolución del problema de la guerra y de la paz», proclamaba el manifiesto, cuyos autores acababan de confiar, en nombre del pueblo ruso, la resolución de este magno problema a la gran burguesía. Dirigiéndose a los obreros de Alemania y Austria-Hungría, el manifiesto decía: «¡No sigáis sirviendo de instrumento de rapiña y de violencia en manos de los reyes, los terratenientes y los banqueros!» Estas palabras encerraban la quintaesencia de la falsedad, pues los jefes del Soviet no habían ni siquiera pensado en romper la alianza que los ataba a los reyes de la Gran Bretaña y de Bélgica, al emperador del Japón, y a los terratenientes y banqueros de su propio país y de los de la Entente. Al mismo tiempo que entregaban la dirección de la política exterior a Miliukov, que pocos días antes se disponía a convertir la Prusia oriental en una provincia rusa, los jefes del Soviet invitaban a los obreros alemanes y austrohúngaros a seguir el ejemplo de la revolución rusa. Aquella teatral abjuración de la matanza no cambiaba nada; eso, el propio papa lo hacía. Por medio de frases patéticas contra las sombras de los banqueros, los terratenientes y los reyes, los conciliadores, convertían la revolución de Febrero en un instrumento de los reyes, los terratenientes y los banqueros de carne y hueso. Ya en el mensaje de salutación al gobierno provisional. Lloyd George veía en la revolución rusa la prueba de que «la guerra actual, es substancialmente, la lucha por el gobierno popular y la libertad». El manifiesto del 14 de marzo s solidarizaba «substancialmente» con Lloyd George y prestaba una valiosa ayuda a la propaganda militarista de Norteamérica.

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  2. Lo que dice Trotsky sobre el manifiesto del Soviet - De la Historia de la Revolucion Rusa. Capitulo 14. Los Gbernantes y la Guerra.
    Thread 2/2
    El periódico de Miliukov estaba cargadísimo de razón cuando decía que el «manifiesto -que comenta con el típico tono pacifista- desarrolla, en el fondo, la ideología que nos une a todos nosotros con nuestros aliados». No importa que los liberales rusos atacasen furiosamente el manifiesto ni que la censura francesa no lo dejase pasar; ello se debía al miedo a la interpretación que daban a este documento las masas revolucionarias, crédulas aún.
    Este manifiesto, escrito por un zimmerwaldiano, representaba un triunfo del ala patriótica. Los soviets locales recogieron la seña, y la consigna «¡Guerra a la guerra!» se decretó inadmisible. Hasta en los Urales y en Kostroma, donde los bolcheviques tenían fuerzas, fue por unanimidad aprobado el patriótico manifiesto. La cosa no tenía nada de sorprendente, puesto que ni el Soviet de Petrogrado había reaccionado contra el documento de los bolcheviques.
    Pocas semanas después venció y fue puesta al cobro una parte de aquella letra de cambio aceptada. El gobierno provisional emitió un empréstito de guerra bautizado, naturalmente, de «empréstito de la libertad». Tsereteli esforzábase en demostrar que, puesto que el gobierno cumplía «en general» sus compromisos, la democracia tenía el deber de apoyar el empréstito. En el Comité ejecutivo, la oposición reunió más de la tercera parte de los votos. Pero en la reunión plenaria del Soviet (22 de abril), sólo votaron contra el empréstito 112 diputados, siendo el total casi de dos mil. De esto han sacado algunos la conclusión de que el ejecutivo estaba más a la izquierda que el Soviet. Pero esto no es cierto. Ocurría, simplemente, que el Soviet era más honrado que el Comité ejecutivo. Si la guerra era la defensa de la revolución, había que dar dinero para aquella, apoyar el empréstito. El Comité ejecutivo no era más revolucionario, sino más evasivo. Vivía de equívocos y reservas. Apoyaba, «en general», al gobierno, criatura suya, y sólo asumía sobre sí la responsabilidad de la guerra «en la medida en que...» Estas mezquinas astucias no llegaban a las masas. Los soldados no podían combatir «en la medida en que» ni morir simplemente «en general».

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