sábado, julio 4

Trotsky, el Comité Inter-Distrital y la Manifestación del 18 de junio


Al llegar a Petrogrado, en mayo de 1917, Trotsky no tenía una idea clara de su futuro en la revolución. Era parte de una pequeña organización, el Comité Inter-Distrital, constituida por intelectuales ex-bolcheviques y ex-mencheviques, cuyo fin era lograr la reunificación del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (POSDR). Esta agrupación no funcionaba como partido ni tenía intenciones de constituirse en partido político. Era una organización “transitoria” que ya llevaba cinco años en ese estado.

El espíritu individualista de Trotsky y sus tesis sobre el partido de la clase obrera lo situaban en una posición contrapuesta a la de los bolcheviques y muy próxima a los mencheviques. Sin embargo, la política menchevique abiertamente oportunista y subordinada a la burguesía en la revolución que se inició en febrero de 1917, lo hicieron vacilar. Aunque sabía que no iba a compartir las posiciones políticas de sus ex-compañeros, tenía la idea de poder disuadirlos, de convencerlos de abandonar el triste papel que estaban desempeñando en la revolución.

Lenin, por el contrario, fue desde un inicio claro y tajante: ninguna unión o acercamiento con los oportunistas que habían traicionado al proletariado adoptando una actitud defensista en la guerra imperialista y subordinándose a los intereses de “su” burguesía. Recién bajado del tren que lo trajo del exilio, en abril, Lenin desdeñó la bienvenida y el llamado a colaborar del presidente del Soviet de Petrogrado, Nikolai Chjeídze. En adelante, los mencheviques ya no eran más “camaradas” sino “ciudadanos”.

Por insistencia de Lunacharsky –ex bolchevique y compañero de Trotsky en el Comité Inter-Distrital–, Lenin aceptó la posibilidad de unir fuerzas con otras organizaciones internacionalistas. Antes que a Trotsky, él tenía en mente a Mártov, su antiguo camarada y amigo, líder de los mencheviques internacionalistas; la única persona –excluyendo a su familia y a Inessa Armand– con la que se tuteó. Hasta marzo de 1917, Lenin seguía criticando la posición conciliadora y oportunista de Trotsky.

Cuando Trotsky regresó a Rusia, en mayo, inició su trabajo de crítica y persuasión en el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, al que se incorporó ocupando uno de los puestos que tenía su organización al igual que el sinnúmero de partidos y grupos, grandes y pequeños. Al ser abordado por los bolcheviques –por gestión de Lunacharsky– para unirse al Partido, decidió postergar su decisión: tenía que sopesar la posibilidad real de “convertir” a los mencheviques a sus posiciones y evaluar bien su capacidad de asimilarse a un Partido tan centralizado y con prácticas conspirativas como el bolchevique. Pese a que esta vez coincidía políticamente con los bolcheviques, pesaba mucho su aversión al bolchevismo.

Mientras tanto, el Partido bolchevique ya había liderado la oposición a la política anexionista del Gobierno Provisional durante la “crisis de abril” provocada por la política y la nota diplomática de Pável Miliukov, Ministro de Asuntos Exteriores y líder del Partido Demócrata Constitucionalista (Kadete), verdadero cerebro de la burguesía liberal que dirigía y dirigió el gobierno hasta Octubre. Durante mayo, el crecimiento de los bolcheviques se hizo evidente y todos los otros partidos empezaron a ver a estos “conspiradores” con preocupación.

En junio, los bolcheviques organizaron –en absoluto secreto– una manifestación programada para el 10. Trotsky y su grupo fueron informados sólo en el último momento. Al saber de esos preparativos, los asustados líderes del Soviet prohibieron dicha manifestación y quisieron acabar políticamente con los bolcheviques. Pero no pudieron; era difícil hacerlo sin provocar la indignación de los obreros de Petrogrado y las tropas radicales que apoyaban a los bolcheviques, que sólo necesitaban un pretexto para embarcarse en una aventura armada contra el gobierno. Las cosas podían complicarse y a los líderes del Soviet les tembló la mano. A fin de canalizar ese descontento de obreros y soldados, el Congreso de Soviets convocó conciliadoramente a una nueva manifestación para el 18, permitiendo que los bolcheviques participaran con sus propias consignas.

La manifestación del 18 de junio fue grandiosa, de hecho fue una manifestación bolchevique, una demostración de su fuerza y de su capacidad de convocar a los obreros y soldados más avanzados. Los bolcheviques demostraron una organización y una dirección de masas nunca vistas en Rusia. Definitivamente debió sorprender al gobierno y a los líderes menchevique-eseristas del Soviet. Pero también debió darle a Trotsky una idea clara y tangible de la fuerza y el potencial de la organización bolchevique. El tiempo caminaba a favor de Lenin y su Partido. Esta manifestación del 18, debió disipar las dudas y vencer los reparos que Trotsky tenía para unirse a los bolcheviques. Después de todo, confiaba en su capacidad para influenciar en la actividad del Partido para “enderezarlo”.

No sería la primera vez que Trotsky hacía una apuesta de ese tipo. En 1905, cuando estalló la revolución, Trotsky regresó a Rusia en el preciso momento para unirse a los mencheviques (de los que se había apartado) que habían creado el Soviet de San Petersburgo y dirigían el movimiento revolucionario en la capital. Lo nombraron uno de los vicepresidentes de ese nuevo organismo. Luego con la detención del presidente y otros líderes, Trotsky se hizo cargo de la co-presidencia del Soviet durante seis días, hasta que el zarismo detuvo a todos los dirigentes, sofocando el movimiento revolucionario en San Petersburgo. Luego Trotsky se haría famoso por su defensa en el juicio que se siguió a los dirigentes del Soviet.

Ahora, en 1917, Trotsky aceptaba sumarse al Partido que tenía el futuro por delante. Ya no exigió una ilusa fusión en un nuevo Partido, en igualdad de condiciones entre los bolcheviques y su inorgánico Comité Inter-Distrital; ya no exigió que el Partido abandonara la denominación “bolchevique”; ya no puso objeciones a las prácticas “conspirativas” y “poco democráticas” con las que funcionaba la organización partidaria; ya no le preocupó el sentimiento de no poder llamarse a sí mismo bolchevique. En septiembre, los bolcheviques ganarían la mayoría en el Soviet. Algo que se veía venir. En ese momento, la dirección del Soviet cambió: se revocó a los mencheviques y eseristas que la habían encabezado desde febrero y se nombró una nueva dirección. El 25 de setiembre, los bolcheviques hicieron a Trotsky presidente del Soviet.

Los bolcheviques tenían ya una organización sin igual: células en todas las fábricas de Petrogrado y en las unidades militares de la guarnición de la capital, controlaban la dirección nacional de los Comités de Fábrica –organización más cercana a las bases obreras que los sindicatos-, comités partidarios en los distritos obreros de Petrogrado donde tenían mayoría, especialmente en Vyborg donde además dirigían el Soviet local, controlaban la Guardia Roja (Krasnaya Gvardiia) que incorporó a la Milicia Obrera. Tenían la Organización Militar Bolchevique -militantes del Partido representantes de los regimientos y unidades militares-, que jugó un papel importante en la “crisis de abril”, en la manifestación de junio, en los “Días de julio”, en la lucha contra el intento golpista del general Kornílov. Sería la base y la fuerza dirigente de la Comisión Militar Revolucionaria del Soviet que estaría a cargo de la insurrección en Octubre. Tenían los planes y la experiencia necesaria que servirían para que los bolcheviques organizaran y dirigieran la toma del poder. Estaba directamente subordinada al Comité Central. (Más adelante, Trotsky se encargaría de difundir el cuento de que él “preparó, organizó y dirigió” la insurrección de Octubre. Ese es el mito, la historia es otra).

Dos semanas después de la manifestación de junio, el Partido bolchevique tomó parte de una manifestación armada del 4 de julio, tratando de dar dirección a las masas que se desbordaban en protesta contra el Gobierno Provisional y el Soviet de Petrogrado. Grupos dispersos de soldados intentaron arrestar al gabinete, se generó un clima tenso en la capital. Las fuerzas reaccionarias con la complicidad de los mencheviques y eseristas, haciendo uso hasta de lo indecible, lograron que el movimiento de protesta que se desenvolvía desordenadamente fuera sofocado con el apoyo de tropas traídas del frente de combate. Los bolcheviques cayeron en desgracia, se persiguió a sus dirigentes más visibles y Lenin tuvo que esconderse. Trotsky se pronunció en defensa de los bolcheviques. Y aunque detuvieron a algunos dirigentes, la organización del Partido no sufrió un golpe considerable. Rápidamente recuperó el terreno perdido y, en pocas semanas, el Partido volvió a ser la organización más fuerte del movimiento revolucionario. Semanas después, cuando la contrarrevolución amenazó con sacar a Kerensky –nuevo Primer Ministro-, el gobierno y los líderes mencheviques y eseristas del Soviet tuvieron -muy a su pesar- que recurrir a los bolcheviques para defender la revolución contra la intentona de Kornílov entre agosto y setiembre. Eran los únicos con poder militar. Era el claro reconocimiento del poder en ascenso de los bolcheviques.

Pero hasta poco antes de la manifestación del 18 de junio, Trotsky todavía tenía un discurso ambiguo en relación a los mencheviques y eseristas que dirigían el Soviet. Su hagiógrafo Isaac Deutscher cuenta que en el Congreso de los Soviets, Trotsky –a diferencia de Lenin:

“apelaba a la mayoría [del Soviet] en un tono más amigable, invocando intereses y destinos comunes. Intentaba abrir los ojos de los mencheviques y socialista-revolucionarios sobre su humillante posición y persuadirles de romper su alianza con los partidos burgueses. No era útil, decía, convertir el gobierno en una cámara de conciliación de clases sociales. ‘Una cámara de conciliación no puede ejercer el poder en una época revolucionaria’... ‘Ustedes ven, camaradas, que en este tema yo estoy empezando no desde el ángulo de alguna fracción o partido sino de un punto de vista amplio...'.

‘Los llamados agitadores de izquierda’, aseguraba, ‘preparan el futuro de la revolución rusa. Me aventuro a decir que nosotros, con nuestro trabajo, no socavamos vuestra autoridad –nosotros somos un elemento indispensable en la preparación del futuro’. ‘Camaradas, no espero convencerlos hoy, eso sería demasiado presuntuoso. Lo que quiero lograr hoy es hacerles saber es que si nosotros nos oponemos a ustedes, lo hacemos no desde algún motivo hostil de fracción, sino porque junto a ustedes, estamos sufriendo todos los dolores y agonías de la revolución. Nosotros vemos las soluciones diferentes de las que ustedes ven y estamos firmemente convencidos que mientras ustedes están consolidando el presente de la revolución, nosotros preparamos su futuro por ustedes'. En esta etapa, Lenin ya no concedía a sus adversarios el crédito que Trotsky aún les daba..." (Isaac Deutscher, “The Prophet armed. Trotsky 1879-1921”, Verso, 2003, pp.217-218. Traducción propia).

