Proletari Nº 7 del 20 de agosto (2 de setiembre) de 1917
Hoy se celebran las elecciones a la Duma municipal de Petrogrado. El resultado depende de vosotros, camaradas obreros y camaradas soldados. Las elecciones son por sufragio universal e igual. El voto de cada soldado, de cada obrero, de cada obrera será igual al voto del capitalista, del casero, del profesor, del funcionario. Vosotros, camaradas, y solamente vosotros, tendréis la culpa si no sabéis hacer uso de este derecho.
Habéis sabido luchar en la calle contra los “faraones” [policías] zaristas. Sabed ahora luchar por vuestros intereses, votando por nuestro Partido.
Habéis sabido defender vuestros derechos frente a la contrarrevolución. ¡Sabed ahora negarle vuestra confianza en las elecciones de hoy!
Habéis sabido arrancar la careta a los traidores a la revolución. Sabed ahora decirles: “¡Fuera las manos!”.
Ante vosotros aparece, en primer término, el partido de Miliukov, el partido de la libertad popular. Este partido defiende los intereses de los terratenientes y de los capitalistas. Este partido está contra los obreros, los campesinos y los soldados, ya que se pronuncia contra el control obrero en la industria, contra la entrega de las tierras de los terratenientes a los campesinos, en favor de la pena de muerte para los soldados en el frente. Es el partido de los demócratas constitucionalistas el que exigía ya a principios de junio una ofensiva inmediata en el frente, la ofensiva que ha costado al país centenares de miles de vidas. Es el partido de los demócratas constitucionalistas el que procuró y, por fin, consiguió el triunfo de la contrarrevolución, las medidas de represión contra los obreros, los soldados y los marinos. Votar por el partido de Miliukov es traicionarse uno mismo y traicionar a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos en la retaguardia y en el frente.
Camaradas: ¡Ni un voto para el partido de la libertad popular!
Ante vosotros tenéis, además, a los defensistas, los partidos de los mencheviques y de los socialrevolucionarios. Estos partidos defienden los intereses de los pequeños propietarios acomodados de la ciudad y del campo. Por eso, siempre que la lucha de clases adquiere un carácter decisivo, aparecen en un mismo campo al lado de los terratenientes y los capitalistas, contra los obreros, los campesinos y los soldados. Así ocurrió en los días de julio, cuando los partidos de los mencheviques y de los eseristas, en alianza con la burguesía, desarmaban a los obreros y soldados y se ensañaban con ellos. Así ocurrió en los días de la Conferencia de Moscú, cuando estos partidos, en alianza con la burguesía, aprobaron la represión y la pena de muerte contra los obreros y los soldados en el frente.
Si la contrarrevolución salió vencedora, es, entre otras cosas, porque los partidos de los eseristas y de los mencheviques le ayudaron a reprimir la revolución, concertando un acuerdo con los terratenientes y los capitalistas.
Si ahora se afianza la contrarrevolución, es, entre otras cosas, porque los partidos de los eseristas y de los mencheviques la amparan de la ira popular, cumpliendo sus mandatos bajo la bandera de la revolución.
Votar por estos partidos significa votar por la alianza con la contrarrevolución, contra los obreros y los campesinos pobres.
Votar por estos partidos significa votar por la aprobación de las detenciones en la retaguardia y de la pena de muerte en el frente.
Camaradas: ¡Ni un voto para los defensistas, para los mencheviques, para los socialrevolucionarios!
Ante vosotros tenéis, por último, el grupo de “Nóvaia Zhizn” correspondiente a la lista Nº12. Este grupo expresa el espíritu de los intelectuales carentes de base, divorciados de la vida y del movimiento. Por eso fluctúa eternamente entre la revolución y 1a contrarrevolución, entre la guerra y la paz, entre los obreros y los capitalistas, entre los terratenientes y los campesinos.
De un lado, está en favor de los obreros; de otro lado, no quiere romper con los capitalistas. Por eso abjura tan indecorosamente de la manifestación de julio de los obreros y los soldados.
