martes, agosto 11

El comienzo del bonapartismo (Lenin)

Rabochy i Soldat Nº 6 del 29 de julio (11 de agosto) de 1917

Ahora que el Gabinete de Kerensky, Nekrasov, Avksentiev y Cía. ha sido formado, el error más grave y desastroso que un marxista podría cometer sería confundir las palabras con los hechos, las apariencias engañosas con la realidad o generalmente con algo serio.

Dejemos ese pasatiempo a los mencheviques y eseristas que ya han ido demasiado lejos haciendo de payasos del bonapartista Kerensky. Realmente es bufonería de parte de los Chernov, los Avksentiev y los Tsereteli adoptar posturas conspicuas y palabras totalmente ornamentales mientras Kerensky –a exigencia de los kadetes– forma claramente una especie de Directorio secreto compuesto por él mismo, Nekrasov, Tereschenko y Savinkov; se queda callado sobre la Asamblea Constituyente y la declaración de julio; proclama la sagrada unión de las clases en su discurso al pueblo; concluye un acuerdo, en términos desconocidos para todos, con Kornílov que ha presentado un duro ultimatum; y continúa la política de arrestos escandalosamente irrefenables.

En un momento como éste, es ciertamente bufonería de parte de Chernov, desafiar a Miliukov a acudir a un tribunal de arbitraje; de parte de Avksentiev, gritar acerca de la futilidad de un estrecho punto de vista de clase; o de parte de Tsereteli y Dan, de impulsar en el Comité Ejecutivo Central resoluciones vacías adornadas de frases sin sentido, resoluciones que traen a la mente la Primera Duma kadete durante su peor período de impotencia frente al zarismo.

Precisamente, como los kadetes en 1906 prostituyeron la primera asamblea de representación popular en Rusia, reduciéndola a una miserable club de debates ante el avance de la contrarrevolución zarista, así los eseristas y mencheviques en 1917 han prostituido los Soviets reduciéndolos a un miserable club de debates ante el avance de la contrarrevolución bonapartista.

El gabinete de Kerensky es sin duda un gabinete que está dando los primeros pasos hacia el bonapartismo. Vemos el principal síntoma histórico del bonapartismo: la maniobra del poder del Estado –que cuenta con el apoyo de una camarilla militar (de los peores elementos del ejército)– entre dos clases y fuerzas hostiles que más o menos se contrapesan entre ellas.

La lucha de clases entre la burguesía y el proletariado ha alcanzado el límite, y el 20 y 21 de abril así como el 3-5 de julio, el país estuvo a un pelo de la guerra civil. La situación socio-económica ciertamente da forma la base clásica para el bonapartismo. Y luego, esta condición es combinada con otras que son bastante afines a ella: la burguesía vocifera y delira contra los Soviets pero todavía no tiene poder para dispersarlos; mientras los Soviets, prostituidos por Tsereteli, Chernov y Cía, no tienen ahora el poder para poner una seria resistencia a la burguesía.

Los terratenientes y campesinos, también, viven como en las vísperas de la guerra civil: los campesinos exigen tierra y libertad, y pueden ser contenidos sólo por un gobierno bonapartista capaz de hacer las más inescrupulosas promesas a todas las clases sin cumplir ninguna.

Agreguen a esto la situación creada por una temeraria ofensiva y los reveses militares, en el que las frases ornamentales acerca de salvar el país son particularmente elegantes (ocultando el deseo de salvar el programa imperialista de la burguesía), y tendrán una perfecta fotografía del escenario socio-político del bonapartismo.

No nos dejemos engañar por las frases. No dejemos que nos lleve a error la idea de que todo lo que tenemos son los primeros pasos del bonapartismo. Son los primeros pasos los que debemos tener la capacidad de discernir a menos que deseemos estar en el ridículo apuro del estúpido filisteo que se lamenta del segundo paso cuando él mismo ayudó a que se diera el primero.

Ahora sería estúpido filisteísmo abrigar ilusiones constitucionalistas, tales como, por ejemplo, que el actual gabinete probablemente está a la izquierda de todos los anteriores (véase Izvestia), que la bien intencionada crítica de los Soviets podría rectificar los errores del gobierno, que los arrestos arbitrarios y la supresión de los periódicos fueron incidentes aislados que se espera no se repetan más, o que Zrudny es un hombre honesto y que en la Rusia republicana y democrática es posible un juicio justo y que todos deberían presentarse en él, etc., etc.

