Stalin, aún después de aceptar las Tesis de Abril de Lenin, no adoptó todas las políticas del líder. Lenin exigía la propiedad estatal de la tierra. Stalin continuó sosteniendo que eso alejaría a los campesinos que deseaban tener el control total sobre el campo. La tierra, insistía, debería ser transferida al campesinado sin condiciones. Quizá pensó que una vez que Lenin ganara experiencia directa con las condiciones rusas, vería el punto. Stalin también evitó la más provocativa de las consignas de Lenin sobre la guerra. Como Kámenev, Stalin omitía llamar a los soldados y trabajadores a transformar la “guerra imperialista” existente en una “guerra civil europea” entre los proletariados de Europa y sus burguesías. Kámanev y Stalin entendían que si los bolcheviques querían aumentar su popularidad, tenían que hacer énfasis en que eran el único partido en Rusia que podría traer la paz. Igualmente notable fue la elusión de Stalin de términos tales como “la dictadura del proletariado”. El tenía sus oídos abiertos a las actitudes de la sociedad. Los obreros y los soldados vieron la caída de la monarquía como el inicio de un orden de libertad y democracia. Ideas de dictadura eran consideradas como características de la monarquía derrocada en febrero de 1917. Stalin defendió sus ideas – y no fue él sino Lenin quien finalmente tuvo que enmendar su posición.
Mientras tanto el Gobierno Provisional se hundió en dificultades. La guerra continuaba y los ejércitos rusos parecían cada vez inferiores a sus enemigos alemanes. La dislocación de la economía empeoró. La provisión de alimentos cayó. Las fábricas enfrentaron el cierre cuando fallaron las entrega de metales, petróleo y otras materias primas. Los bancos cesaron de financiar a las empresas industriales. El sistema administrativo civil que había crujido bajo las tensiones de la guerra, empezó a colapsar. El transporte y las comunicaciones ya no eran confiables. Al mismo tiempo las demandas de la opinión popular se intensificaron. Los obreros clamaban mayor pago y empleo seguro. Los soldados en la guarnición apoyaban una política de paz: estaban horrorizados con la posibilidad de ser transferidos al frente. Los campesinos querían mayores precios para sus cosechas e insistían además en la posesión de todas las tierras agrícolas y en el fin de la guerra. Los dueños de tiendas y artesanos demandaban protección contra los intereses de los grandes negocios. Ucranianos, fineses y georgianos querían pruebas de que las autoridades de Petrogrado no los estaban poniendo en desventaja. El Gobierno Provisional hizo concesiones. Introdujo los tribunales arbitrales para las disputas industriales. Subió los precios pagados por el grano. Se hizo de la vista gorda con la insubordinación de la guarnición. Otorgó gran autonomía a los órganos locales de auto-gobierno. Prometió llevar a cabo elecciones para una asamblea constituyente a la primera oportunidad.
Los ministros se rehusaron a aprobar más reformas hasta la derrota de los Poderes Centrales. El problema menifiesto desde la Revolución de Febrero era que el Gobierno Provisional carecía de capacidad para contener a los grupos de la sociedad que exigían que se introduzcan reformas inmediatamente. El permiso del Soviet de Petrogrado había sido crucial para el establecimiento del primer gabinete. Los Soviets, los comités de fábricas, los comités del ejército y las comunas de las villas procedieron a restringir la capacidad de los ministros para gobernar. Las fuerzas armadas estaban incapacitadas para forzar la voluntad del Gobierno Provisional debido a que los soldados de la guarnición ignoraban las órdenes que no les eran de su agrado. La policía siempre había sido inútil para enfrentar la desobediencia civil – de cualquier forma ellos se habían desbandado cuando la monarquía imperial fue derrocada.
Si Stalin tenía algunas dudas acerca de seguir a Lenin, ellas fueron disipadas por los sucesos en Petrogrado. El Ministro de Asuntos Exteriores Pável Miliukov había enviado una nota diplomática a Londres y París afirmando que los objetivos de guerra rusos permanecían habían sido bajo Nicolás II. Desde que esos objetivos incluían expansión territorial a expensas del Imperio Otomano hubo mucha repulsa popular entre los obreros y soldados de la capital. El Gobierno Provisional había llegado al poder con el apoyo del Soviet de Petrogrado en el entendido de que la guerra sería peleada defensivamente y que el expansionismo había sido rechazado. El 20-21 de abril una manifestación política contra el gabinete fue apoyada por los líderes mencheviques y socialistas-revolucionarios del Soviet de Petrogrado. Manifestaciones similares ocurrieron en otras ciudades a través del país. Algunos bolcheviques en Petrogrado llamaron a un levantamiento armado contra el Gobierno Provisional, y Lenin tuvo que desautorizarlos como representantes de su Partido. Todo el caso Miliukov jugó a favor de Lenin. Para muchos bolcheviques todavía no convencidos así como para un número creciente de obreros y soldados, los hechos habían probado que él estaba en lo correcto y que los mencheviques y socialistas-revolucionarios eran los culpables por haber confiado en el Gobierno Provisional.