De un lado, está en favor de los campesinos; de otro lado, no rompe tampoco con los terratenientes. Por eso se opone a la entrega inmediata de las tierras de los terratenientes a los campesinos, proponiendo esperar hasta la Asamblea Constituyente, cuya convocatoria ha sido aplazada, quizá para siempre.
De palabra, el grupo de “Nóvaia Zhizn” está por la paz; de hecho, en contra de la paz, ya que invita a respaldar el “Empréstito de la libertad”, destinado a proseguir la guerra imperialista.
Ahora bien, el que respalda el “Empréstito de la libertad” contribuye a la prolongación de la guerra, ayuda a los imperialistas, lucha, en realidad, contra el internacionalismo.
De palabra, el grupo de “Nóvaia Zhizn” está contra las represiones y las cárceles; de hecho, en favor de las represiones y de las cárceles, ya que ha sellado una alianza con los defensistas, partidarios tanto de las represiones como de las cárceles.
Ahora bien, el que pacta alianzas con los defensistas ayuda a la contrarrevolución, lucha, en realidad, contra la revolución.
¡Aprended, camaradas, a conocer a los hombres por los hechos, y no por las palabras!
¡Aprended a juzgar los partidos y los grupos por sus actos, y no por sus promesas!
Si el grupo de “Nóvaia Zhizn” propone luchar por la paz y al mismo tiempo invita a respaldar el “Empréstito de la libertad”, sabed que así lleva el agua al molino de los imperialistas.
Si el grupo de “Nóvaia Zhizn” coquetea a veces con los bolcheviques y al mismo tiempo apoya a los defensistas, sabed que así lleva el agua al molino de la contrarrevolución.
Votar por este grupo de dos caras, votar por la lista Nº 12, significa ponerse al servicio de los defensistas, que, a su vez, sirven a la contrarrevolución.
Camaradas: ¡Ni un voto para el grupo de “Nóvaia Zhizn”!
Nuestro Partido es el partido de los obreros de la ciudad y del campo, el partido de los campesinos pobres, el partido de los oprimidos y explotados.
Todos los partidos burgueses, todos los periódicos burgueses, todos los grupos vacilantes y ambiguos odian y calumnian a nuestro Partido.
¿Por qué? Porque:
sólo nuestro Partido está por la lucha revolucionaria contra los terratenientes y capitalistas;
sólo nuestro Partido está por el paso inmediato de las tierras de los terratenientes a manos de los Comités campesinos;
sólo nuestro Partido está por el control obrero en la industria, contra todos los capitalistas;
sólo nuestro Partido está por la organización democrática del intercambio entre la ciudad y el campo, contra los especuladores y los bandidos del comercio;
sólo nuestro Partido está por el aniquilamiento total de la contrarrevolución en la retaguardia y en el frente;
sólo nuestro Partido defiende sin titubeos las organizaciones revolucionarias de los obreros, de los campesinos y de los soldados;
sólo nuestro Partido lucha resuelta y revolucionariamente por la paz y la fraternidad de los pueblos;
sólo nuestro Partido lucha resueltamente y sin vacilaciones en favor de la conquista del Poder por los obreros y los campesinos pobres;
sólo nuestro Partido, y sólo él, no se ha manchado con la vergüenza de apoyar la pena de muerte en el frente.
Por eso los burgueses y los terratenientes odian tanto a nuestro Partido. Por eso debéis votar hoy en favor de nuestro Partido.
Obreros, soldados, obreras: ¡Votad por nuestro Partido, por la lista Nº 6!
Día a día, los acontecimientos de la Revolución Rusa durante 1917 (desde el 20 de febrero del antiguo calendario ruso o 3 de marzo del calendario gregoriano)
miércoles, septiembre 2
Hoy es el día de las elecciones (Stalin)
lunes, agosto 31
La verdad de nuestra derrota en el Frente (Stalin)
Proletari Nº 6 del 18 (31) de agosto de 1917
Insertamos a continuación extractos de dos artículos, de carácter documental, sobre las causas de la derrota sufrida en julio por nuestras tropas.
