“Soldálskaia Pravda” Nº 42 del 13 (26) de junio de 1917
Antes de salir del Gobierno Provisional, Guchkov y Miliukov presentaron tres exigencias: 1) restablecer la disciplina, 2) proclamar la ofensiva, 3) sujetar a los internacionalistas revolucionarios.
...
Los mencheviques y los eseristas del Comité Ejecutivo aparentaron que no estaban dispuestos a hacer concesiones.
...
Los espectadores crédulos respiraron con alivio. ¡Por fin, Guchkov y Miliukov habían sido “vencidos”! ¡Por fin, llegaría la paz, una paz “sin anexiones ni contribuciones”! ¡La guerra fratricida iba a terminar!
Y ¿qué sucedió? Apenas si se había hecho el balance de las “victorias” de la llamada “democracia”, apenas si se había “sepultado” a los ministros retirados, cuando los nuevos ministros, los ministros “socialistas”, empezaron a hablar en un tono que sirvió de consuelo a Guchkov y a Miliukov.
...
Ya en su primer discurso, en el Congreso Campesino, el nuevo ministro de la Guerra, el ciudadano Kerenski, declaró que estaba dispuesto a restablecer en el ejército una “disciplina de hierro”. Qué clase de disciplina es ésa, lo dice con toda claridad la “Declaración de los derechos del soldado”, firmada por Kerenski. Según esa “Declaración”, “en operaciones” se concede a los mandos “el derecho de hacer uso de la fuerza armada... contra los subalternos que se nieguen a cumplir las órdenes” (v. el punto 14 de la “Declaración”).
Aquello en que tanto soñara Guchkov, aunque sin, atreverse a convertirlo en realidad, lo ha “realizado” de un golpe Kerenski, encubriéndose con frases altisonantes sobre la libertad, la igualdad y la justicia.
¿Para qué se necesita esa disciplina?
El ministro que nos lo ha esclarecido primero ha sido Tsereteli. “Queremos poner fin a la guerra -ha dicho a los empleados de la Oficina Central de Correos-, pero, no mediante una paz por separado, sino mediante una victoria conjunta con nuestros aliados sobre los enemigos de la libertad” (v. “Viechérnaia Birzhovka”28 del 8 de mayo).
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Para preparar una ofensiva en interés de la unidad del frente, para la victoria conjunta sobre Alemania: he ahí para qué es necesaria la “disciplina de hierro”.
Lo que Miliukov trataba de conseguir tan tímida, pero infatigablemente, el ministro Tsereteli lo ha proclamado su propio programa.
Eso fue en los primeros días que siguieron a la “solución” de la crisis. Pero después, los ministros “socialistas”se han hecho más audaces y más concretos.
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Y como es más fácil hablar de la ofensiva que llevarla a cabo; como algunos regimientos; por ejemplo, del Séptimo Ejército (cuatro. regimientos), no han creído conveniente subordinarse a la orden de “ofensiva”, el Gobierno Provisional, con Kerenski, ha pasado de las palabras a los “hechos”, ordenando disolver inmediatamente los regimientos “insubordinados” y amenazando a los culpables con “la deportación a trabajos forzados y la privación de todos los derechos, cargos y honores” (v. “Viechérneie Vremia” del 10 de junio). Pero como todo eso ha resultado insuficiente, Kerenski ha volcado toda su furia en una nueva “orden”, dirigida expresamente a combatir la fraternización, amenazando a los “culpables” con entregarlos “a los tribunales, para que sean castigados con todo el rigor de la ley”, es decir, les ha amenazado también con los trabajos forzados (v. “Nóvaia Zhizn” del 1º de junio).
En pocas palabras: atacad inmediatamente, atacad a toda costa, pues, de lo contrario, recurriremos a los trabajos forzados y al fusilamiento; tal es el sentido de las “órdenes” de Kerenski.
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No hay lugar a dudas. La guerra ha sido y es una guerra imperialista. La palabrería acerca de la paz sin anexiones, cuando de hecho se está preparando la ofensiva, no hace sino encubrir el carácter bandidesco de la guerra. El Gobierno Provisional ha tomado claramente el camino del imperialismo activo. Lo que ayer parecía imposible; ha sido posible hoy en virtud de la entrada de los “socialistas” en el Gobierno Provisional. Encubriendo con frases socialistas la esencia imperialista del Gobierno Provisional, esos “socialistas” han consolidado y extendido las posiciones de la contrarrevolución en ascenso.
Los ministros “socialistas” son utilizados provechosamente, por la burguesía imperialista para lograr sus propósitos contrarrevolucionarios: tal es hoy día la situación.
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Pero la alineación derecha en la política exterior debía conducir inevitablemente a un viraje idéntico en la política interior, pues en las condiciones creadas por una guerra mundial, la política exterior, es la base de toda otra política, el eje de toda la vida del Estado.
