Boletín de la Oficina de Prensa del C.C. del P.O.S.D.R. Nº 1 del 15 (28) de junio de 1917
Las elecciones a las Dumas de distrito en Petrogrado (doce distritos) han terminado ya...
De un millón largo de electores, acudieron a las urnas unos 800.000. Ello arroja un porcentaje del 70%. La abstención no ha sido, ni mucho menos, “amenazadora”. Al margen de las elecciones han quedado las barriadas más proletarias de distritos como el del Nava y el de Narva (suburbios), que todavía no forman parte de la ciudad.
La lucha electoral no ha girado en torno a las reivindicaciones municipales de carácter local, como ocurre “habitualmente” en Europa, sino en torno a las plataformas políticas fundamentales. Y es bien comprensible. En un momento de extraordinarias conmociones revolucionarias, complicadas por la guerra y el desbarajuste económico, cuando las contradicciones de clase se manifiestan con la máxima nitidez, sería por completo inconcebible que la lucha electoral quedase confinada a las cuestiones de carácter local; la indisoluble ligazón entre -las cuestiones locales y la situación política general del país debía manifestarse inevitablemente.
Por esto, como competidores principales en las elecciones aparecían tres listas correspondientes a las tres plataformas políticas fundamentales: demócrata constitucionalista, bolchevique y defensista (bloque de los populistas, los mencheviques y “Edinstvo”)...
Los electores debían optar:
O ir hacia atrás y votar por la ruptura con el proletariado y por las “medidas enérgicas” contra la revolución (demócratas constitucionalistas);
O ir hacia adelante y votar por la ruptura con la burguesía, por una lucha decidida contra las fuerzas contrarrevolucionarias, por el desarrollo sucesivo de la revolución (bolcheviques);
O votar por un compromiso con la burguesía, por una política de zigzags entre la revolución y la contrarrevolución, es decir, no ir ni hacia adelante ni hacia atrás (bloque defensista de los mencheviques y los eseristas).
Los electores han optado. De los 800.000 votantes, más de 400.000 se han pronunciado por el bloque de los defensistas; un poco más de 160.000, por los demócratas constitucionalistas, con la particularidad de que éstos, no han obtenido la mayoría en ningún distrito; más de 160.000, por los bolcheviques, con la particularidad de que en el distrito más proletario de la capital, el de Víborg, éstos han obtenido la mayoría absoluta. El resto de los votos (un número insignificante) se lo han repartido los treinta grupos y grupitos “sin partido”, “por encima de los partidos” y otras agrupaciones circunstanciales. Tal ha sido la respuesta de los electores.
¿Qué nos dice esa respuesta?
Lo primero que salta a la vista es la debilidad y la impotencia de los grupos sin partido. El cuento sobre la “naturaleza” sin-partidista del ciudadano ruso medio ha sido desmentido rotundamente por las elecciones. El atraso político, del que se nutren los grupos sin partido, ha pasado evidentemente a la historia. La masa de los electores ha emprendido, sin dejar lugar a dudas, el camino de la lucha política abierta.
La segunda particularidad es la derrota absoluta de los demócratas constitucionalistas. Por más vueltas que le den, los demócratas constitucionalistas tendrán que reconocer que, en la primera batalla abierta, en elecciones libres, han sufrido una derrota aplastante y no han logrado hacerse con ninguna Duma de distrito. No hace mucho, aún, los demócratas constitucionalistas consideraban Petrogrado como un feudo suyo... Ahora ha quedado bien claro que los demócratas constitucionalistas reinaban en Petrogrado por gracia del zar y de su ley electoral...
...