Estas vacilaciones cambiaron luego de la manifestación del 18 de junio. Y como el propio Trotsky reconoce en su “Historia de la Revolución Rusa”: “La manifestación del 18 de junio produjo una inmensa impresión a los propios manifestantes. Las masas vieron que el bolchevismo se convertía en una fuerza, y los vacilantes se sintieron atraídos hacia él”.

En julio, la mayoría de miembros del Comité Inter-Distrital todavía se resistía a una unión con los bolcheviques. Les preocupaba las “malos métodos organizativos”, su inclinación a las reuniones “secretas y cerradas”. Trotsky argumentaba contra esto diciendo que con la salida de la clandestinidad y el despertar del movimiento popular, los bolcheviques dejarían “sus viejos hábitos” (!!). A fines de julio, en el VI Congreso del Partido Bolchevique llevado en clandestinidad, los “interdistritales” y otros grupos se incorporaron al Partido.

Hasta entonces, la actividad de Trotsky se había desarrollado principalmente en el Comité Ejecutivo del Soviet y en las tribunas abiertas, como el Circo Moderno, donde dirigía sus discursos a las masas reunidas. Como se decía entonces, todo Petrogrado estaba en mítin y habían tribunas libres para ser escuchado. Hasta su ingreso al Partido bolchevique, Trotsky no tuvo ninguna labor de dirección de masas, y es cuestionable decir que dirigía su propio grupo. Recién con su incorporación al Comité Central Bolchevique, en agosto, tuvo la oportunidad de decir su palabra en un partido de masas. Y recién a partir de mediados de setiembre, en que es nombrado por los bolcheviques presidente del Soviet, es dirigente de una organización con influencia en las masas revolucionarias, bajo la dirección del Comité Central del Partido bolchevique.

En suma, los eventos que fueron poniendo las piedras angulares de la Revolución de Octubre, tales como la "crisis de abril", la manidestación de junio, los "días de julio", la recuperación de agosto y la lucha contra la intentona contrarrevolucionaria de Kornílov en agosto-setiembre, se desarrollaron bajo la dirección del Partido Bolchevique, sin participación de Trotsky en la organización y dirección. La propia toma del poder fue ejecutada, a insistencia de Lenin, de acuerdo con los planes dictados por la experiencia acumulada, con la participación de los destacamentos ya curtidos en las acciones pasadas, sobre la base de la Organización Militar Bolchevique y con la dirección de los viejos dirigentes bolcheviques en los distintos campos de actividad de Petrogrado. Trotsky participó en Octubre como un excelente agitador y como cabeza formal de los Soviets dominados por los bolcheviques a través de la red de células y comités del Partido. El distrito obrero de Vyborg, los marineros de Kronstadt, la Guardia Roja y los regimientos más importantes de la guarnición de Petrogrado se inclinaron por los bolcheviques antes de que Trotsky fuera bolchevique, y éstos fueron los pilares de la victoria de la revolución.

DR

Dilema bolchevique: ¿Tomar o no tomar el poder, ya?

Petrogrado, 21 de junio (4 de julio) de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

La Conferencia discute la cuestión de la política que el Partido debe seguir en relación a la ofensiva que se desarrolla en el frente.

En el curso del debate se manifiestan dos posiciones. Una se declara en contra de continuar promoviendo aisladas resistencias a combatir de individuos o unidades militares, porque esto no serviría a ningún propósito útil y provocaría represalias. Otra favorece la rebelión total en el frente que debe ir aparejada con el levantamiento inmediato en la capital.

Los delegados debaten en torno al análisis de Lenin sobre la situación actual. L.M. Kaganovich tiene la palabra y sostiene:

El discurso de Lenin es invulnerable... La gente que no distingue entre la situación existente antes de la revolución y [la situación] actual están cometiendo un gran error. El gobierno zarista se puso en contra de casi todas las clases de la población, y sólo tuvimos que decidir nuestras tácticas conforme a la situación establecida. Ahora estamos observando algo diferente. En el momento actual, la mayoría de la población está siguiendo a los eseristas y mencheviques. Entonces nuestros métodos de lucha deben ser diferentes de los que usamos antes. Propaganda –ese es nuestro método de lucha; debemos inculcar a todos los que puedan ser inculcados con nuestro punto de vista. Sólo de esta forma podemos estar seguros de que la clase [proletaria]... adoptará completamente nuestro punto de vista. Esto es lo que debemos lograr. Pero hasta que eso ocurra, la toma del poder por nosotros puede resultar sólo en una desastrosa aventura para el proletariado. Las consecuencias de eso puede ser una guerra civil, no una guerra de clase sino una guerra civil –no una que enfrente clase contra clase sino a una parte de la población contra otra”.

Presentando la otra posición, Vasiliev toma la palabra: “¿Qué es lo que preocupa a los delegados del frente? Indudablemente, los sucesos de los últimos días, el descontento en los regimientos, entre las masas trabajadoras, etc. Para nosotros, parece que Lenin no aclara suficientemente la situación de las masas en el frente. El no señala una salida concreta a la situación creada. Es necesario mirar a la verdad en los ojos... El ejército en el frente ha sido puesto bajo el control de líderes contrarrevolucionarios. La ofensiva tiene la aprobación del gobierno. El ejército no puede ver esos hechos con indiferencia. Por supuesto, se esperan medidas concretos de nosotros. Nos parece que el Comité Central está actuando muy lentamente. Aparentemente no se da cuenta de la situación de las masas en el frente”.

“¿Qué le diremos al ejército cuando regresemos? ¿Cuál será nuestro curso en relación a la cuestión de la ofensiva? Para mí, obrero, una cosa es clara: ‘Es mejor para los obreros morir aquí en las barricadas que allá en el frente por objetivos completamente ajenos al proletariado’. Esas palabras de Zinoviev son la mejor respuesta a mi pregunta.

“No debemos ser pasivos. Ante nuestros ojos están ocurriendo acciones del gobierno que buscan dividir al obrero y al soldado, al ejército y a la retaguardia... Debemos responder a esto de una forma precisa. Es momento que se recuerde que representamos no sólo el socialismo, sino –debe añadirse- el socialismo revolucionario. Y esto determina nuestras tácticas.

“Hablaré claramente. Nuestra masa de soldados es pasiva, está acostumbrada al bastón del sargento. Este bastón está ahora en manos de la burguesía. Debemos arrancar este bastón de sus manos y tomarla en las nuestras. Créanme, el frente nos apoyará. En el frente el estado de ánimo no es bolchevique; no, ahí el espíritu es anti-belicista. Y eso lo dice todo
”.

Kaganovich agrega: “Hemos llegado a la cuestión de la toma del poder, pero tomar el poder en Petrogrado no significa tomar el poder en Rusia. Y en último análisis, en relación a la cuestión del gobierno, aún en Petrogrado mismo no se observa unanimidad. El Soviet de Diputados de Obreros y Soldados no apoya nuestra posición y, hasta que no lo haga, todos nuestros esfuerzos no tendrán éxito. Nuestra tarea es poner presión en el Soviet, obtener una nueva elección”.

N.V. Kyrilenko termina el debate diciendo que sólo una resistencia masiva de las unidades militares a participar en la ofensiva podría ayudar. “Movimientos aislados sólo pueden traer resultados negativos. Pero para que esos movimientos se generalicen debemos ocuparnos en incrementar la agitación por nuestras ideas. Y sólo cuando las ideas del bolchevismo sean aceptadas por las amplias masas de soldados podemos pasar de las palabras a los hechos”.

Regimiento de Ametralladoras acepta no salir en manifestación pero no acata órdenes del Gobierno

Petrogrado (21 de junio de 1917).- La presión del Soviet de Petrogrado, así como los esfuerzos del Comité Petersburgo del Partido Bolchevique, han conseguido que el Primer Regimiento de Ametralladoras reconsidere su decisión de salir en manifestación.

Los ametralladores han decidido hacer un alto en su actividad y han anunciado que se ceñirán a seguir la siguiente resolución:

“(1) ...En el futuro enviaremos comandos al frente sólo cuando la guerra haya tomado un carácter revolucionario; esto ocurrirá sólo cuando los capitalistas hayan sido removidos del gobierno y el gobierno haya sido transferido a las manos de la democracia representada por el Soviet de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos de Toda Rusia.
“(2) Si el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados amenaza a este y otros regimientos revolucionarios con disolución forzosa, en respuesta no nos detendremos de igual modo en usar la fuerza de las armas para romper el Gobierno Provisional y otras organizaciones que la apoyan”.


Esta rotunda respuesta del Primer Regimiento de Ametralladoras obedece también al “plan de reorganización” que acaban de recibir del gobierno, según el cual dos tercios de su personal va a ser embarcado al frente. El regimiento rechaza cualquier intento del Gobierno Provisional por mover total o parcialmente sus tropas de Petrogrado.

La revolución, la ofensiva y nuestro Partido (Lenin)

Pravda Nº 87 del 21 de junio (4 de julio) de 1917

“La revolución rusa ha llegado a un punto de viraje”, dijo Tsereteli informando al Congreso de los Soviets que la ofensiva había empezado. Sí, el curso de la guerra mundial así como la revolución rusa ha alcanzado un punto de viraje. Después de tres meses de vacilación el gobierno ruso ha llegado a la decisión exigida por los gobiernos “aliados”.

La ofensiva ha sido declarada en nombre de la paz. Y es también “en nombre de la paz” que los imperialistas del mundo enviaron sus tropas a la batalla. Cada vez que hay una ofensiva los generales de cada país beligerante tratan de levantar la moral de sus tropas manteniendo la esperanza de que esa ofensiva particular conducirá a una paz inmediata.

Los ministros “socialistas” rusos han adornado este método imperialista común con frases altisonantes en las que las palabras socialismo, democracia y revolución suenan como sonajas en las manos de un astuto malabarista. Pero ninguna frase altisonante puede ocultar el hecho de que los ejércitos revolucionarios de Rusia han sido enviados a combate en nombre de los designios imperialistas de Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y Estados Unidos. Ningún argumento de Chernov, una vez zimmerwaldista y ahora socio de Lloyd George, puede esconder el hecho de que mientras el ejército ruso y el proletariado ruso no persiguen realmente ningún objetivo anexionista, esto no cambia en lo más mínimo la naturaleza imperialista y depredadora de la lucha entre los dos trusts mundiales. Hasta que los tratados secretos que atan a Rusia a los imperialistas de otros países sean revisados, y en tanto Ribot, Lloyd George y Sonino, aliados de Rusia, continuen hablando de objetivos anexionistas de su política exterior, la ofensiva de las tropas rusas continuarán sirviendo a los imperialistas.