Ambos artículos, tanto el de Arseni Mérich (publicado en “Dielo Naroda”) como el de V. Borísov (en “Nóvoe Vremia”), intentan hacer un estudio imparcial de la derrota de julio, desechando las baratas acusaciones que gentes indignas lanzan contra los bolcheviques.
Por ello sus confesiones y asertos son tanto más valiosos. El artículo de A. Mérich habla principalmente de los culpables de la derrota. Resulta que los culpables son “los ex policías y los ex gendarmes” y, sobre todo, “ciertos automóviles” pertenecientes a no se sabe quién, que recorrieron el ejército que defendía Tarnópol y Chernovitsi, ordenando a los soldados la retirada. Qué automóviles eran ésos y cómo pudo permitir el mando esa descarada provocación, es cosa que, desgraciadamente, no dice el autor. Pero sí dice clara y concretamente que fue una “retirada provocada”, una “traición perpetrada de acuerdo con un plan deliberado y preconcebido”; que se está llevando a cabo una investigación y que pronto “el secreto será descubierto”.
¿Y los bolcheviques? ¿Qué hay de la “traición bolchevique”?
De ello no encontramos en el artículo de A. Mérich ¡ni una sola línea, ni una sola palabra!
Es todavía más interesante el artículo de V. Borísov publicado en “Nóvoe Vremia”. En él no se habla tanto de los culpables, como de las causas de la derrota.
El artículo declara sin circunloquios que “descarga al bolchevismo de la infundada acusación de ser el culpable de nuestra derrota”, que ésta no ha sido debida al bolchevismo, sino a “causas más profundas”, que deben ser puestas en claro y eliminadas. Pero ¿qué causas son ésas? Ante todo, que la táctica de ofensiva no vale para nosotros, tomando en cuenta la “poca madurez de nuestros generales”, el mal “pertrechamiento” de nuestras tropas y la falta de organización de los soldados. Después, la ingerencia de “diletantes” (de elementos inexpertos), que insistieron en que se emprendiese la ofensiva y que, en junio, se salieron con la suya. Y, finalmente, la excesiva disposición del gobierno a cumplir los consejos de los aliados acerca de la necesidad de la ofensiva, sin tomar en cuenta la situación real en el frente.
Resumiendo: “nuestra” general falta de preparación para la ofensiva, que ha hecho de ella una aventura sangrienta.
Es decir, se ha confirmado todo aquello contra lo que los bolcheviques y “Pravda” previnieron reiteradas veces, razón por la cual fueron calumniados y perseguidos por todos cuantos tuvieron simplemente ese antojo.
Así hablan hoy las que todavía ayer nos hacían responsables de la derrota en el frente.
Nosotros estamos lejos de darnos por satisfechos con las revelaciones y con los argumentos de carácter estratégico y de otra índole de “Nóvoe Vremia”, que ahora estima necesario “descargar a los bolcheviques de la infundada acusación de ser los culpables de nuestra derrota”.
También estamos lejos de considerar que las manifestaciones de A. Mérich agoten el tema.
Pero no podemos por menos de señalar que si el periódico ministerial “Dielo Naroda” no estima ya posible silenciar quiénes son los verdaderos culpables de la derrota, si hasta (¡hasta!) el “Nóvoe Vremia” de Suvorin, que todavía ayer atribuía a las bolcheviques la culpa de la derrota, considera ahora necesario, “descargar a los bolcheviques” de esta acusación, ello demuestra que las agujas en costal no se pueden disimular, que la verdad acerca de la derrota es demasiada visible para poder silenciarla, que la verdad de quiénes son los culpables de la derrota, sacada a la luz del día por los mismos soldados, está a punto de abofetear a los propios acusadores y que seguir callando sería buscarse un contratiempo...
Es evidente que la acusación contra los bolcheviques, haciéndoles responsables de la derrota, acusación urdida por enemigos de la revolución, como los señores de “Nóvae Vremia”, y apoyada por “amigos” de la revolución, como los señores de “Dielo Naroda”, ha fracasado irreparablemente.
