Primero de Mayo en Petrogrado
Discurso pronunciado en Vasílievsky Ostrov, en un mítin celebrado el 18 de abril (1º de mayo) de 1917
En el curso de la revolución han surgido en el país dos poderes: el Gobierno Provisional, elegido por la Duma del 3 de junio, y el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados, elegido por los obreros y soldados.
Las relaciones entre estos dos poderes son cada día más tirantes; la cooperación que existía antes entre ellos decae, y sería un crimen por nuestra parte ocultar este hecho.
La burguesía ha sido la primera en plantear el problema de la dualidad de poderes; ella ha sido la primera en proponer la alternativa: o Gobierno Provisional o Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Sería indigno de nosotros eludir la respuesta a cuestión planteada tan claramente. Los obreros y soldados deben decir resuelta y abiertamente qué gobierno consideran suyo: o el Gobierno Provisional o el Soviet de Diptados de Obreros y Soldados.
Se habla de confianza en el Gobierno Provisional, de la necesidad de esa confianza. Pero ¿cómo se puede confiar en un gobierno, cuando él mismo no confía en el pueblo en lo más importante y fundamental? Estamos en guerra. Y esa guerra se hace sobre la base de tratados con Inglaterra y con Francia, de tratados concluidos por el zar a espaldas del pueblo y consagrados por el Gobierno Provisional sin el consentimiento del pueblo.
El pueblo tiene derecho a conocer qué contienen esos tratados; los obreros y los soldados tienen derecho a saber por qué se derrama tanta sangre. ¿Qué respuesta ha dado el Gobierno Provisional a los obreros y a los soldados, cuándo éstos han exigido que se hicieran públicos? La declaración de que los tratados continúan en vigor. ¡Pero no ha publicado los tratados y no piensa publicarlos!
¿No es evidentre que el Gobierno Provisional oculta al pueblo los verdaderos fines de la guerra y que, al ocultarlos, se niega tenazmente a tener confianza en el pueblo? ¿Cómo pueden los obreros y los campesinos confiar en el Gobierno Provisional que no confía en ellos en lo más importante y fundamental?
Se habla del apoyo al Gobierno Provisional, de la necesidad de tal apoyo. Pero, juzguen ustedes mismos: ¿se puede acaso en una época revolucionaria, apoyar a un gobierno que desde su nacimiento mismo viene frenando la revolución? Hasta ahora la situación ha sido tal que las iniciativas revolucionarias y las medidas democráticas emanaban sólo y exclusivamente del Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. El Gobierno Provisional forcejeaba y se resistía; y si luego se ponía de acuerdo con el Soviet, era sólo parcialmente y de palabra, poniendo obstáculos en la práctica. Y así siguen las cosas hasta el presente. Pero ¿cómo se puede en plena revolución apoyar a un gobierno que se enreda en los pies de la revolución y tira de ella hacia atrás? ¿No será mejor plantear la cuestión de que el Gobierno Provisional no estorbe al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados en su obra de democratización sucesiva del país?
En el país se movilizan las fuerzas de la contrarrevolución. Hacen propaganda en el ejército, entre los campesinos y la gente humilde de las ciudades. La agitación contrarrevolucionaria va encaminada, ante todo, contra el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Se encubre esa agitación con el nombre del Gobierno Provisional, y el Gobierno Provisional tolera abiertamente los ataques al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Por qué, pues, vamos a apoyar al Gobierno Provisional? ¿Acaso porque tolera la agitación contrarrevolucionaria?
En Rusia ha comenzado un movimiento agrario. Los campesinos tratan de labrar, sin el consentimiento de los terratenientes, las tierras que éstos dejan sin cultivar. Si no se labran las tierras, el país puede verse al borde del hambre. Haciéndose eco de los deseos de los campesinos, la Conferencia de los Soviets de Toda Rusia ha acordado “apoyar” el movimiento campesino por la confiscación de las tierras de los terratenientes. Pero ¿qué hace el Gobierno Provisional? Declara que el movimiento campesino es una “usurpación”, prohibe a los campesinos que labren las tierras de los terratenientes y da a sus comisarios las “correspondientes” instrucciones (v. “Riech” del 17 de abril). ¿Por qué, pues, vamos a apoyar al Gobierno Provisional? ¿Acaso porque declara la guerra a los campesinos?