Tsereteli y Chernov objetan, sin embargo, que ellos han declarado repetidamente su renuncia a todas las anexiones. Tanto peor, les respondemos. Eso significa que sus actos no están de acuerdo con sus palabras, porque sus actos sirven al imperialismo ruso y extranjero. Y cuando ustedes empiezan a cooperar activamente con los “aliados” imperialistas, le rinden un espléndido servicio a la contrarrevolución rusa. El gozo de las Centurias Negras y de todos los contrarrevolucionarios por el cambio decisivo en vuestra política es la mejor evidencia de eso. Sí, la revolución rusa ha llegado a un punto de viraje. A través de los ministros “socialistas”, el gobierno ruso ha hecho algo que los ministros imperialistas, Guchkov y Miliukov, no pudieron hacer. Han puesto al ejército ruso a disposición de los estados mayores y los diplomáticos que actúan en nombre y sobre la base de tratados secretos abrogados, en nombre de designios proclamados por Ribot y Lloyd George. El gobierno sólo pudo cumplir sus tarea, sin embargo, porque el ejército confió en él y le seguió. El ejército marchó a la muerte porque creía que estaba haciendo sacrificios por la libertad, la revolución y la paz inmediata.

Pero el ejército hizo eso porque es sólo una parte del pueblo, que en esta etapa de la revolución está siguiendo a los partidos socialista-revolucionario y menchevique. Este hecho básico y general –la confianza de la mayoría en la política pequeño burguesa de los mencheviques y socialista-revolucionarios que es dependiente de los capitalistas– determina la posición y la conducta de nuestro Partido.

Seguiremos con nuestros esfuerzos de denunciar la política del gobierno, advirtiendo resueltamente a los obreros y soldados, como en el pasado, que no pongan sus esperanzas en acciones desorganizadas y sin coordinación.

Es un problema de una fase de la revolución del pueblo. Los Tseretelis y los Chernovs, siendo dependientes del imperialismo, están poniendo en práctica una fase de ilusiones y frases pequeño burguesas que sirven para disfrazar el mismo viejo y cínico imperialismo.

Esta fase debe tener un final. Ayudemos a que termine de la forma más rápida y menos dolorosa que sea posible. Esto terminará con las últimas ilusiones pequeño burguesas del pueblo y traerá la transferencia del poder a la clase revolucionaria.

viernes, julio 3

Lenin: “No caer en la provocación...Un movimiento equivocado de nuestra parte puede arruinarlo todo”

Petrogrado, 20 de junio (3 de julio) de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

El orador principal es Lenin, miembro del Comité Central. Lenin se dirige a los delegados hablando acerca del espíritu que predomina entre los asistentes y en algunos círculos del Partido que consideran que ya no se debe esperar más, que es hora de tomar el poder.

Debemos estar especialmente atentos y ser cuidadosos, para no caer en la provocación... Un movimiento equivocado de nuestra parte puede arruinarlo todo... Si fuéramos capaces de tomar el poder ahora, es ingenuo pensar que habiéndolo tomado seríamos capaces de mantenerlo.

Hemos dicho más de una vez que la única forma posible de gobierno revolucionario era el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados.

¿Cuál es el peso de nuestra fracción en el Soviet? Aún en los Soviets de ambas capitales [Petrogrado y Moscú], para no hablar de las otras, somos una insignificante minoría. ¿Y qué demuestra este hecho? No puede ser dejado de lado. Muestra que la mayoría de las masas está vacilando, pero todavía cree en los socialista-revolucionarios y mencheviques.

Este es un hecho básico que determina la conducta de nuestro Partido. ¿Cómo podemos presionar a la pequeña burguesía hacia el poder, si esta pequeña burguesía puede pero no quiere tomarlo?

No, para ganar el poder seriamente (no por métodos blanquistas), el partido del proletariado debe luchar tener influencia dentro del Soviet, pacientemente, lealmente, explicando a las masas, día a día, el error de sus ilusiones pequeño-burguesas.

Los contrarrevolucionarios quieren romper esta política. Ellos están tratando, por todos los medios posibles, de provocarnos para que sigamos el camino de una acción prematura y aislada, pero no morderemos el anzuelo; no, no les daremos ese gusto.

Y cuando las masas vean que el gobierno conciliador está defraudándolos porque es controlado por la burguesía rusa y aliada y que baila a su son–y los eventos de los últimos días [la ofensiva] demuestran este engaño mejor que cualquier otra cosa– ellas vendrán hacia los bolcheviques, el único partido que no tiene compromisos.

Los hechos no se deben adelantar. El tiempo está de nuestro lado
”.

La Conferencia aprueba una resolución en la línea del discurso de Lenin. El punto tres llama a una firme lucha contra el espíritu de anarquía y contra intentos de acciones revolucionarias de masas parciales y desorganizadas, que, por prematuras, podrían sólo caer en manos de la burguesía.

Si no se puede contener a las masas, el Partido debe tomar el movimiento en sus manos

Petrogrado, 20 de junio (3 de julio) de 1917

Reunión de Emergencia del Comité de Petersburgo del Partido Bolchevique

Asunto: Evaluar la situación predominante y definir posición del Partido.

La mayoría de los líderes distritales informan que el descontento con el Gobierno Provisional después del lanzamiento de la ofensiva y del ataque a la villa Durnovo ha alcanzado un nuevo pico y se ha difundido en muchas fábricas y unidades antes indiferentes a la propaganda bolchevique.

Se citan también razones económicas que incrementan el descontento. S.M. Gessen informa sobre problemas laborales irresueltos en la gran fábrica Putílov, donde el apoyo a los bolcheviques ha aumentado notablemente. Algunos pocos informan que en algunos sectores de la población el aparente éxito de la ofensiva ha estimulado un rejuvenecimiento del espíritu patriótico.

Se manifiestan diferencias de opinión en el comité en relación a la acción que se debería tomar ahora. Algunos de acuerdo con Lenin, advierten contra una acción prematura y enfatizan la necesidad de una paciente y sostenida campaña para aumentar el apoyo de masas. Kalinin dice que algunos miembros del Comité Petersburgo están “confundidos” y “exageran la fuerza del Partido”. “Debemos comprender que los mencheviques aún tienen la mayoría de las calles”. Kalinin agrega que en la situación actual, la tarea del Partido es armar a las masas y “luchar por el control del Soviet”.

Otros, como Tomsky y Volodarsky, aunque no están de acuerdo con la evaluación de Kalinin sobre la fuerza del Partido y no enfatizan la necesidad de ganar el control del Soviet, reconocen lo inoportuno de un levantamiento y sugieren que una acción decisiva debería esperar el inevitable fracaso de la ofensiva.

Por su parte, I.K. Naumov y otros critican al Partido por “ausencia de liderazgo” y urgen que los bolcheviques presenten al Soviet un ultimátum: o toman el poder o los bolcheviques tomarán la dirección del movimiento en desarrollo. “Contribuiremos a nuestra propia bancarrota política si evitamos tomar una acción política... La política contemporizadora del Comité Central no puede resistir la crítica”.

Asimismo, algunos otros como I.N. Stukov, A, Dylle y P.A. Zalutsky ven a la ofensiva como un punto de viraje de la revolución. Stukov declara que con el inicio de la ofensiva contrarrevolucionaria, la revolución y la contrarrevolución han alcanzado el punto en que un enfrentamiento es inevitable. La revolución ha sido desafiada, decía, y tiene que enfrentar el reto. Dado que las provincias no comparten el espíritu revolucionario de la capital, Stukov sugiere “que la posibilidad de repetir la historia de la Comuna de París de 1871 no debe ser pasada por alto”. Dylle está en desacuerdo con la evaluación de Kalinin de la fuerza bolchevique y llama a que el Partido “se organice para asumir el liderazgo del movimiento en desarrollo”. “Debemos actuar al margen del Congreso o las masas actuarán sin nosotros... En épocas revolucionarias, no podemos actuar por medios parlamentarios”. Zalutsky dice que el tiempo para la acción revolucionaria puede estar maduro pero que la cuestión no puede ser decidida en la reunión. Agrega que si los soldados están saliendo a las calles, se debe ir a los otros regimientos todavía no inclinados para ganar su apoyo.

Al cierre de la discusión, el Comité Petersburgo se aprueba, por un voto de 19 a 2, una resolución presentada por Volodarsky y Tomsky, en línea con el Comité Central, autorizando a la Comisión Ejecutiva para que en unión con la Organización Militar y el Comité Central elaboren un llamamiento al proletariado para que no participe en acciones revolucionarias aisladas y hacer todos los esfuerzos para ganar mayor influencia en otras clases de la población.

Una enmienda propuesta por Latsis fue aprobada por 12 a 9: “Si se demuestra imposible contener a las masas, el Partido deberá tomar el movimiento en sus manos y usarlo para ejercer presión sobre el Congreso de los Soviets”.

Congreso del Partido Bolchevique se realizará en julio

Petrogrado (20 de junio de 1917).- Pravda informa hoy que el Comité Central ha convocado al Congreso del Partido Bolchevique. Las sesiones se realizarán entre el 1 (14) y 5 (18) de julio de 1917 en Petrogrado.

Soviet a regimientos: no escuchar llamados a manifestaciones callejeras

Petrogrado (20 de junio de 1917).- El Ispolkom o Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado ha tomado conocimiento que el Primer Regimiento de Ametralladoras está coordinando la realización de una manifestación armada. Y para contrarrestar la campaña de los ametralladores envió el siguiente telegrama a todas las unidades de la guarnición:

“De acuerdo a información recibida por el Comité Ejecutivo, el Primer Regimiento de Ametralladoras ha enviado delegados a todas las unidades con la propuesta de una manifestación contra el Gobierno Provisional. La Sección Militar del Comité Ejecutivo condena absolutamente el llamado de los ametralladores, que actúa contra el Congreso de Toda Rusia y el Soviet de Petrogrado y es una cuchillada en la espalda del ejército que heroicamente combate en el frente por el triunfo de la revolución, el establecimiento de la paz universal y el bien común de todo el pueblo... La Sección Militar llama a todos los regimientos a permanecer en calma, no escuchar ningún llamado por grupos individuales o regimientos y estar listos al primer llamado del Gobierno Provisional, en coordinación con el Soviet, por la protección de la libertad y contra la amenaza de la anarquía”.

Regimiento de Ametralladoras no acepta órdenes de ir al Frente y acuerda manifestación de protesta

Petrogrado (20 de junio de 1917).- Varios regimientos recibieron órdenes del Gobierno Provisional para proveer armas y hombres para ayudar a la ofensiva en el Frente. Así, por ejemplo, al Primer Regimiento de Ametralladoras tiene siete días para suministrar 500 ametralladoras. El comité del regimiento resolvió cumplir con el pedido de armas pero, horas más tarde, un mítin masivo del regimiento revocó esa decisión.