La tercera particularidad es el indudable aumento de nuestras fuerzas, de las fuerzas de nuestro Partido, cosa que se ha puesto de manifiesto en las elecciones. Nuestro Partido tiene en Petrogrado de 23.000 a 25.000 afiliados; la tirada de “Pravda” es de 90.000 a 100.000 ejemplares, de los que 70.000 corresponden a Petrogrado. Ahora bien, en las elecciones hemos obtenido más de 160.000 votos, es decir, siete veces más que afiliados tiene el Partido y el doble que la tirada de “Pravda” en Petrogrado. Y eso en medio de la infernal algarabía y de la campaña de calumnias que, para atemorizar al ciudadano medio, promovió contra los bolcheviques casi toda la llamada prensa, empezando por los periódicos de escándalo, como “Birzhovka” y “Niechorka”, y, terminando por los periódicos ministeriales “Nolia Naroda” y “Rabóchaia Gavieta”. Huelga decir que, en tal situación, únicamente podían votar por nuestro Partido los elementos revolucionarios más firmes, los que no se dejan impresionar por esos “horrores”. Entre esos elementos figura, en primer lugar, el proletariado, jefe de la revolución, que nos ha asegurado el predominio en la Duma del distrito de Víborg, y, después, los más fieles aliados del proletariado: los regimientos revolucionarios. Se debe señalar también que las elecciones libres han atraído a las urnas a nuevas y amplias capas de la población, sin experiencia de lucha política. Nos referimos, en primer lugar, a las mujeres, luego a decenas de miles de pequeños funcionarios que llenan los ministerios y, finalmente, a un sinnúmero de “gentes modestas”, los artesanos, los tenderos, etc. No contábamos en absoluto y no podíamos contar con que estas capas pudiesen romper ahora con el “viejo mundo” y adoptar resueltamente el punto de vista del proletariado revolucionario. Y esas capas son, precisamente, las que han decidido el resultado de las elecciones. El que esas capas hayan sabido dar la espalda a los demócratas constitucionalistas -como lo han hecho-, es de por sí un gran progreso.
En pocas palabras: la masa de los electores se ha apartado ya de los demócratas constitucionalistas, pero aún no ha llegado a nuestro Partido, deteniéndose a mitad de camino. En cambio, los elementos más resueltos –el proletariado revolucionario y los soldados revolucionarios- ya se han agrupado en torno a nuestro Partido.
La masa de los electores se ha detenido a mitad de camino. Y al detenerse, han encontrado aquí, a mitad de camino, a un digno dirigente: el bloque de los mencheviques y los socialrevolucionarios. Sin ver claro en la situación actual, vacilante entre el proletariado y los capitalistas, el elector pequeñoburgués ha perdido la fe en los demócratas constitucionalistas y se ha inclinado, como era natural, hacia los mencheviques y los eseristas, que ya no saben en absoluto por dónde se andan y maniobran impotentemente entre la revolución y la contrarrevolución. ¡Dios los cría y ellos se juntan! Esa es la verdadera razón de la “brillante victoria” del bloque defensista. Y ésa es la cuarta peculiaridad de las elecciones. No cabe duda de que, con el desarrollo de la revolución, el abigarrado ejercito del bloque mermará indefectiblemente: una parte marchará hacia atrás, hacia los demócratas constitucionalistas, y la otra hacia adelante, hacia nuestro Partido. Pero, por el momento... Por el momento, los jefes del bloque pueden regocijarse de su “victoria”.
Finalmente, la quinta y última peculiaridad de las elecciones -¡la última, pero no la menos importante!- es que han planteado concretamente la cuestión del Poder en el país. Las elecciones han puesto definitivamente en claro que los demócratas constitucionalistas son una minoría, pues a duras penas han obtenido un 20% de los votos. La inmensa mayoría, más del 70%, se ha pronunciado por los socialistas de derecha e izquierda, es decir, por los eseristas y los mencheviques y por los bolcheviques. Dicen que las elecciones municipales en Petrogrado son el prototipo de las futuras elecciones a la Asamblea Constituyente. Pero, si es así, ¿acaso no resulta monstruoso que los demócratas constitucionalistas, minoría insignificante en el país, tengan una inmensa mayoría en el Gobierno Provisional? ¿Cómo puede ser tolerada la preponderancia de los demócratas constitucionalistas en el Gobierno Provisional, cuándo es evidente que la mayoría se la población no tiene confianza en ellos? ¿No será esta desproporción la causa de ese creciente descontento que en el país se manifiesta, cada vez con mayor frecuencia, respecto al Gobierno Provisional?
¿No está claro, acaso, que seguir manteniendo esa desproporción sería insensato y antidemocrático?