Por ello, y sólo por ello, esos señores se han decidido ahora a hablar de los verdaderos culpables de la derrota.
¿No es cierto que esos caballeros se parecen mucho a las sabias ratas que abandonan las primeras el barco que se va a pique?...
¿Qué conclusiones debemos sacar de todo esto?
Se nos dice que están investigándose las causas de la derrota en el frente y se nos asegura que pronto “el secreto será descubierto”. Pero ¿qué garantías tenemos que no se ocultarán los resultados de la investigación, de que ésta será objetiva y de que los culpables serán castigados como merecen?
Por eso, nuestra primera propuesta es: conseguir que en la comisión investigadora participen representantes de los propios soldados.
Sólo esa participación puede garantizar que los verdaderos culpables de la “retirada provocada” sean descubiertos.
Esa es la primera conclusión.
Se nos habla de las causas de la derrota y se recomienda no repetir los viejos “errores”. Pero ¿qué garantías tenemos de que los “errores” sean efectivamente errores, y no un “plan preconcebido”? ¿Quién puede garantizar que, después de haber sido “provocada” la entrega de Tarnópol, no será “provocada” también la entrega de Riga y de Petrogrado, con el propósito de desacreditar a la revolución y después reedificar sobre sus ruinas el odiado viejo régimen?
Por eso nuestra segunda propuesta es: establecer el control de representantes de los propios soldados sobre los actos de sus jefes y destituir inmediatamente a todos los mandos sospechosos.
Sólo tal control puede asegurar a la revolución contra provocaciones criminales en gran escala.
Esa es la segunda conclusión.
Insertamos a continuación extractos de dos artículos, de carácter documental, sobre las causas de la derrota sufrida en julio por nuestras tropas.
Ambos artículos, tanto el de Arseni Mérich (publicado en “Dielo Naroda”) como el de V. Borísov (en “Nóvoe Vremia”), intentan hacer un estudio imparcial de la derrota de julio, desechando las baratas acusaciones que gentes indignas lanzan contra los bolcheviques.
Por ello sus confesiones y asertos son tanto más valiosos. El artículo de A. Mérich habla principalmente de los culpables de la derrota. Resulta que los culpables son “los ex policías y los ex gendarmes” y, sobre todo, “ciertos automóviles” pertenecientes a no se sabe quién, que recorrieron el ejército que defendía Tarnópol y Chernovitsi, ordenando a los soldados la retirada. Qué automóviles eran ésos y cómo pudo permitir el mando esa descarada provocación, es cosa que, desgraciadamente, no dice el autor. Pero sí dice clara y concretamente que fue una “retirada provocada”, una “traición perpetrada de acuerdo con un plan deliberado y preconcebido”; que se está llevando a cabo una investigación y que pronto “el secreto será descubierto”.
¿Y los bolcheviques? ¿Qué hay de la “traición bolchevique”?
De ello no encontramos en el artículo de A. Mérich ¡ni una sola línea, ni una sola palabra!
Es todavía más interesante el artículo de V. Borísov publicado en “Nóvoe Vremia”. En él no se habla tanto de los culpables, como de las causas de la derrota.
El artículo declara sin circunloquios que “descarga al bolchevismo de la infundada acusación de ser el culpable de nuestra derrota”, que ésta no ha sido debida al bolchevismo, sino a “causas más profundas”, que deben ser puestas en claro y eliminadas. Pero ¿qué causas son ésas? Ante todo, que la táctica de ofensiva no vale para nosotros, tomando en cuenta la “poca madurez de nuestros generales”, el mal “pertrechamiento” de nuestras tropas y la falta de organización de los soldados. Después, la ingerencia de “diletantes” (de elementos inexpertos), que insistieron en que se emprendiese la ofensiva y que, en junio, se salieron con la suya. Y, finalmente, la excesiva disposición del gobierno a cumplir los consejos de los aliados acerca de la necesidad de la ofensiva, sin tomar en cuenta la situación real en el frente.