Muchos consideran que el Primer Regimiento de Ametralladoras es sin duda alguna la principal amenaza al Gobierno Provisional. Cuenta con 10,000 hombres y 1,000 ametralladoras, y es de lejos la unidad más grande en la capital. La mayoría de sus soldados han sido expulsados por insubordinación de sus unidades en la línea del frente y están bajo la influencia de bolcheviques y anarquistas. Sus barracas se encuentran en Vyborg, rodeadas por las fábricas metalúrgicas más propensas a la huelga, y vecinas al cuartel general de los bolcheviques. La Organización Militar bolchevique cuenta con una célula especial en el regimiento.

Los soldados no tienen interés en partir al frente con sus ametralladoras o morir por el Gobierno Provisional, bajo ninguna circunstancia. Se aferran al compromiso del Gobierno Provisional con el Soviet, según el cual las unidades que participaron en la Revolución de Febrero no serán desarmadas o removidas de Petrogrado.

Los ametralladores votaron y aprobaron organizar inmediatamente una manifestación para expresar su oposición a los actos del Gobierno Provisional, decisión en la que bolcheviques y anarquistas tomaron parte activa.

Representantes del Primer Regimiento de Ametralladoras fueron enviados a otras unidades de la guarnición para obtener apoyo para una manifestación armada. Se informa que han obtenido el apoyo del Regimiento de Granaderos. También fueron despachados soldados a los Regimientos Moskovsky, Preobrazhensky y Petrogradsky, entre otros.

El 18 de junio (Lenin)

Soldados con banderas bolcheviques


Pravda No. 86 del 20 de junio (3 de julio) de 1917

De una forma u otra, el 18 de junio será un punto de viraje en la historia de la revolución rusa.

La posición de las clases, su correlación en la lucha de unas contra otras, su fuerza, particularmente en comparación con la fuerza de los partidos, todo fue revelado tan distintivamente, tan notablemente, tan impresionantemente, por la manifestación del domingo, que cualquiera sea el curso y el ritmo del desarrollo, el provecho en conocimiento y claridad políticos ha sido tremendo.

En pocas horas, la manifestación dispersó en los vientos, como un puñado de polvo, la habladuría vacua acerca de los bolcheviques conspiradores y demostró con la máxima claridad que la vanguardia de la clase obrera de Rusia, el proletariado industrial de la capital, y la abrumadora mayoría de las tropas apoya las consignas que nuestro Partido siempre ha defendido.

El paso mesurado de los batallones de obreros y soldados. Cerca de medio millón de manifestantes. Un ataque concertado. Unidad alrededor de consignas, entre las que predominaban abrumadoramente: “Todo el poder a los Soviets”, “Abajo los diez ministros capitalistas”, “Ni una paz separada con los alemanes ni tratados secretos con los capitalistas anglo-franceses”, etc. A nadie que haya visto la manifestación le queda alguna duda de acerca de la victoria de estas consignas entre la vanguardia organizada de obreros y soldados de Rusia.

La manifestación del 18 de junio fue una manifestación de la fuerza y la política del proletariado revolucionario, que está mostrando la dirección para la revolución e indicando la salida al impasse. Esta es el gran significado histórico de la manifestación del pasado domingo y su diferencia esencial de las manifestaciones durante el funeral de las víctimas de la revolución y del Primero de Mayo. Entonces fue un tributo universal a la victoria de la primera revolución y a sus héroes. El pueblo miraba hacia atrás, a la primera etapa del camino a la libertad que ha pasado muy rápida y exitosamente. El Primero de Mayo fue una fiesta de esperanzas y aspiraciones relacionadas con la historia del movimiento laboral mundial y el ideal de paz y socialismo.

Ninguna de las dos manifestaciones tuvo la intención de señalar la dirección del desarrollo ulterior de la revolución, ni podía hacerlo. Ninguna manifestación puso ante el pueblo o planteó en nombre del pueblo, cuestiones específicas, definidas y urgentes de cómo y en qué dirección debería seguir la revolución.

En este sentido, el 18 de junio fue la primera manifestación política de acción, una explicación de cómo actúan las diferentes clases, de cómo quieren actuar y de cómo actuarán, para desarrollar la revolución –una explicación no proporcionada en ningún libro o periódico sino en las calles, no por los líderes sino por el pueblo.

La burguesía se mantuvo alejada. Se rehusaron a participar en esa manifestación pacífica de una apreciada mayoría del pueblo, en la que hubo libertad de consignas partidarias y en la que el principal objetivo fue protestar contra la contrarrevolución. Eso es natural. La burguesía es la contrarrevolución. Ellos se esconden del pueblo. Ellos organizan verdaderas conspiraciones contrarrevolucionarias contra el pueblo. Los partidos que ahora gobiernan Rusia, los socialista-revolucionarios y mencheviques, se mostraron claramente en ese histórico día, 18 de junio, como vacilantes. Sus consignas hablaban de vacilación y fue obvio para todos que los seguidores de sus consignas eran una minoría. Con sus consignas y vacilaciones ellos le decían al pueblo que se queden donde están, que no cambien nada por el momento. Y el pueblo sentía, y ellos mismos sentían, que eso era imposible.

Basta de vacilación, dice la vanguardia del proletariado, la vanguardia de los obreros y soldados de Rusia. Basta de vacilación. La política de confianza en los capitalistas, en su gobierno, en sus vanos intentos de reforma, en su guerra, en su política de ofensiva, es una política sin futuro. Su colapso es inminente. Su colapso es inevitable. Y ese colapso será también el colapso de los partidos gobernantes, los socialista-revolucionarios y los mencheviques. La quiebra económica está cerca. No hay escape excepto con medidas revolucionarias de la clase revolucionaria que ha tomado el poder.

Que el pueblo rompa con la política de confianza en los capitalistas. Que pongan su confianza en la clase revolucionaria –el proletariado. La fuente del poder reside en él y sólo en él. Solo él es la garantía de que los intereses de la mayoría serán atendidas, los intereses del pueblo trabajador y explotado, que –aunque es oprimido por la guerra y el capital– es ¡capaz de vencer a la guerra y el capital!

Una crisis de escala sin precedentes ha caído sobre Rusia y toda la humanidad. La única salida es depositar la confianza en el contingente más organizado y avanzado del pueblo trabajador y explotado, y apoyar su política.

No sabemos si el pueblo aprenderá rápidamente esta lección o de cómo ellos lo pondrán en práctica. Pero lo que sí sabemos con certeza es que fuera de esta lección no hay salida al impasse, que vacilaciones posibles o brutalidades de parte de los contrarrevolcionarios no conducirán a ningún lugar.

No hay salida a menos que las masas pongan toda su confianza en su líder, el proletariado.

jueves, julio 2

En la manifestación (Stalin)

Soldados bolcheviques en la Manifestación del 18 de junio de 1917

Pravda Nº 86 del 20 de junio (3 de julio) de 1917

El día es claro y soleado. La columna de manifestantes se extiende interminable. Un torrente humano fluye hacia el Campo de Marte desde la mañana hasta el anochecer. Un inmenso bosque de banderas. Están cerradas todas las fábricas y todos los establecimientos. El tráfico, paralizado. Los manifestantes inclinan las banderas al pasar delante de las tumbas. A “La Marsellesa” y “La Internacional” sucede el “Vosotros caísteis en la lucha”. El tronar de las voces hace estremecer el aire. A cada instante se oye gritar: “¡Abajo los diez ministros capitalistas!”, “¡Todo el Poder al Soviet de Diputados Obreros y Soldados!”. Y, en respuesta, llega de todos lados un ensordecedor “¡hurra!” de aprobación.

Lo que salta a la vista, al observar a los manifestantes, es la ausencia de la burguesía y de los compañeros de viaje. A diferencia de la manifestación del día del entierro, en la que los obreros se perdían en un mar de pequeños burgueses y de otras gentes, la manifestación del 18 de junio ha sido una manifestación puramente proletaria, pues los participantes principales fueron los obreros y los soldados. Ya la víspera, los demócratas constitucionalistas habían declarado el boicot a la manifestación, haciendo saber, a través de su Comité Central, que estimaban necesario “abstenerse” de participar en ella. Y, en efecto, los burgueses no sólo no han participado, sino que, literalmente, se escondieron. En ese día, en la avenida Nevski, siempre tan concurrida y animada, no se vio a ninguno de los asiduos paseantes burgueses.

En pocas palabras: ha sido una manifestación realmente proletaria, una manifestación de los obreros revolucionarios, que llevaban tras de sí a los soldados revolucionarios.

Una alianza de los obreros y los soldados contra los burgueses, que habían abandonado el campo, en una situación de neutralidad por parte del ciudadano medio; eso ha sido, por su aspecto, la manifestación del 18 de junio.

No un desfile, sino una manifestación

La manifestación del 18 de junio no ha sido un simple paseo, un desfile, como lo fue, indudablemente, la del día del entierro. Ha sido una manifestación de protesta, una manifestación de las fuerzas vivas de la revolución, con vistas a cambiar la correlación de fuerzas. Es en extremo sintomático que los manifestantes no se limitaran simplemente a proclamar su voluntad, sino que exigiesen la inmediata libertad del camarada Jaústov (*), ex colaborador de “Okópnaia Pravda”. Nos referimos a la Conferencia de toda Rusia de las organizaciones militares de nuestro Partido, que tomó parte en la manifestación y que exigió del Comité Ejecutivo, en la persona de Chjeídze, la puesta en libertad del camarada Jaústov; Chjeídze prometió tomar todas las medidas para ponerlo en libertad “hoy mismo”.

El carácter de las consignas, que expresaban la protesta contra las “órdenes” del Gobierno Provisional, contra toda su política, nos dice, sin dejar lugar a dudas, que la “manifestación pacífica”, que se pensaba convertir en un inofensivo paseo, se transformó en una poderosa manifestación de presión sobre el gobierno.

Desconfianza en el Gobierno Provisional

Saltaba a la vista una particularidad: ninguna fábrica y ningún regimiento llevaban la consigna de “Confianza en el Gobierno Provisional”. Incluso los mencheviques y los eseristas se olvidaron de exponer esa consigna (¡más bien, no se atrevieron!). Llevaban para todos los gustos –“¡Abajo la escisión!”, “¡Por la unidad!”, “¡Apoyemos al Soviet!”, “¡Instrucción general!” (¡si no te gusta, no escuches!)-, pero faltaba lo más importante: no había confianza en el Gobierno Provisional, ni siquiera con la astuta reserva de “siempre y cuando”. Sólo tres grupos se decidieron a sacar la consigna de la confianza, pero incluso, ellos tuvieron que arrepentirse. Fueron el grupo de los cosacos, el grupo del Bund y el grupo del “Edinstvo” plejanovista. . “¡La santísima, trinidad!”, ironizaban los obreros en el Campo de Marte. A dos de esos grupos (al Bund y a “Edinstvo”) , los obreros y los soldados, al grito de “¡Abajo!”, les hicieron plegar su bandera. A los Cosacos, que no quisieron plegaria, se la desgarraron. Una anónima consigna de “confianza”, tendida “en el aire” a la entrada del Campo de Marte, fue destrozada por un grupo de soldados y obreros, mientras el público, dando su aprobación, decía: “La confianza en el Gobierno Provisional ha quedado colgando en el aire”.