Se habla de que la desconfianza hacia el Gobierno Provisional minará la unidad de la revolución, apartará de ella a los capitalistas y a los terratenientes. Pero ¿quién se atreverá a decir que los capitalistas y los terratenientes apoyan realmente o pueden apoyar la revolución de las masas populares?
¿Acaso el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados al implantar la jornada de ocho horas, no apartó de sí a los capitalistas, uniendo en torno a la revolución a las amplias masas obreras? ¿Quién se atreverá a afirmar que la dudosa amistad de un puñado de fabricantes es más valiosa para la revolución que la amistad real, sellada con sangre, de millones de obreros?
Más aún: ¿acaso la Conferencia de los Soviets de Toda Rusia, al resolver apoyar a los campesinos, no ha apartado de sí a los terratenientes, vinculando las masas campesinas a la revolución? ¿Quién se atreverá a decir que la amistad de un puñado de terratenientes es más valiosa para la revolución que la amistad real de los millones y millones de campesinos pobres que visten hoy el uniforme de soldado?
La revolución no puede complacer a todos y cada uno. Por un extremo, satisface siempre los intereses de las masas trabajadoras y, por el otro, golpea a los enemigos ocultos y declarados de estas masas.
Por esto hay que elegir: o con los obreros y los campesinos pobres, por la revolución, o con los capitalistas y los terratenientes, contra la revolución.
Así, pues, ¿a quién vamos a apoyar? ¿A quién podemos considerar nuestro gobierno: al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados o al Gobierno Provisional?
Es evidente que los obreros y los soldados sólo pueden apoyar al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados, elegido por ellos.
Nota: Publicado con la firma de K. Stalin el 25 de abril (8 de mayo) de 1917 en el número 6 de Soldátskaia Pravda, periódico bolchevique dirigido a los soldados de la guarnición de Petrogrado.
Las relaciones entre estos dos poderes son cada día más tirantes; la cooperación que existía antes entre ellos decae, y sería un crimen por nuestra parte ocultar este hecho.
La burguesía ha sido la primera en plantear el problema de la dualidad de poderes; ella ha sido la primera en proponer la alternativa: o Gobierno Provisional o Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Sería indigno de nosotros eludir la respuesta a cuestión planteada tan claramente. Los obreros y soldados deben decir resuelta y abiertamente qué gobierno consideran suyo: o el Gobierno Provisional o el Soviet de Diptados de Obreros y Soldados.
Se habla de confianza en el Gobierno Provisional, de la necesidad de esa confianza. Pero ¿cómo se puede confiar en un gobierno, cuando él mismo no confía en el pueblo en lo más importante y fundamental? Estamos en guerra. Y esa guerra se hace sobre la base de tratados con Inglaterra y con Francia, de tratados concluidos por el zar a espaldas del pueblo y consagrados por el Gobierno Provisional sin el consentimiento del pueblo.
El pueblo tiene derecho a conocer qué contienen esos tratados; los obreros y los soldados tienen derecho a saber por qué se derrama tanta sangre. ¿Qué respuesta ha dado el Gobierno Provisional a los obreros y a los soldados, cuándo éstos han exigido que se hicieran públicos? La declaración de que los tratados continúan en vigor. ¡Pero no ha publicado los tratados y no piensa publicarlos!
¿No es evidentre que el Gobierno Provisional oculta al pueblo los verdaderos fines de la guerra y que, al ocultarlos, se niega tenazmente a tener confianza en el pueblo? ¿Cómo pueden los obreros y los campesinos confiar en el Gobierno Provisional que no confía en ellos en lo más importante y fundamental?