Resumiendo: “nuestra” general falta de preparación para la ofensiva, que ha hecho de ella una aventura sangrienta.
Es decir, se ha confirmado todo aquello contra lo que los bolcheviques y “Pravda” previnieron reiteradas veces, razón por la cual fueron calumniados y perseguidos por todos cuantos tuvieron simplemente ese antojo.
Así hablan hoy las que todavía ayer nos hacían responsables de la derrota en el frente.
Nosotros estamos lejos de darnos por satisfechos con las revelaciones y con los argumentos de carácter estratégico y de otra índole de “Nóvoe Vremia”, que ahora estima necesario “descargar a los bolcheviques de la infundada acusación de ser los culpables de nuestra derrota”.
También estamos lejos de considerar que las manifestaciones de A. Mérich agoten el tema.
Pero no podemos por menos de señalar que si el periódico ministerial “Dielo Naroda” no estima ya posible silenciar quiénes son los verdaderos culpables de la derrota, si hasta (¡hasta!) el “Nóvoe Vremia” de Suvorin, que todavía ayer atribuía a las bolcheviques la culpa de la derrota, considera ahora necesario, “descargar a los bolcheviques” de esta acusación, ello demuestra que las agujas en costal no se pueden disimular, que la verdad acerca de la derrota es demasiada visible para poder silenciarla, que la verdad de quiénes son los culpables de la derrota, sacada a la luz del día por los mismos soldados, está a punto de abofetear a los propios acusadores y que seguir callando sería buscarse un contratiempo...
Es evidente que la acusación contra los bolcheviques, haciéndoles responsables de la derrota, acusación urdida por enemigos de la revolución, como los señores de “Nóvae Vremia”, y apoyada por “amigos” de la revolución, como los señores de “Dielo Naroda”, ha fracasado irreparablemente.
Por ello, y sólo por ello, esos señores se han decidido ahora a hablar de los verdaderos culpables de la derrota.
¿No es cierto que esos caballeros se parecen mucho a las sabias ratas que abandonan las primeras el barco que se va a pique?...
¿Qué conclusiones debemos sacar de todo esto?
Se nos dice que están investigándose las causas de la derrota en el frente y se nos asegura que pronto “el secreto será descubierto”. Pero ¿qué garantías tenemos que no se ocultarán los resultados de la investigación, de que ésta será objetiva y de que los culpables serán castigados como merecen?
Por eso, nuestra primera propuesta es: conseguir que en la comisión investigadora participen representantes de los propios soldados.
Sólo esa participación puede garantizar que los verdaderos culpables de la “retirada provocada” sean descubiertos.
Esa es la primera conclusión.
Se nos habla de las causas de la derrota y se recomienda no repetir los viejos “errores”. Pero ¿qué garantías tenemos de que los “errores” sean efectivamente errores, y no un “plan preconcebido”? ¿Quién puede garantizar que, después de haber sido “provocada” la entrega de Tarnópol, no será “provocada” también la entrega de Riga y de Petrogrado, con el propósito de desacreditar a la revolución y después reedificar sobre sus ruinas el odiado viejo régimen?
Por eso nuestra segunda propuesta es: establecer el control de representantes de los propios soldados sobre los actos de sus jefes y destituir inmediatamente a todos los mandos sospechosos.
Sólo tal control puede asegurar a la revolución contra provocaciones criminales en gran escala.
Esa es la segunda conclusión.
domingo, agosto 30
Los resultados de la Conferencia de Moscú (Stalin)
Prolelari Nº 4 del 17 (30) de agosto de 1917
La Conferencia de Moscú ha terminado.
Ahora, después del “violento choque de los dos campos opuestos”, después de la “sangrienta batalla” de los Miliukov contra los Tsereteli, ahora que el “combate” ha concluido y los heridos han sido retirados, se puede preguntar: ¿cómo ha terminado la “batalla” de Moscú?, ¿quién ha ganado y quién ha perdido?
Los demócratas constitucionalistas se frotan las manos de satisfacción. “El partido de la libertad popular puede sentirse orgulloso -dicen- de que sus consignas... hayan sido reconocidas... como consignas de todo el pueblo” (“Riech”).