En pocas palabras: la desconfianza en el gobierno por parte de la inmensa mayoría de los manifestantes y la patente cobardía de los mencheviques y los eseristas para ir “contra la corriente” han constituido la tónica general de la manifestación.

Bancarrota de la política de componendas

Entre todas las consignas, las más populares eran: “¡Todo el Poder al Soviet!”, “¡Abajo los diez ministros capitalistas!”, “¡Ni una paz por separado con Guillermo, ni tratados secretos con los capitalistas anglofranceses!”, “¡Vivan el control y la organización de la producción!”, “¡Abajo la Duma y el Consejo de Estado!”, “¡Anulación de las órdenes contra los soldados!”, “¡Anunciad unas condiciones justas de paz!”. La inmensa mayoría de los manifestantes se solidarizó con nuestro Partido. Incluso regimientos como el de Volinia y el de Keksholm marcharon bajo la consigna: “¡Todo el Poder al Soviet de Diputados Obreros y Soldados!”. Los miembros de la mayoría del Comité Ejecutivo, que no tratan con la masa de los soldados, sino con los comités de regimiento, estaban sinceramente sorprendidos ante un hecho tan “inesperado”.

En pocas palabras: la inmensa mayoría de los manifestantes (en total fueron de 400.000 a 500.000) expresó bien claro su desconfianza en la política de componendas con la burguesía. La manifestación transcurrió bajo las consignas revolucionarias de nuestro Partido. No hay lugar a dudas: la fábula del “complot” bolchevique ha sido desenmascarada por completo. Un partido que goza de la confianza, de la inmensa mayoría de los obreros y de los soldados de la capital no tiene necesidad de “complots”. Sólo una conciencia poco limpia o la ignorancia política podían sugerir a “los que hacen la alta política” la “idea” de un “complot” bolchevique.

K. St.

(*) Alférez socialdemócrata bolchevique, del mismo apellido que un obrero socialdemócrata menchevique ex diputado a la IV Duma de Estado.

“Organización Militar es parte de la organización regular del Partido. Respetar la disciplina”

Petrogrado, 19 de junio (2 de julio) de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

La Conferencia es informada de la toma por la fuerza de la villa Durnovo, cuartel general de los anarquista-comunistas, ordenada por el Gobierno Provisional. A pesar de la tensión en el Distrito de Vyborg causada por la incursión del gobierno en la villa Durnovo, la Conferencia trata algunos asuntos formales.

Podvoisky, miembro de la dirección de la Organización Militar, habla sobre las metas de la Organización Militar de Toda Rusia. Entre otras cosas, declara que una de las tareas principales de la Organización Militar es “destruir el ejército permanente y armar a todo el pueblo”; también expone las responsabilidades de la Organización Militar para difundir las ideas revolucionarias entre el campesinado. “Nuestra meta es cargar tantas cabezas como sea posible, de tal manera que cuando regresen al campo, se convertirán en semillas, el principio de una organización con el que podemos ganar influencia en el campo”.

Nevsky, también miembro de la dirección, describiendo el desarrollo de la Organización Militar de Petrogrado, aborda algunos puntos particularmente pertinentes sobre la necesidad de una mejor organización y de incrementar la disciplina del Partido. “En el momento actual, la organización de Petersburgo no puede sostener su organización... Hay regimientos en los que tenemos gran influencia pero no hay organización formal”. Nevsky enfatiza la necesidad de coordinar las actividades de la Organización Militar con las del Comité Central. Señala que aunque “la Organización Militar tiene un carácter especial” (es decir, que constituye una poderosa fuerza de combate) y que aunque “los soldados se encuentran en circunstancias especiales [la ofensiva y las levas en las tropas de la guarnición, y de ahí la urgencia de las exigencias militares], la Organización Militar debe ser una parte componente de la organización partidaria regular”.

Huelga en Vyborg en protesta por el ataque del Gobierno a villa Durnovo

Petrogrado (19 de junio de 1917).- Obreros de las fábricas Rozenkrants, Metalist, Feniks, Staryi Parvisinen y Promet, del Distrito de Vyborg, se declararon en huelga en protesta por la violenta incursión de ayer ordenada por el gobierno en villa Durnovo, la sede de anarquista-comunistas. Una multitud de obreros y sus familias está reunida frente a la villa, donde se vela el cuerpo de la única víctima.

Los obreros de Vyborg enviaron representantes al Comité Ejecutivo del Soviet Petrogrado a protestar por el ataque, el daño hecho al cuartel general de los anarquistas, el “asesinato” de Asnin y los arrestos masivos. El Comité Ejecutivo nombró inmediatamente una comisión investigadora, ordenó que todos los arrestados no acusados de crímenes específicos sean liberados y llamó a los obreros a permanecer en calma y a regresar al trabajo.

Por su lado, anarquista-comunistas de la fábrica Rozenkrants también enviaron representantes a los Regimientos Primero de Ametralladoras y Moskovsky, con sede en Vyborg, con una propuesta para salir en manifestación contra el Gobierno Provisional. Los regimientos rechazaron la propuesta.

Anarquistas asaltan prisión y liberan presos; el Gobierno reacciona con fuerza y somete a anarquistas

Petrogrado (19 de junio de 1917).- A las 3:00 a.m. de hoy, el Gobierno Provisional ocupó por la fuerza la villa Durnovo, desalojó a los anarquistas que la ocupaban y arrestó a sesenta personas en el operativo.

El Gobierno Provisional ordenó esta medida extrema luego de que ayer 18, a las 3:00 p.m., mientras la manifestación de los Soviets se desarrollaba, una fuerza de anarquista-comunistas y soldados armados afines a ellos –estimada entre 1,500 y 2,000 hombres– irrumpió violentamente en la prisión de Vyborg y liberó a F.P. Jáustov y otros detenidos por supuestos crímenes políticos.

Se afirma que luego de ese acto, los anarquistas se dirigieron a la villa Durnovo, su cuartel general, que en días pasados fue sujeto de un primer intento de desalojo por parte del gobierno.

Al conocer la noticia de la acción anarquista en la prisión, el Gobierno Provisional sostuvo una reunión de emergencia, en la que luego de escuchar el informe del Ministro de Justicia P.N. Pereverzev, se resolvió darle plenos poderes, incluso el uso de la fuerza, para recapturar a los prisioneros y arrestar a los responsables de su fuga.

De acuerdo al informe oficial del gobierno, en la madrugada de hoy, soldados de los Regimientos Preobrazhensky y Semenovsky, un Regimiento de Cosacos y carros artillados, todos bajo el mando del general Polovtsev y acompañados por Pereverzev y el Jefe de Justicia N.S. Karinsky, rodearon la villa. Los anarquistas rechazaron la exigencia del Gobierno Provisional de entregar a los fugados y someterse a una revisión. Entonces, el general Polovtsev recibió la orden de ocupar el cuartel general anarquista.

Los anarquista-comunistas resistieron. Arrojaron algunas bombas que no explotaron, y las fuerzas de Polovtsev capturaron rápidamente la villa. Sesenta obreros, soldados y marineros, presentes en la villa al momento de la incursión, fueron arrestados y llevados a prisión. Algunos de los fugados estaban entre los capturados. Jáustov no estaba entre ellos.

Según se informa uno de los líderes anarquista-comunistas, apellidado Asnin, fue la única baja en este operativo. Se dice que fue accidentalmente baleado y muerto mientras intentaba quitarle el fusil a uno de los soldados del gobierno.

Este hecho se produjo, por coincidencia, cuando el líder del Soviet N.S. Chjeídze se había comprometido a interceder en el caso del bolchevique Jáustov. En el curso de la manifestación del 18 de junio, varios delegados a la Conferencia de la Organización Militar Bolchevique se aproximaron a N.S. Chjeídze, exigiendo que Jáustov sea liberado para esa noche. Chjeídze aceptó ver el asunto y la delegación continuó su camino.

miércoles, julio 1

Un mar bolchevique en manifestación convocada por I Congreso de Soviets

Bolcheviques en la Manifestación del 18 de junio de 1917

El domingo, 18 de junio, fue un día claro y con viento –el clima ideal para una marcha. Era ya cálido al empezar la mañana, cuando multitudes de soldados y obreros empezaron a concentrarse en los puntos designados en la ciudad. Puntualmente, a las 9:00, con los compases de la Marsellesa, los primeros elementos de la marcha empezaron a movilizarse por la avenida Nevsky. El Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado y la Presidencia del Congreso desfilaba a la cabeza de la marcha: estaban Chjeídze, Gots, Dan, Gegechkori y Bogdánov. En la tumba de los héroes de la revolución de Febrero en el Campo de Marte, los líderes del Soviet y los delegados al Congreso que los seguían dejaron la fila de la marcha para ubicarse en posiciones ventajosas cerca de la tumba para pasar revista al desfile. Ellos observaban cómo largas columnas de soldados y obreros -varios debidamente formados- desfilaban silenciosamente, inclinando sus ondeantes banderas en tributo a los héroes caídos, sólo para levantarlas nuevamente mientras marchaban orgullosamente.

La gran manifestación (duró hasta lo último de la tarde) fue convertida en una clara demostración del atractivo del programa bolchevique y de la efectividad de las técnicas bolcheviques. Distrito a distrito, fábrica a fábrica, marchaban los manifestantes, más de 400,000. Todos los estimados coinciden en que el mar de banderas y pancartas bolcheviques era sólo ocasionalmente interrumpido por consignas del Congreso. Muchos de los distritos, la mayoría de las fábricas y casi todas las unidades militares de la guarnición, entre ellas los Regimientos Primero de Ametralladoras, Pavlovsky, Granaderos, Moskovsky, Finliandsky, Izmailovsky, Egersky, 171º de Reserva, Primero de Reserva y Sexto de Ingeniería, marchaban desarmados bajo consignas predominantemente bolcheviques. “Aquí y allá”, recuerda [el menchevique] Sujánov, “la cadena de banderas y columnas bolcheviques era interrumpida por consignas eseristas y oficiales del Soviet. Pero éstas estaban sumergidas en la masa, ellos parecían ser la excepción que intencionalmente confirmaba la regla. Una y otra vez, como los inmutables llamados de las mismísimas profundidades de la capital revolucionaria, como el destino mismo, como el fatal 'Birnam Wood', ahí avanzaban hacia nosotros: ‘Todo el poder a los Soviets’, ‘Abajo los diez ministros capitalistas’ " Otro memorista que ciertamente no puede ser acusado de tener prejuicios de izquierda, hizo una observación similar. Pavel Miliukov [líder de los Kadetes] escribió que la manifestación del 18 de junio “demostró nuevamente que las consignas y el estado de ánimo bolcheviques indudablemente predominaban en Petrogrado y que incluso en una manifestación amistosa al gobierno, hablar de apoyo al gobierno de coalición era simplemente imposible”.