K. Stalin
Las elecciones a las Dumas de distrito en Petrogrado (doce distritos) han terminado ya...
De un millón largo de electores, acudieron a las urnas unos 800.000. Ello arroja un porcentaje del 70%. La abstención no ha sido, ni mucho menos, “amenazadora”. Al margen de las elecciones han quedado las barriadas más proletarias de distritos como el del Nava y el de Narva (suburbios), que todavía no forman parte de la ciudad.
La lucha electoral no ha girado en torno a las reivindicaciones municipales de carácter local, como ocurre “habitualmente” en Europa, sino en torno a las plataformas políticas fundamentales. Y es bien comprensible. En un momento de extraordinarias conmociones revolucionarias, complicadas por la guerra y el desbarajuste económico, cuando las contradicciones de clase se manifiestan con la máxima nitidez, sería por completo inconcebible que la lucha electoral quedase confinada a las cuestiones de carácter local; la indisoluble ligazón entre -las cuestiones locales y la situación política general del país debía manifestarse inevitablemente.
Por esto, como competidores principales en las elecciones aparecían tres listas correspondientes a las tres plataformas políticas fundamentales: demócrata constitucionalista, bolchevique y defensista (bloque de los populistas, los mencheviques y “Edinstvo”)...
Los electores debían optar:
O ir hacia atrás y votar por la ruptura con el proletariado y por las “medidas enérgicas” contra la revolución (demócratas constitucionalistas);
O ir hacia adelante y votar por la ruptura con la burguesía, por una lucha decidida contra las fuerzas contrarrevolucionarias, por el desarrollo sucesivo de la revolución (bolcheviques);
O votar por un compromiso con la burguesía, por una política de zigzags entre la revolución y la contrarrevolución, es decir, no ir ni hacia adelante ni hacia atrás (bloque defensista de los mencheviques y los eseristas).
Los electores han optado. De los 800.000 votantes, más de 400.000 se han pronunciado por el bloque de los defensistas; un poco más de 160.000, por los demócratas constitucionalistas, con la particularidad de que éstos, no han obtenido la mayoría en ningún distrito; más de 160.000, por los bolcheviques, con la particularidad de que en el distrito más proletario de la capital, el de Víborg, éstos han obtenido la mayoría absoluta. El resto de los votos (un número insignificante) se lo han repartido los treinta grupos y grupitos “sin partido”, “por encima de los partidos” y otras agrupaciones circunstanciales. Tal ha sido la respuesta de los electores.
¿Qué nos dice esa respuesta?
Lo primero que salta a la vista es la debilidad y la impotencia de los grupos sin partido. El cuento sobre la “naturaleza” sin-partidista del ciudadano ruso medio ha sido desmentido rotundamente por las elecciones. El atraso político, del que se nutren los grupos sin partido, ha pasado evidentemente a la historia. La masa de los electores ha emprendido, sin dejar lugar a dudas, el camino de la lucha política abierta.
La segunda particularidad es la derrota absoluta de los demócratas constitucionalistas. Por más vueltas que le den, los demócratas constitucionalistas tendrán que reconocer que, en la primera batalla abierta, en elecciones libres, han sufrido una derrota aplastante y no han logrado hacerse con ninguna Duma de distrito. No hace mucho, aún, los demócratas constitucionalistas consideraban Petrogrado como un feudo suyo... Ahora ha quedado bien claro que los demócratas constitucionalistas reinaban en Petrogrado por gracia del zar y de su ley electoral...
...