La estupidez de esas ilusiones constitucionalistas filisteas es tan obvia que requiere una refutación.

La lucha contra la contrarrevolución burguesa exige sobriedad y la capacidad para ver y hablar de las cosas como ellas son.

El bonapartismo en Rusia no es accidental sino un producto natural de la evolución de la lucha de clases en un país pequeño-burgués con un considerable desarrollo capitalista y un proletariado revolucionario. Etapas históricas como el 20 y 21 de abril, el 9 y 10 de junio, el 18 y 19 de junio, y el 3-5 de julio son hitos que demuestran claramente cómo sucedieron los preparativos para el bonapartismo. Sería un gran error pensar que una situación democrática excluye el bonapartismo. Por el contrario, es exactamente en una situación como esta (la historia de Francia la ha confirmado dos veces) en que el bonapartismo emerge, dada una cierta relación entre las clases y su lucha.

Sin embargo, reconocer la inevitabilidad del bonapartismo no significa de ninguna manera olvidar la inevitabilidad de su caída.

Si sólo decimos que la contrarrevolución ha ganado temporalmente la mano aquí en Rusia estaríamos evadiendo el problema.

Si analizamos el origen del bonapartismo y sin temor enfrentamos la verdad, diciendo a la clase obrera y a todo el pueblo que el comienzo del bonapartismo es un hecho, que deberíamos empezar una verdadera y resuelta lucha por derrocar el bonapartismo, una lucha conducida en una gran escala política y basada en los intereses de clase de largo alcance.

La Rusia bonapartista de 1917 difiere de los inicios del bonapartismo francés de 1799 y 1848 en varios aspectos, tal como el hecho de que ninguna sola tarea importante de la revolución ha sido cumplida aquí. La lucha por resolver las cuestiones agraria y nacional está sólo ganando ímpetu.

Kerensky y los kadetes contrarrevolucionarios que lo utilizan como un peón, no pueden convocar la Asamblea Constituyente en una fecha determinada ni postergarla sin que en ambos casos promuevan la revolución. Y la catástrofe generada por la prolongación de la guerra imperialista sigue acercándose con mayor fuerza y velocidad que nunca.

Los contingentes avanzados del proletariado ruso han tenido éxito de emerger de nuestros días de junio y julio sin haber perdido mucha sangre. El partido del proletariado tiene todas las oportunidades para elegir las tácticas y la forma o formas de organización que en cualquier circunstancia impedirán inesperadas (aparentemente inesperadas) persecuciones bonapartistas que limiten su existencia y sus mensajes regulares al pueblo.

Que el Partido le diga al pueblo, en voz alta y claramente, toda la verdad, que el bonapartismo está comenzando; que el “nuevo” gobierno de Kerensky, Avksentiev y Cía. es sólo una pantalla de los kadetes contrarrevolucionarios y la camarilla militar que está en el poder en el momento actual; que el pueblo no puede obtener paz, los campesinos no pueden obtener tierra, los trabajadores no pueden obtener la jornada de ocho horas y el hambriento no puede conseguir pan, a menos que la contrarrevolución sea extirpada. Que el Partido diga eso, y cada paso en la marcha de los acontecimientos lo confirmará.

Con notable velocidad Rusia ha pasado toda una época en que la mayoría del pueblo puso su fe en los partidos pequeño-burgueses eserista y menchevique. Y ahora la mayoría del pueblo trabajador está empezando a pagar cara su credulidad.

Todo indica que la marcha de los acontecimientos está continuando a un ritmo muy rápido y que el país se está aproximando a la siguiente época, en que la mayoría del pueblo trabajador tendrá que confiar su destino al proletariado revolucionario. El proletariado revolucionario tomará el poder e iniciará la revolución socialista, a pesar de todas las dificultades y posibles zigzags del desarrollo, atraerá a los obreros de todos los países avanzados a la revolución, y derrotará a la guerra y al capitalismo.

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