En medio de fábricas y unidades militares del lado de Petrogrado, marchaba un contingente de marineros de Kronstadt, el Comité Central Bolchevique y muchos de los delegados a la Conferencia de Toda Rusia de la organización Militar Bolchevique. De lejos, la sección más grande de la parada, la del Distrito Vyborg, empezó a pasar por las posiciones de revisión. Ellos eran dirigidos por el Soviet Distrital de Vyborg, predominantemente bolchevique. Marchando en la plenitud de sus fuerzas, entre fábricas y unidades militares amigables, estaban los anarquistas-comunistas. Los únicos manifestante en llevar armas, cantaban canciones, decían cortos discursos y cuando pasaban por el Campo de Marte ondeaban banderas negras con inscripciones tales como “Abajo el gobierno y el capital” y “Por el establecimiento de la comuna”. De ahí los anarquistas retornaron al Distrito Vyborg para protagonizar el único incidente realmente serio en lo que fue una sorprendente manifestación pacífica.

Extracto de "Prelude to Revolution" de Alexander Rabinowitch, Indiana Press University, 1991, pp. 102-106. Traducción propia

Delegados exigen que la Conferencia sea el estado mayor del levantamiento armado

Petrogrado, 18 de junio (1 de julio) de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

Esta sesión se realiza en la noche del 18 de junio, poco después de la conclusión de la marcha. En la Conferencia se percibe un espíritu triunfante y rebelde. El entusiasmo se hace mayor cuando se sabe que F.P. Jáustov, que recién había sido liberado de prisión por los anarquistas, es el primer orador de la noche.

A la intervención de Jáustov, sigue la continuación de los informes de las organizaciones provinciales.

La Conferencia recibe “la ominosa noticia de que el ejército revolucionario, obedeciendo las órdenes de Kerensky, iba a morir por la gloria de los capitalistas ingleses, franceses y otros...”.

Delegados de la guarnición de Petrogrado suben, una y otra vez a la tribuna para exigir que se pare la discusión de las cuestiones de la agenda y que la Conferencia se transforme en un estado mayor operativo del levantamiento armado.

Los participantes en la Conferencia jugaron un papel principal en la manifestación del Congreso y están contagiados del espíritu de esa victoria. La mayoría de los delegados-soldados viene a las sesiones de la Conferencia directamente de sus barracas, con rifles en sus espaldas, listos para la acción. Muchos de ellos, así como los otros miembros de base de la Organización Militar de la guarnición de Petrogrado, ven a la Conferencia como el verdadero órgano y vehículo de la toma del poder.

Los miembros de la dirección de la Organización Militar, con mucha dificultad, llaman a la calma a los delegados.

martes, junio 30

Delegados de la Conferencia de la Organización Militar ayudan a preparar la manifestación del 18

Petrogrado, 17 (30) de junio de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

El camarada Zinoviev, pronuncia un discurso en representación del Comité Central del Partido Bolchevique, y concluye: “Estamos ahora enfrentando la muerte en las trincheras en nombre de intereses que son ajenos a nosotros o en las barricadas por nuestra propia causa”.

Luego del discurso de Zinoviev la atención de la Conferencia se centra en la preparación de la manifestación del día siguiente. Para que los delegados puedan ayudar a preparar la manifestación del Congreso, no se programa ninguna sesión de la Conferencia para la tarde y noche del 17.

Los delegados comentan con mucho interés el artículo publicado en el Boletín de la Conferencia y firmado por A.Ia. Arosev.

“Nuestra Organización Militar se reúne en el momento en que toda la vida política rusa está haciendo un viraje. Debido a eso, los delegados a la Conferencia están continuamente discutiendo y debatiendo acerca de la manifestación del 18 de junio, acerca de la transferencia del poder a las manos de los Soviets de Diputados de Obreros y Soldados... Casi todos los camaradas informan que han dejado sus organizaciones provinciales en un momento de vívida y clara protesta contra la política usurpadora del gobierno, contra las órdenes de Kerensky. En todo lugar se escucha las voces de los camaradas soldados que dicen que el momento de un combate decisivo, hombre a hombre, por el poder ha llegado, que las medidas represivas del Gobierno Provisional han engendrado la manifiesta indignación de todas las unidades militares y que es tonto hablar de... infundir en los soldados la voluntad por la ofensiva de rapiña. El crecimiento de las organizaciones socialdemócratas que se ha observado recientemente y la ola de indignación que es cada vez mayor, infunde fuerza y coraje a los participantes de la Conferencia, inyectándoles firmeza y el fuerte deseo por la tensa y última gran batalla.” (Fragmento tomado del Biulleten del 17 de junio de 1917)

Preparándose para la manifestación del 18 de junio

Unidades militares bolcheviques en la manifestación del 18 de junio

Sería un error asumir que sólo los bolcheviques concedieron importancia a la manifestación del Congreso. Es cierto que ningún otro partido intentó copiar las técnicas “blitz” de los bolcheviques y también que muchos líderes moderados del Soviet cuestionaban lo acertado y particularmente la oportunidad de la manifestación. Pero después de que la marcha hubo sido programada, el Congreso en su conjunto y también mencheviques y SRs, hicieron un gran esfuerzo para asegurar que fuera ordenado y bajo las consignas del Congreso. Un comité especial presidido por Bogdánov, que incluía a representantes de alto rango de todos los partidos, fue establecido para encargarse de los asuntos organizacionales y administrativos. Este comité trabajó las instrucciones y las rutas para la marcha, un ceremonial elaborado y la publicación, en Izvestia del 15-18 de junio, de las directivas detalladas para la marcha. Durante este período, se dedicó mucha atención a la manifestación en Rabochaya Gazeta menchevique y en Dielo Naroda eserista, así como en Pravda. Vperiod, el órgano del Comité Inter-Distrital, apoyó muchas de las consignas bolcheviques, mientras que Edintsvo de Plejánov exhortó a sus seguidores a desfilar en nombre de un “gobierno democrático fuerte” y en “apoyo al Gobierno Provisional”. Malenkaya Gazeta, de la extrema derecha, urgía a sus lectores a hacer conocida su voluntad de participar con “adecuadas consignas”. Sólo el liberal Reich continuaba invitando a sus seguidores a boicotear la manifestación.

Irónicamente, la mayor parte de la primera página de Pravda del 17 [de junio] fue ocupada por una versión ligeramente revisada del llamamiento de Stalin a la manifestación del 10 de junio, aquel que causó furor cuando fue leído por Gegechkori en el Congreso el 9 de junio. Esta vez el llamamiento contenía todos las consignas del 10 de junio, exigiendo la renuncia de los “diez ministros capitalistas” y la transferencia de todo el poder a los Soviets, así como algunas nuevas como “Abajo con las secciones antidemocráticas de la Declaración de los Derechos de los Soldados”, “Abajo con la desintegración de las unidades revolucionarias” y “Abajo con la política de ofensiva”, todos de especial interés para las tropas más importantes de la guarnición. “Preparémonos para la manifestación del Domingo” exhortaba otro editorial de Pravda en la víspera de la marcha. “Ejerzamos toda la fuerza posible para que nuestras demandas resuenen fuerte en todo el país. Necesitamos más que caminar, necesitamos una evaluación de nuestra fuerza. Necesitamos una manifestación que sea una ayuda práctica a la realización de nuestras demandas. Tomen las cosas en sus propias manos, no confíen en nadie. Aprueben resoluciones considerando las consignas bajo las que sus fábricas y unidades marcharán y hagan sus propios carteles. ¡Trabajemos! ¡El tiempo no espera! "

Para la manifestación del 18 de junio, los bolcheviques condujeron una campaña política diestra en un país donde hacer campaña política de masas era un arte desconocido. Limpios de asociación con el gobierno de coalición, los bolcheviques podían criticar y halagar a voluntad. Su apelación era principalmente emocional. A la guarnición, los bolcheviques les decían: si ustedes no quieren morir en el frente, si ustedes no quieren la restitución de la disciplina zarista, si ustedes quieren mejores condiciones de vida y la redistribución de la tierra, sígannos. Para los obreros, los bolcheviques demandaban, entre otras cosas, mayores salarios, jornada de ocho horas, control obrero en las fábricas y fin de la inflación. Frente a todo, los agitadores bolcheviques realzaban el horrible espectro de la contrarrevolución. El mensaje era el mismo que predicaba Pravda y Soldatskaya Pravda desde la llegada de Lenin en abril, pero esta vez venía en una descarga de cinco días. Con la adición de cerca de cien experimentados agitadores (delegados a la Conferencia de la Organización Militar Bolchevique de Toda Rusia que se inició el 16 de junio en Petrogrado), trabajando a través de células establecidas en casi todas las fábricas y unidades militares, los bolcheviques eran ahora capaces de cubrir la capital efectivamente.

Pocos obreros y soldados, de los que inicialmente habían votado por los mencheviques y eseristas, tenían una clara noción de los programas de esos partidos. Y así, en la víspera de la manifestación del 18 de junio, incluso las fábricas en la que la mayoría de partidos socialistas tenía confianza, aprobaron resoluciones respaldando consignas bolcheviques. Ellos ocasionalmente votarían de nuevo con los mencheviques y eseristas, pero por el momento eran apáticos o se pasaban al lado de los bolcheviques. “Intensos preparativos para la manifestación se estaban realizando”, anotaba Latsis [dirigente bolchevique del Comité Petersburgo y del Distrito de Vyborg] en su diario el 15 de junio. “Hoy tuvimos una reunión de representantes de fábricas en la que se tomó una decisión para marchar bajo consignas originalmente preparadas para la manifestación cancelada”. La nota del siguiente día dice: “Las fábricas estaban arreglándoselas con su fuerza... ¡Cuánto han madurado los obreros!”. Y en la víspera: “Los preparativos están yendo bien –reuniones de masas en todas las fábricas y unidades militares están adoptando nuestras consignas”.

La tendencia hacia la izquierda no pasó desapercibida. En un profético informe a Kerensky, fechado el 17 de junio, el general P.A. Polovtsev, comandante del Distrito Militar de Petrogrado, anotaba que “se puede observar una creciente diferenciación en el estado de ánimo de las masas. El descontento está creciendo debido a las aún incumplidas demandas de la mayoría de las organizaciones, debido a la insatisfactoria distribución de provisiones, inflación, viviendas inadecuadas y las preguntas aún no respondidas sobre incrementos en las asignaciones familiares. Consecuentemente, hay una creciente insatisfacción con el Gobierno Provisional y un mayor apoyo a la consigna ‘Todo el poder al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados’. En esta situación, a pesar de todas las medidas que se están tomando, no es seguro que la próxima gran manifestación no tome formas indeseables”.

Extracto de "Prelude to Revolution" de Alexander Rabinowitch, Indiana University Press, 1991, pp. 102-104. Traducción propia.