La tercera particularidad es el indudable aumento de nuestras fuerzas, de las fuerzas de nuestro Partido, cosa que se ha puesto de manifiesto en las elecciones. Nuestro Partido tiene en Petrogrado de 23.000 a 25.000 afiliados; la tirada de “Pravda” es de 90.000 a 100.000 ejemplares, de los que 70.000 corresponden a Petrogrado. Ahora bien, en las elecciones hemos obtenido más de 160.000 votos, es decir, siete veces más que afiliados tiene el Partido y el doble que la tirada de “Pravda” en Petrogrado. Y eso en medio de la infernal algarabía y de la campaña de calumnias que, para atemorizar al ciudadano medio, promovió contra los bolcheviques casi toda la llamada prensa, empezando por los periódicos de escándalo, como “Birzhovka” y “Niechorka”, y, terminando por los periódicos ministeriales “Nolia Naroda” y “Rabóchaia Gavieta”. Huelga decir que, en tal situación, únicamente podían votar por nuestro Partido los elementos revolucionarios más firmes, los que no se dejan impresionar por esos “horrores”. Entre esos elementos figura, en primer lugar, el proletariado, jefe de la revolución, que nos ha asegurado el predominio en la Duma del distrito de Víborg, y, después, los más fieles aliados del proletariado: los regimientos revolucionarios. Se debe señalar también que las elecciones libres han atraído a las urnas a nuevas y amplias capas de la población, sin experiencia de lucha política. Nos referimos, en primer lugar, a las mujeres, luego a decenas de miles de pequeños funcionarios que llenan los ministerios y, finalmente, a un sinnúmero de “gentes modestas”, los artesanos, los tenderos, etc. No contábamos en absoluto y no podíamos contar con que estas capas pudiesen romper ahora con el “viejo mundo” y adoptar resueltamente el punto de vista del proletariado revolucionario. Y esas capas son, precisamente, las que han decidido el resultado de las elecciones. El que esas capas hayan sabido dar la espalda a los demócratas constitucionalistas -como lo han hecho-, es de por sí un gran progreso.
En pocas palabras: la masa de los electores se ha apartado ya de los demócratas constitucionalistas, pero aún no ha llegado a nuestro Partido, deteniéndose a mitad de camino. En cambio, los elementos más resueltos –el proletariado revolucionario y los soldados revolucionarios- ya se han agrupado en torno a nuestro Partido.
La masa de los electores se ha detenido a mitad de camino. Y al detenerse, han encontrado aquí, a mitad de camino, a un digno dirigente: el bloque de los mencheviques y los socialrevolucionarios. Sin ver claro en la situación actual, vacilante entre el proletariado y los capitalistas, el elector pequeñoburgués ha perdido la fe en los demócratas constitucionalistas y se ha inclinado, como era natural, hacia los mencheviques y los eseristas, que ya no saben en absoluto por dónde se andan y maniobran impotentemente entre la revolución y la contrarrevolución. ¡Dios los cría y ellos se juntan! Esa es la verdadera razón de la “brillante victoria” del bloque defensista. Y ésa es la cuarta peculiaridad de las elecciones. No cabe duda de que, con el desarrollo de la revolución, el abigarrado ejercito del bloque mermará indefectiblemente: una parte marchará hacia atrás, hacia los demócratas constitucionalistas, y la otra hacia adelante, hacia nuestro Partido. Pero, por el momento... Por el momento, los jefes del bloque pueden regocijarse de su “victoria”.
Finalmente, la quinta y última peculiaridad de las elecciones -¡la última, pero no la menos importante!- es que han planteado concretamente la cuestión del Poder en el país. Las elecciones han puesto definitivamente en claro que los demócratas constitucionalistas son una minoría, pues a duras penas han obtenido un 20% de los votos. La inmensa mayoría, más del 70%, se ha pronunciado por los socialistas de derecha e izquierda, es decir, por los eseristas y los mencheviques y por los bolcheviques. Dicen que las elecciones municipales en Petrogrado son el prototipo de las futuras elecciones a la Asamblea Constituyente. Pero, si es así, ¿acaso no resulta monstruoso que los demócratas constitucionalistas, minoría insignificante en el país, tengan una inmensa mayoría en el Gobierno Provisional? ¿Cómo puede ser tolerada la preponderancia de los demócratas constitucionalistas en el Gobierno Provisional, cuándo es evidente que la mayoría se la población no tiene confianza en ellos? ¿No será esta desproporción la causa de ese creciente descontento que en el país se manifiesta, cada vez con mayor frecuencia, respecto al Gobierno Provisional?
¿No está claro, acaso, que seguir manteniendo esa desproporción sería insensato y antidemocrático?
K. Stalin
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