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Pero quien con más claridad ha reflejado la nueva orientación de la política interior del Gobierno Provisional es el ministro Pereviérzev (¡socialista “también”!). Exige, ni más ni menos, “que se promulgue urgentemente la ley relativa a los delitos contra la tranquilidad del Estado”. Según esta ley (artículo 129)... “las personas culpables de incitar públicamente por vía oral o con cartas, materiales gráficos o impresos distribuidos o expuestos públicamente: 1) a la comisión de un delito grave, 2) a la comisión de actos de violencia de una parte de la población contra otra, 3) a la desobediencia o a la resistencia a la ley -o a cualquier disposición prescriptiva o decisión con fuerza de ley de las autoridades-, deberán ser confinadas en un correccional por un plazo no superior a tres años”, y “en tiempos de guerra... condenadas a distintas penas de trabajos forzados” (v. “Riech” del 4 de junio ).
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Es evidente que el Gobierno Provisional se desliza inconteniblemente hacia los brazos de la contrarrevolución.
Eso lo evidencia también el hecho de que el viejo zorro contrarrevolucionario de Miliukov saborea ya los frutos de otra victoria. “Si el Gobierno Provisional -dice- comprende, después de largas demoras, que el Poder, aparte de la persuasión, tiene en sus manos otros medios, esos mismos medios que ya ha empezado a utilizar, si sigue ese camino, las conquistas de la revolución rusa (¡no es cosa de broma!) se verán consolidadas”... “Nuestro Gobierno Provisional ha detenido a Kolishko y ha expulsado a Grimm. Pero Lenin, Trotski y sus camaradas se pasean en libertad... Nuestro deseo es que Lenin y sus camaradas sean enviados, algún día, al mismo lugar...” (v. “Riech” del 4 de junio).
...
Una de dos:
O se va hacia adelante, contra la burguesía, por el paso del Poder a manos de los trabajadores, por el fin de la guerra y del desbarajuste económico, por la organización de la producción y de la distribución;
O se va hacia atrás, por la burguesía, por una ofensiva y por la prolongación de la guerra, contra las medidas decisivas para eliminar el desbarajuste económico, por la anarquía en la producción, por una política francamente contrarrevolucionaria.
El Gobierno Provisional está tomando claramente el camino de la contrarrevolución descarada.
El deber de los revolucionarios es cerrar más estrechamente sus filas y seguir impulsando adelante la revolución.
Antes de salir del Gobierno Provisional, Guchkov y Miliukov presentaron tres exigencias: 1) restablecer la disciplina, 2) proclamar la ofensiva, 3) sujetar a los internacionalistas revolucionarios.
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Los mencheviques y los eseristas del Comité Ejecutivo aparentaron que no estaban dispuestos a hacer concesiones.
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Los espectadores crédulos respiraron con alivio. ¡Por fin, Guchkov y Miliukov habían sido “vencidos”! ¡Por fin, llegaría la paz, una paz “sin anexiones ni contribuciones”! ¡La guerra fratricida iba a terminar!
Y ¿qué sucedió? Apenas si se había hecho el balance de las “victorias” de la llamada “democracia”, apenas si se había “sepultado” a los ministros retirados, cuando los nuevos ministros, los ministros “socialistas”, empezaron a hablar en un tono que sirvió de consuelo a Guchkov y a Miliukov.
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Ya en su primer discurso, en el Congreso Campesino, el nuevo ministro de la Guerra, el ciudadano Kerenski, declaró que estaba dispuesto a restablecer en el ejército una “disciplina de hierro”. Qué clase de disciplina es ésa, lo dice con toda claridad la “Declaración de los derechos del soldado”, firmada por Kerenski. Según esa “Declaración”, “en operaciones” se concede a los mandos “el derecho de hacer uso de la fuerza armada... contra los subalternos que se nieguen a cumplir las órdenes” (v. el punto 14 de la “Declaración”).
Aquello en que tanto soñara Guchkov, aunque sin, atreverse a convertirlo en realidad, lo ha “realizado” de un golpe Kerenski, encubriéndose con frases altisonantes sobre la libertad, la igualdad y la justicia.
¿Para qué se necesita esa disciplina?
El ministro que nos lo ha esclarecido primero ha sido Tsereteli. “Queremos poner fin a la guerra -ha dicho a los empleados de la Oficina Central de Correos-, pero, no mediante una paz por separado, sino mediante una victoria conjunta con nuestros aliados sobre los enemigos de la libertad” (v. “Viechérnaia Birzhovka”28 del 8 de mayo).
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Para preparar una ofensiva en interés de la unidad del frente, para la victoria conjunta sobre Alemania: he ahí para qué es necesaria la “disciplina de hierro”.