Las pérdidas humanas rusas en la Primera Guerra Mundial

Prisioneros de guerra rusos

El 16 de junio, el ejército ruso, generosamente surtido con armas y proyectiles por los aliados, abrió dos días de descarga de artillería, seguido del ataque. El peso del asalto ruso cayó en el Frente del Sur, dirigido a Lvov, la capital de Galitzia. El Octavo Ejército, comandado por Kornílov, se distinguió. Operaciones ofensivas secundarias fueron lanzadas en los Frentes Central y del Norte. Como el gobierno había esperado, la ofensiva inspiró manifestaciones patrióticas. En esta atmósfera, los bolcheviques no se atrevían a oponerse a la campaña: en el Congreso de los Soviets en junio, ni Lenin ni Trotsky presentaron mociones contra el apoyo [de la ofensiva].

La operación contra los austriacos tuvo buen desarrollo durante dos días y luego se detuvo cuando las tropas sintiendo que ya habían cumplido su deber se rehusaron a obedecer órdenes de ataque. Pronto fugaron precipitadamente. El 6 de julio, los alemanes que habían llegado en apoyo de sus aliados austriacos, contraatacaron. A la vista de los uniformes alemanes, los rusos pusieron pies en polvorosa, saqueando y contagiando el pánico. La ofensiva de junio fue la última boqueada del viejo ejército ruso.

Dado que el viejo ejército ruso no entabló ninguna operaciones significativas después de julio de 1917, este puede ser un momento apropiado para contar el número de bajas humanas que Rusia sufrió en la Primera Guerra Mundial. Es difícil determinar esas pérdidas con razonable confianza debido a la pobre calidad de las estadísticas de guerra rusas. En fuentes estándares, las bajas rusas son consideradas las más altas de todas las potencias beligerantes. Cruttwell, por ejemplo, estima en 1.7 millones los muertos rusos y 4.95 millones los heridos, superando ligeramente las pérdidas sufridas por Alemania y considerablemente aquellas sufridas por Gran Bretaña y Francia que estuvieron en la guerra 16 meses más que Rusia. Otros estimados foráneos van más alto, a los 2.5 millones de muertos. Se ha demostrado que estas cifras están demasiado infladas. Fuentes oficiales rusas hablan de 775,400 víctimas en el campo de batalla. Estimados rusos más recientes señalan pérdidas más altas: 900,000 muertos en batalla y 400,000 heridos en combate, sumando un total de 1.3 millones, lo que es igual a las víctimas sufridas por los franceses y los austriacos pero un tercio menos que las de los alemanes.

Los rusos tuvieron de lejos el número más grande de prisioneros en manos enemigas. Los 3.9 millones de cautivos rusos en campos de prisioneros alemanes y austriacos eran tres veces mayores al total de prisioneros de guerra (1.3 millones) perdidos por Gran Bretaña, Francia y Alemania juntas. Sólo el ejército austro-húngaro con 2.2 millones prisioneros, seguían de cerca. Por cada 100 rusos que caían en batalla, 300 se rendían. En el ejército británico, por cada 100 se rendían 20; en el francés, 24, en el alemán, 26. En otras palabras, los rusos se rendían a una tasa de 12 a 15 veces más que los soldados occidentales.

El fracaso de la ofensiva de junio fue una calamidad personal para Kerensky que había contado con ella para unir a un país dividido en torno a él y el gobierno. Habiendo jugado y perdido, se hizo más inquieto, irascible y sumamente suspicaz. En este estado, cometió errores cardinales que lo convirtieron de un líder adorado en un chivo expiatorio, despreciado por la izquierda y la derecha por igual.

En la atmósfera de desmoralización y desesperación ocasionada por el fracaso de la ofensiva de junio, Lenin y sus lugartenientes se aventuraron en otro golpe.

Extracto de "The Russian Revolution" de Richard Pipes, Vintage Books, 1991. Traducción propia

lunes, junio 29

Inauguran Conferencia de la Organización Militar Bolchevique

Petrogrado, 16 (29) de junio de 1917

Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique
16 (29) de junio – 23 de junio (6 de julio) de 1917

La dirección de la Organización Militar Bolchevique convoca la Conferencia de Toda Rusia para “trabajar un plan de acción unificado, a aprobar las cuestiones más importantes del momento y a forjar metas comunes para actuar en una sola dirección en todo el ejército y preparar al ejército para la futura expansión y profundización de la revolución”.

Asisten: representantes de la Organización Militar Bolchevique del frente y de la guarnición. Ciento siete delegados de Petrogrado y guarniciones provinciales, así como unidades militares de los frentes del norte, de occidente y del sudeste, participaron en la Conferencia. Se encuentran representados 26,000 miembros del Partido de 43 unidades del frente y 17 de la retaguardia;

Objetivo: establecer el liderazgo, la estructura y el programa de la Organización Militar de Toda Rusia y evaluar las condiciones existentes en las fuerzas armadas.

La mayoría de los delegados son soldados rasos. También hay algunos oficiales y pocos civiles. La mayoría de los participantes se ha unido al Partido Bolchevique en 1917.

La Conferencia se realiza en un período tenso período: luego de los hechos que giraron en torno a la cancelación de la manifestación bolchevique del 10 de junio, la convocatoria y preparativos de otra manifestación para el 18 de junio y el inicio de la ofensiva de Kerensky.

En la noche, se inicia el trabajo sustantivo de la Conferencia. Se procede a la lectura de informes de las delegaciones provinciales de la Organización Militar. Estos informes y la discusión de ellos centran su atención en problemas tales como la fraternización, la relación entre la Organización Militar y los comités de regimiento, los éxitos y debilidades de la agitación y organización bolcheviques en el frente, la ofensiva y las dificultades planteadas por la represión anti-bolchevique. Los informes y su discusión duraron toda la noche.

La ofensiva rusa comienza

Kerensky y su Estado Mayor

El 16 de junio, la ofensiva comenzó con dos días de bombardeo de artillería pesada. Kerensky iba de regimiento a regimiento dando órdenes y tratando de elevar la moral. El 18 de junio, las tropas avanzaron alentados por la vista de las trincheras alemanas abandonadas bajo fuego. El ataque principal fue dirigido contra Lvov, en el sur, mientras se lanzaban ataques de apoyo en los Frentes Occidental y del Norte. El avance continuó durante dos días. Las líneas alemanas fueron rotas y la noticia de un glorioso de “Triunfo por la libertad” fue anunciada en la prensa patriota. Luego, el tercer día, el avance se detuvo; los alemanes empezaron a contraatacar y los rusos huyeron asustados. Fue un caso, en parte, de debilidades militares usuales: se enviaron a la batalla a unidades sin ametralladoras, se ordenó a soldados sin entrenamiento a ejecutar maniobras complejas usando granadas de mano que fueron arrojadas sin quitarles el seguro. Pero la razón principal del fiasco fue la simple resistencia a combatir de los soldados. Habiendo avanzado dos millas, las tropas de la línea de frente sintieron que habían cumplido su parte y se rehusaron a ir más adelante mientras los de la segunda línea no tomarán su lugar. El avance se rompió cuando los hombres empezaron a desertar. Solo en una noche, los batallones de choque del Decimoprimer Ejército arrestaron a 12,000 desertores cerca de la ciudad de Volochinsk. Muchos soldados volvieron sus armas contra sus oficiales al mando en lugar de combatir al enemigo. La retirada degeneró en caos cuando los soldados saquearon tiendas y negocios, violaron campesinas y asesinaron judíos. El crucial avance hacia Lvov colapsó tan pronto las tropas descubrieron una gran tienda de alcohol en la abandonada ciudad de Koniukhy y se detuvieron ahí hasta embriagarse. Para cuando estuvieron listos para retomar el combate, tres días después y una resaca, los refuerzos enemigos habían llegado y los rusos sufrieron duras pérdidas, viéndose obligados a retroceder.

En medio de tal caos, incluso las tropas de choque tuvieron poco margen de éxito. El Batallón [femenino] de la Muerte de Bochkareva tuvo mejor desempeño que la mayoría. Las mujeres voluntarias rompieron las dos primeras líneas, seguidas por algunos avergonzados reclutas varones. Pero luego ellos cayeron bajo el pesado fuego alemán. Las mujeres se dispersaron en medio de la confusión, mientras la mayoría de los hombres se cubrió en las trincheras alemanas donde encontraron una gran cantidad de licor y procedieron a embriagarse. A pesar de la carnicería que la rodeaba, Bochkareva siguió combatiendo. En un punto, encontró a una de sus mujeres teniendo relaciones sexuales con un soldado en un hoyo provocado por un proyectil. La atravesó con una bayoneta pero el soldado logró escapar. Finalmente, con la mayoría de sus voluntarias muertas o heridas, incluso Bochkareva fue obligada a retroceder. La ofensiva terminó. Fue la última de Rusia.

Extracto de “A people’s tragedy. The Russian Revolution: 1891-1924” de Orlando Figes, Penguin Books, 1996, pp. 418-419. Traducción propia.

Con el ejército, antes de la ofensiva (Kerensky)


Después de aprobar la resolución pertinente en el Congreso de los Soviets; después de visitar el Congreso de Cosacos y recibir de los comités de regimiento de la guarnición de Petrogrado la solemne promesa de que no tomarían ventaja de mi ausencia para intentonas revolucionarias; el 13 (26) de junio, me dirigí hacia la parte del frente donde la ofensiva iba a empezar. En Tarnopol, los representantes militares de los aliados se reunieron conmigo en mi vagón. En nombre del Rey de Inglaterra, el representante británico acreditado al Cuartel General Ruso prometió los ejércitos británicos apoyarían nuestra ofensiva. Por razones aún desconocidas para mí, esta promesa no fue mantenida. En Tarnopol, hice pública mi orden a las tropas, para el avance. Toda Rusia estaba en tensión, con expectativa. ¿Avanzarían las tropas? Nadie se aventuraba a responder la pregunta.

Más allá de Tarnopol empezaba el verdadero y activo frente. ¡Cuán diferente era la situación ahora comparada con la de fines de mayo, durante mi primera visita al general Brusilov! Entonces había un silencio mortal y vacío. Ahora había vida, movimiento, preparativos para el gran esfuerzo. Los regimientos marchaban, las cajas de municiones se sacudían, las cocinas de campaña hacían ruido camino al frente. La artillería rugía a la distancia. En la noche, aquí y allá, sobre nuestras posiciones se veían los ardientes cañonazos de los alemanes.

Lentamente, con cierto aire de triunfo, mi tren paraba en el cuartel del general Hutor, comandante del Frente Galitzia, cerca de la pequeña ciudad de Kshivy, a corta distancia de las posiciones del Sétimo Ejército, que iba a moverse primero en dirección de Brjezany.

Hutor, que sucedió a Brusilov, como comandante del frente, no era un general particularmente notable. Pero tenía un jefe de estado mayor de primera clase en el general Dujonin, uno de los mejores oficiales de Rusia, que tuvo una brillante carrera durante la Guerra y que supo mantener el respeto de sus soldados en lo más álgido de la revolución, sin sacrificar de ningún modo el honor de su uniforme o la dignidad de un honesto ciudadano...