Se habla del apoyo al Gobierno Provisional, de la necesidad de tal apoyo. Pero, juzguen ustedes mismos: ¿se puede acaso en una época revolucionaria, apoyar a un gobierno que desde su nacimiento mismo viene frenando la revolución? Hasta ahora la situación ha sido tal que las iniciativas revolucionarias y las medidas democráticas emanaban sólo y exclusivamente del Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. El Gobierno Provisional forcejeaba y se resistía; y si luego se ponía de acuerdo con el Soviet, era sólo parcialmente y de palabra, poniendo obstáculos en la práctica. Y así siguen las cosas hasta el presente. Pero ¿cómo se puede en plena revolución apoyar a un gobierno que se enreda en los pies de la revolución y tira de ella hacia atrás? ¿No será mejor plantear la cuestión de que el Gobierno Provisional no estorbe al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados en su obra de democratización sucesiva del país?
En el país se movilizan las fuerzas de la contrarrevolución. Hacen propaganda en el ejército, entre los campesinos y la gente humilde de las ciudades. La agitación contrarrevolucionaria va encaminada, ante todo, contra el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Se encubre esa agitación con el nombre del Gobierno Provisional, y el Gobierno Provisional tolera abiertamente los ataques al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados. Por qué, pues, vamos a apoyar al Gobierno Provisional? ¿Acaso porque tolera la agitación contrarrevolucionaria?
En Rusia ha comenzado un movimiento agrario. Los campesinos tratan de labrar, sin el consentimiento de los terratenientes, las tierras que éstos dejan sin cultivar. Si no se labran las tierras, el país puede verse al borde del hambre. Haciéndose eco de los deseos de los campesinos, la Conferencia de los Soviets de Toda Rusia ha acordado “apoyar” el movimiento campesino por la confiscación de las tierras de los terratenientes. Pero ¿qué hace el Gobierno Provisional? Declara que el movimiento campesino es una “usurpación”, prohibe a los campesinos que labren las tierras de los terratenientes y da a sus comisarios las “correspondientes” instrucciones (v. “Riech” del 17 de abril). ¿Por qué, pues, vamos a apoyar al Gobierno Provisional? ¿Acaso porque declara la guerra a los campesinos?
Se habla de que la desconfianza hacia el Gobierno Provisional minará la unidad de la revolución, apartará de ella a los capitalistas y a los terratenientes. Pero ¿quién se atreverá a decir que los capitalistas y los terratenientes apoyan realmente o pueden apoyar la revolución de las masas populares?
¿Acaso el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados al implantar la jornada de ocho horas, no apartó de sí a los capitalistas, uniendo en torno a la revolución a las amplias masas obreras? ¿Quién se atreverá a afirmar que la dudosa amistad de un puñado de fabricantes es más valiosa para la revolución que la amistad real, sellada con sangre, de millones de obreros?
Más aún: ¿acaso la Conferencia de los Soviets de Toda Rusia, al resolver apoyar a los campesinos, no ha apartado de sí a los terratenientes, vinculando las masas campesinas a la revolución? ¿Quién se atreverá a decir que la amistad de un puñado de terratenientes es más valiosa para la revolución que la amistad real de los millones y millones de campesinos pobres que visten hoy el uniforme de soldado?
La revolución no puede complacer a todos y cada uno. Por un extremo, satisface siempre los intereses de las masas trabajadoras y, por el otro, golpea a los enemigos ocultos y declarados de estas masas.
Por esto hay que elegir: o con los obreros y los campesinos pobres, por la revolución, o con los capitalistas y los terratenientes, contra la revolución.
Así, pues, ¿a quién vamos a apoyar? ¿A quién podemos considerar nuestro gobierno: al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados o al Gobierno Provisional?
Es evidente que los obreros y los soldados sólo pueden apoyar al Soviet de Diputados de Obreros y Soldados, elegido por ellos.
Nota: Publicado con la firma de K. Stalin el 25 de abril (8 de mayo) de 1917 en el número 6 de Soldátskaia Pravda, periódico bolchevique dirigido a los soldados de la guarnición de Petrogrado.
Hasta febrero de 1918, rigió en Rusia el calendario juliano que tenía (en 1917) un "retraso" de 13 días con respecto al calendario "occidental" o gregoriano. En 1917, el 1 de mayo cayó el 18 de abril en Rusia.
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