Lo que Miliukov trataba de conseguir tan tímida, pero infatigablemente, el ministro Tsereteli lo ha proclamado su propio programa.
Eso fue en los primeros días que siguieron a la “solución” de la crisis. Pero después, los ministros “socialistas”se han hecho más audaces y más concretos.
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Y como es más fácil hablar de la ofensiva que llevarla a cabo; como algunos regimientos; por ejemplo, del Séptimo Ejército (cuatro. regimientos), no han creído conveniente subordinarse a la orden de “ofensiva”, el Gobierno Provisional, con Kerenski, ha pasado de las palabras a los “hechos”, ordenando disolver inmediatamente los regimientos “insubordinados” y amenazando a los culpables con “la deportación a trabajos forzados y la privación de todos los derechos, cargos y honores” (v. “Viechérneie Vremia” del 10 de junio). Pero como todo eso ha resultado insuficiente, Kerenski ha volcado toda su furia en una nueva “orden”, dirigida expresamente a combatir la fraternización, amenazando a los “culpables” con entregarlos “a los tribunales, para que sean castigados con todo el rigor de la ley”, es decir, les ha amenazado también con los trabajos forzados (v. “Nóvaia Zhizn” del 1º de junio).
En pocas palabras: atacad inmediatamente, atacad a toda costa, pues, de lo contrario, recurriremos a los trabajos forzados y al fusilamiento; tal es el sentido de las “órdenes” de Kerenski.
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No hay lugar a dudas. La guerra ha sido y es una guerra imperialista. La palabrería acerca de la paz sin anexiones, cuando de hecho se está preparando la ofensiva, no hace sino encubrir el carácter bandidesco de la guerra. El Gobierno Provisional ha tomado claramente el camino del imperialismo activo. Lo que ayer parecía imposible; ha sido posible hoy en virtud de la entrada de los “socialistas” en el Gobierno Provisional. Encubriendo con frases socialistas la esencia imperialista del Gobierno Provisional, esos “socialistas” han consolidado y extendido las posiciones de la contrarrevolución en ascenso.
Los ministros “socialistas” son utilizados provechosamente, por la burguesía imperialista para lograr sus propósitos contrarrevolucionarios: tal es hoy día la situación.
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Pero la alineación derecha en la política exterior debía conducir inevitablemente a un viraje idéntico en la política interior, pues en las condiciones creadas por una guerra mundial, la política exterior, es la base de toda otra política, el eje de toda la vida del Estado.
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Pero quien con más claridad ha reflejado la nueva orientación de la política interior del Gobierno Provisional es el ministro Pereviérzev (¡socialista “también”!). Exige, ni más ni menos, “que se promulgue urgentemente la ley relativa a los delitos contra la tranquilidad del Estado”. Según esta ley (artículo 129)... “las personas culpables de incitar públicamente por vía oral o con cartas, materiales gráficos o impresos distribuidos o expuestos públicamente: 1) a la comisión de un delito grave, 2) a la comisión de actos de violencia de una parte de la población contra otra, 3) a la desobediencia o a la resistencia a la ley -o a cualquier disposición prescriptiva o decisión con fuerza de ley de las autoridades-, deberán ser confinadas en un correccional por un plazo no superior a tres años”, y “en tiempos de guerra... condenadas a distintas penas de trabajos forzados” (v. “Riech” del 4 de junio ).
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Es evidente que el Gobierno Provisional se desliza inconteniblemente hacia los brazos de la contrarrevolución.
Eso lo evidencia también el hecho de que el viejo zorro contrarrevolucionario de Miliukov saborea ya los frutos de otra victoria. “Si el Gobierno Provisional -dice- comprende, después de largas demoras, que el Poder, aparte de la persuasión, tiene en sus manos otros medios, esos mismos medios que ya ha empezado a utilizar, si sigue ese camino, las conquistas de la revolución rusa (¡no es cosa de broma!) se verán consolidadas”... “Nuestro Gobierno Provisional ha detenido a Kolishko y ha expulsado a Grimm. Pero Lenin, Trotski y sus camaradas se pasean en libertad... Nuestro deseo es que Lenin y sus camaradas sean enviados, algún día, al mismo lugar...” (v. “Riech” del 4 de junio).
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Una de dos:
O se va hacia adelante, contra la burguesía, por el paso del Poder a manos de los trabajadores, por el fin de la guerra y del desbarajuste económico, por la organización de la producción y de la distribución;
O se va hacia atrás, por la burguesía, por una ofensiva y por la prolongación de la guerra, contra las medidas decisivas para eliminar el desbarajuste económico, por la anarquía en la producción, por una política francamente contrarrevolucionaria.
El Gobierno Provisional está tomando claramente el camino de la contrarrevolución descarada.
El deber de los revolucionarios es cerrar más estrechamente sus filas y seguir impulsando adelante la revolución.
K. Stalin
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