Los defensistas también están contentos, pues hablan del “triunfo de la democracia” (léase: ¡de los defensistas!) y aseguran que “la democracia ha salido fortalecida de la Conferencia de Moscú” (“Izvestia”). “El bolchevismo debe ser destruido”, dice Miliukov en la Conferencia, entre los aplausos atronadores de los representantes de las “fuerzas vivas”.
Eso es lo que estamos haciendo, responde Tsereteli, pues “ya se ha promulgado una ley de excepción” contra el bolchevismo. Tengan en cuenta que “la revolución (léase: ¡la contrarrevolución!) aun no tiene experiencia de lucha contra el peligro de izquierda”. Dennos tiempo para adquirir esa experiencia.
Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor destruir el bolchevismo poco a poco que hacerlo de golpe, y además, no actuando directamente, con sus propias manos, sino con manos ajenas, con las manos de esos mismos “socialistas” defensistas.
Hay que “suprimir los Comités y los Soviets”, dice el general Kaledin, bajo los aplausos de los representantes de las “fuerzas vivas”.
Cierto, le responde Tsereteli, pero aún es pronto, pues no se pueden desmontar estos andamios cuando el edificio de la revolución libre (léase: ¡de la contrarrevolución!) todavía no está terminado”. ¡Dennos tiempo para “terminar la obra”, y después serán eliminados los Soviets y los Comités!
Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor reducir los Comités y los Soviets al papel de simples apéndices de la máquina imperialista que destruirlos de golpe.
El resultado es “júbilo general” y “satisfacción”.
Por algo dicen los periódicos que entre los ministros socialistas y los ministros demócratas constitucionalistas la unidad es hoy mayor que antes de la Conferencia”. (“Nóvaia Zhizn”).
¿Preguntáis quién ha ganado?
Han ganado los capitalistas, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no tolerar la ingerencia de los obreros (¡el control!) en la administración de las empresas”.
Han ganado los terratenientes, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no emprender ninguna reforma radical en el problema de la tierra”.
Han ganado los generales contrarrevolucionarios, pues la Conferencia de Moscú ha aprobado la pena de muerte.
¿Preguntáis quién ha ganado?
Ha ganado la contrarrevolución, pues se ha organizado en escala nacional, agrupando en torno suyo a todas las “fuerzas vivas” del país, del tipo de Riabushinski y Miliukov, Tsereteli y Dan, Alexéiev y Kaledin.
Ha ganado la contrarrevolución, pues la llamada “democracia revolucionaria” ha sido puesta a su disposición, como un escudo apropiado contra la indignación del pueblo.
Ahora los contrarrevolucionarios no están solos. Ahora toda la “democracia revolucionaria” trabaja para ellos. Ahora tienen a su disposición la “opinión pública” de la “tierra rusa”, que los señores defensistas trabajarán “asiduamente”.
La coronación de la contrarrevolución: ése es el resultado de la Conferencia de Moscú.
Los defensistas, que ahora peroran acerca del “triunfo de la democracia”, ni siquiera sospechan que han sido tomados como simples lacayos para servir a los contrarrevolucionarios triunfantes.
Ese, y sólo ése, es el sentido político de la “coalición honrada” de que hablaba “implorante” el señor Tsereteli y contra la que nada tienen los Miliukov.
Una “coalición” de los defensistas con las “fuerzas vivas” de la burguesía imperialista, contra el proletariado revolucionario y los campesinos pobres: tales son los resultados de la Conferencia de Moscú.
Si esta “coalición” contrarrevolucionaria valdrá por largo tiempo a los defensistas, es cosa que el futuro próximo ha de demostrar.
La Conferencia de Moscú ha terminado.
Ahora, después del “violento choque de los dos campos opuestos”, después de la “sangrienta batalla” de los Miliukov contra los Tsereteli, ahora que el “combate” ha concluido y los heridos han sido retirados, se puede preguntar: ¿cómo ha terminado la “batalla” de Moscú?, ¿quién ha ganado y quién ha perdido?