El 13 (26) de junio empezó el preparativo de la artillería para el avance. Durante dos días, nuestra artillería disparó fuego sobre las trincheras enemigas. La réplica del vigilante enemigo fue el silencio. Los alemanes habían despejado sus trincheras. Su artillería, bien camuflada, estaba esperando su momento. No todo estaba en orden en el ánimo del sétimo y decimoprimer ejércitos que habían sido designados para la ofensiva. Había divisiones en un estado próximo al motín. Había regimientos que demostraban sólo obediencia superficial. Había oficiales sin suficiente “corazón” y otros que realmente estaban saboteando las operaciones preparatorias.

El 31 de mayo (3 de junio) yo había inspeccionado nuestras posiciones. Ahora es difícil describir nuestro estado mental. ¡Mucha tensión, determinación y, a veces, un sentimiento de inevitable triunfo!... Ahora. oficiales y soldados estaban yendo a la batalla sin las viejas emociones. Percibíamos claramente su esfuerzo por superar algo en ellos mismos, para liberarse de las inusuales sensaciones en la víspera de la batalla. Había más profundidad, más espiritualidad, pero menos armonía concentrada. Las tropas parecían sentir que la mella en sus interiores no había sido totalmente removida. Hasta el último momento los oficiales no sabían si los soldados los seguirían en el ataque. Los soldados no estaban lo suficientemente seguros de si era necesario morir cuando en la retaguardia se hacían realidad los más fervientes sueños de generaciones.

En ese día, en nuestro último discurso a las tropas, antes de la batalla, cada uno de los oradores estaba agitado. ¿No eran nuestros discursos el último saludo antes de la muerte? Los soldados y varios oficiales bebieron cada palabra, tratando de encontrar en ellas la respuesta a la penosa cuestión que agitaba sus almas simples en el mismísimo último momento.

Recuerdo una multitud de soldados en la región del Decimoprimer Ejército, cerca de un refugio subterráneo que atraía la atención de la artillería alemana. Teníamos que hablar bajo el sonido de los proyectiles volando. Pero nadie se movió, nadie se aventuró a buscar refugio, ni siquiera a agacharse.

Recuerdo un viaje, tarde en la noche. Llovía y había tempestad. En un punto, nos esperaban los regimientos que recién habían llegado. Bajo el terrible diluvio, acompañado de rayos y truenos, totalmente empapados los miles de soldados no se movían, ansiosos de encontrar en mis palabras la fe en la justicia de su próximo sacrificio a muerte.

Extractos de 'The Catastrophe" de Alexander Kerensky, 1927. Traducción propia.

domingo, junio 28

Los resultados de las elecciones municipales en Petrogrado (Stalin)

Poster electoral del Partido Socialista Revolucionario (eserista)


Boletín de la Oficina de Prensa del C.C. del P.O.S.D.R. Nº 1 del 15 (28) de junio de 1917

Las elecciones a las Dumas de distrito en Petrogrado (doce distritos) han terminado ya...

De un millón largo de electores, acudieron a las urnas unos 800.000. Ello arroja un porcentaje del 70%. La abstención no ha sido, ni mucho menos, “amenazadora”. Al margen de las elecciones han quedado las barriadas más proletarias de distritos como el del Nava y el de Narva (suburbios), que todavía no forman parte de la ciudad.

La lucha electoral no ha girado en torno a las reivindicaciones municipales de carácter local, como ocurre “habitualmente” en Europa, sino en torno a las plataformas políticas fundamentales. Y es bien comprensible. En un momento de extraordinarias conmociones revolucionarias, complicadas por la guerra y el desbarajuste económico, cuando las contradicciones de clase se manifiestan con la máxima nitidez, sería por completo inconcebible que la lucha electoral quedase confinada a las cuestiones de carácter local; la indisoluble ligazón entre -las cuestiones locales y la situación política general del país debía manifestarse inevitablemente.

Por esto, como competidores principales en las elecciones aparecían tres listas correspondientes a las tres plataformas políticas fundamentales: demócrata constitucionalista, bolchevique y defensista (bloque de los populistas, los mencheviques y “Edinstvo”)...

Los electores debían optar:

O ir hacia atrás y votar por la ruptura con el proletariado y por las “medidas enérgicas” contra la revolución (demócratas constitucionalistas);

O ir hacia adelante y votar por la ruptura con la burguesía, por una lucha decidida contra las fuerzas contrarrevolucionarias, por el desarrollo sucesivo de la revolución (bolcheviques);

O votar por un compromiso con la burguesía, por una política de zigzags entre la revolución y la contrarrevolución, es decir, no ir ni hacia adelante ni hacia atrás (bloque defensista de los mencheviques y los eseristas).

Los electores han optado. De los 800.000 votantes, más de 400.000 se han pronunciado por el bloque de los defensistas; un poco más de 160.000, por los demócratas constitucionalistas, con la particularidad de que éstos, no han obtenido la mayoría en ningún distrito; más de 160.000, por los bolcheviques, con la particularidad de que en el distrito más proletario de la capital, el de Víborg, éstos han obtenido la mayoría absoluta. El resto de los votos (un número insignificante) se lo han repartido los treinta grupos y grupitos “sin partido”, “por encima de los partidos” y otras agrupaciones circunstanciales. Tal ha sido la respuesta de los electores.

¿Qué nos dice esa respuesta?

Lo primero que salta a la vista es la debilidad y la impotencia de los grupos sin partido. El cuento sobre la “naturaleza” sin-partidista del ciudadano ruso medio ha sido desmentido rotundamente por las elecciones. El atraso político, del que se nutren los grupos sin partido, ha pasado evidentemente a la historia. La masa de los electores ha emprendido, sin dejar lugar a dudas, el camino de la lucha política abierta.

La segunda particularidad es la derrota absoluta de los demócratas constitucionalistas. Por más vueltas que le den, los demócratas constitucionalistas tendrán que reconocer que, en la primera batalla abierta, en elecciones libres, han sufrido una derrota aplastante y no han logrado hacerse con ninguna Duma de distrito. No hace mucho, aún, los demócratas constitucionalistas consideraban Petrogrado como un feudo suyo... Ahora ha quedado bien claro que los demócratas constitucionalistas reinaban en Petrogrado por gracia del zar y de su ley electoral...
...
La tercera particularidad es el indudable aumento de nuestras fuerzas, de las fuerzas de nuestro Partido, cosa que se ha puesto de manifiesto en las elecciones. Nuestro Partido tiene en Petrogrado de 23.000 a 25.000 afiliados; la tirada de “Pravda” es de 90.000 a 100.000 ejemplares, de los que 70.000 corresponden a Petrogrado. Ahora bien, en las elecciones hemos obtenido más de 160.000 votos, es decir, siete veces más que afiliados tiene el Partido y el doble que la tirada de “Pravda” en Petrogrado. Y eso en medio de la infernal algarabía y de la campaña de calumnias que, para atemorizar al ciudadano medio, promovió contra los bolcheviques casi toda la llamada prensa, empezando por los periódicos de escándalo, como “Birzhovka” y “Niechorka”, y, terminando por los periódicos ministeriales “Nolia Naroda” y “Rabóchaia Gavieta”. Huelga decir que, en tal situación, únicamente podían votar por nuestro Partido los elementos revolucionarios más firmes, los que no se dejan impresionar por esos “horrores”. Entre esos elementos figura, en primer lugar, el proletariado, jefe de la revolución, que nos ha asegurado el predominio en la Duma del distrito de Víborg, y, después, los más fieles aliados del proletariado: los regimientos revolucionarios. Se debe señalar también que las elecciones libres han atraído a las urnas a nuevas y amplias capas de la población, sin experiencia de lucha política. Nos referimos, en primer lugar, a las mujeres, luego a decenas de miles de pequeños funcionarios que llenan los ministerios y, finalmente, a un sinnúmero de “gentes modestas”, los artesanos, los tenderos, etc. No contábamos en absoluto y no podíamos contar con que estas capas pudiesen romper ahora con el “viejo mundo” y adoptar resueltamente el punto de vista del proletariado revolucionario. Y esas capas son, precisamente, las que han decidido el resultado de las elecciones. El que esas capas hayan sabido dar la espalda a los demócratas constitucionalistas -como lo han hecho-, es de por sí un gran progreso.

En pocas palabras: la masa de los electores se ha apartado ya de los demócratas constitucionalistas, pero aún no ha llegado a nuestro Partido, deteniéndose a mitad de camino. En cambio, los elementos más resueltos –el proletariado revolucionario y los soldados revolucionarios- ya se han agrupado en torno a nuestro Partido.

La masa de los electores se ha detenido a mitad de camino. Y al detenerse, han encontrado aquí, a mitad de camino, a un digno dirigente: el bloque de los mencheviques y los socialrevolucionarios. Sin ver claro en la situación actual, vacilante entre el proletariado y los capitalistas, el elector pequeñoburgués ha perdido la fe en los demócratas constitucionalistas y se ha inclinado, como era natural, hacia los mencheviques y los eseristas, que ya no saben en absoluto por dónde se andan y maniobran impotentemente entre la revolución y la contrarrevolución. ¡Dios los cría y ellos se juntan! Esa es la verdadera razón de la “brillante victoria” del bloque defensista. Y ésa es la cuarta peculiaridad de las elecciones. No cabe duda de que, con el desarrollo de la revolución, el abigarrado ejercito del bloque mermará indefectiblemente: una parte marchará hacia atrás, hacia los demócratas constitucionalistas, y la otra hacia adelante, hacia nuestro Partido. Pero, por el momento... Por el momento, los jefes del bloque pueden regocijarse de su “victoria”.

Finalmente, la quinta y última peculiaridad de las elecciones -¡la última, pero no la menos importante!- es que han planteado concretamente la cuestión del Poder en el país. Las elecciones han puesto definitivamente en claro que los demócratas constitucionalistas son una minoría, pues a duras penas han obtenido un 20% de los votos. La inmensa mayoría, más del 70%, se ha pronunciado por los socialistas de derecha e izquierda, es decir, por los eseristas y los mencheviques y por los bolcheviques. Dicen que las elecciones municipales en Petrogrado son el prototipo de las futuras elecciones a la Asamblea Constituyente. Pero, si es así, ¿acaso no resulta monstruoso que los demócratas constitucionalistas, minoría insignificante en el país, tengan una inmensa mayoría en el Gobierno Provisional? ¿Cómo puede ser tolerada la preponderancia de los demócratas constitucionalistas en el Gobierno Provisional, cuándo es evidente que la mayoría se la población no tiene confianza en ellos? ¿No será esta desproporción la causa de ese creciente descontento que en el país se manifiesta, cada vez con mayor frecuencia, respecto al Gobierno Provisional?

¿No está claro, acaso, que seguir manteniendo esa desproporción sería insensato y antidemocrático?

K. Stalin