Los demócratas constitucionalistas se frotan las manos de satisfacción. “El partido de la libertad popular puede sentirse orgulloso -dicen- de que sus consignas... hayan sido reconocidas... como consignas de todo el pueblo” (“Riech”).
Los defensistas también están contentos, pues hablan del “triunfo de la democracia” (léase: ¡de los defensistas!) y aseguran que “la democracia ha salido fortalecida de la Conferencia de Moscú” (“Izvestia”). “El bolchevismo debe ser destruido”, dice Miliukov en la Conferencia, entre los aplausos atronadores de los representantes de las “fuerzas vivas”.
Eso es lo que estamos haciendo, responde Tsereteli, pues “ya se ha promulgado una ley de excepción” contra el bolchevismo. Tengan en cuenta que “la revolución (léase: ¡la contrarrevolución!) aun no tiene experiencia de lucha contra el peligro de izquierda”. Dennos tiempo para adquirir esa experiencia.
Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor destruir el bolchevismo poco a poco que hacerlo de golpe, y además, no actuando directamente, con sus propias manos, sino con manos ajenas, con las manos de esos mismos “socialistas” defensistas.
Hay que “suprimir los Comités y los Soviets”, dice el general Kaledin, bajo los aplausos de los representantes de las “fuerzas vivas”.
Cierto, le responde Tsereteli, pero aún es pronto, pues no se pueden desmontar estos andamios cuando el edificio de la revolución libre (léase: ¡de la contrarrevolución!) todavía no está terminado”. ¡Dennos tiempo para “terminar la obra”, y después serán eliminados los Soviets y los Comités!
Y los demócratas constitucionalistas convienen en que es mejor reducir los Comités y los Soviets al papel de simples apéndices de la máquina imperialista que destruirlos de golpe.
El resultado es “júbilo general” y “satisfacción”.
Por algo dicen los periódicos que entre los ministros socialistas y los ministros demócratas constitucionalistas la unidad es hoy mayor que antes de la Conferencia”. (“Nóvaia Zhizn”).
¿Preguntáis quién ha ganado?
Han ganado los capitalistas, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no tolerar la ingerencia de los obreros (¡el control!) en la administración de las empresas”.
Han ganado los terratenientes, pues el gobierno se ha comprometido en la Conferencia a “no emprender ninguna reforma radical en el problema de la tierra”.
Han ganado los generales contrarrevolucionarios, pues la Conferencia de Moscú ha aprobado la pena de muerte.
¿Preguntáis quién ha ganado?
Ha ganado la contrarrevolución, pues se ha organizado en escala nacional, agrupando en torno suyo a todas las “fuerzas vivas” del país, del tipo de Riabushinski y Miliukov, Tsereteli y Dan, Alexéiev y Kaledin.
Ha ganado la contrarrevolución, pues la llamada “democracia revolucionaria” ha sido puesta a su disposición, como un escudo apropiado contra la indignación del pueblo.
Ahora los contrarrevolucionarios no están solos. Ahora toda la “democracia revolucionaria” trabaja para ellos. Ahora tienen a su disposición la “opinión pública” de la “tierra rusa”, que los señores defensistas trabajarán “asiduamente”.
La coronación de la contrarrevolución: ése es el resultado de la Conferencia de Moscú.
Los defensistas, que ahora peroran acerca del “triunfo de la democracia”, ni siquiera sospechan que han sido tomados como simples lacayos para servir a los contrarrevolucionarios triunfantes.
Ese, y sólo ése, es el sentido político de la “coalición honrada” de que hablaba “implorante” el señor Tsereteli y contra la que nada tienen los Miliukov.
Una “coalición” de los defensistas con las “fuerzas vivas” de la burguesía imperialista, contra el proletariado revolucionario y los campesinos pobres: tales son los resultados de la Conferencia de Moscú.
Si esta “coalición” contrarrevolucionaria valdrá por largo tiempo a los defensistas, es cosa que el futuro próximo ha de demostrar.
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