La opinión en el bolchevismo giró definitivamente a favor de Lenin cuando ganó el apoyo de aquellos que habían estado al lado de Kámenev y Stalin en marzo. Lenin logró esto imponiendo su status y personalidad ante los oyentes y los lectores, y tuvo la ventaja de que muchos veteranos bolcheviques –aunque no habían desarrollado exactamente sus ideas sobre estrategia- se sentían incómodos de ofrecer apoyo aunque sea condicional al Gobierno Provisional conducido por los liberales. Kámanev también se alineó con él. Lenin por su parte abandonó algunos de sus más estridentes consignas. No continuó demandando la transformación de “la guerra imperialista en una guerra civil europea”. Temporalmente cesó de urgir en público “la dictadura” y la “guerra revolucionaria”. Y aunque Lenin no había hecho todavía todos los ajustes requeridos por el entorno político ruso, Kámenev pensó que no era el fanático revolucionario que apareció en la Estación Finlandia. Stalin se formó la misma opinión, y poniendo a un lado su anterior actitud conciliadora con el Gobierno Provisional, se convirtió en un inequívoco abogado del leninismo. Miliukov completó el trabajo por Lenin. Y cuando la Conferencia del Partido Bolchevique empezó el 24 de abril, el sabía que la victoria sería suya.
Mientras tanto el Gobierno Provisional se hundió en dificultades. La guerra continuaba y los ejércitos rusos parecían cada vez inferiores a sus enemigos alemanes. La dislocación de la economía empeoró. La provisión de alimentos cayó. Las fábricas enfrentaron el cierre cuando fallaron las entrega de metales, petróleo y otras materias primas. Los bancos cesaron de financiar a las empresas industriales. El sistema administrativo civil que había crujido bajo las tensiones de la guerra, empezó a colapsar. El transporte y las comunicaciones ya no eran confiables. Al mismo tiempo las demandas de la opinión popular se intensificaron. Los obreros clamaban mayor pago y empleo seguro. Los soldados en la guarnición apoyaban una política de paz: estaban horrorizados con la posibilidad de ser transferidos al frente. Los campesinos querían mayores precios para sus cosechas e insistían además en la posesión de todas las tierras agrícolas y en el fin de la guerra. Los dueños de tiendas y artesanos demandaban protección contra los intereses de los grandes negocios. Ucranianos, fineses y georgianos querían pruebas de que las autoridades de Petrogrado no los estaban poniendo en desventaja. El Gobierno Provisional hizo concesiones. Introdujo los tribunales arbitrales para las disputas industriales. Subió los precios pagados por el grano. Se hizo de la vista gorda con la insubordinación de la guarnición. Otorgó gran autonomía a los órganos locales de auto-gobierno. Prometió llevar a cabo elecciones para una asamblea constituyente a la primera oportunidad.
Los ministros se rehusaron a aprobar más reformas hasta la derrota de los Poderes Centrales. El problema menifiesto desde la Revolución de Febrero era que el Gobierno Provisional carecía de capacidad para contener a los grupos de la sociedad que exigían que se introduzcan reformas inmediatamente. El permiso del Soviet de Petrogrado había sido crucial para el establecimiento del primer gabinete. Los Soviets, los comités de fábricas, los comités del ejército y las comunas de las villas procedieron a restringir la capacidad de los ministros para gobernar. Las fuerzas armadas estaban incapacitadas para forzar la voluntad del Gobierno Provisional debido a que los soldados de la guarnición ignoraban las órdenes que no les eran de su agrado. La policía siempre había sido inútil para enfrentar la desobediencia civil – de cualquier forma ellos se habían desbandado cuando la monarquía imperial fue derrocada.
Si Stalin tenía algunas dudas acerca de seguir a Lenin, ellas fueron disipadas por los sucesos en Petrogrado. El Ministro de Asuntos Exteriores Pável Miliukov había enviado una nota diplomática a Londres y París afirmando que los objetivos de guerra rusos permanecían habían sido bajo Nicolás II. Desde que esos objetivos incluían expansión territorial a expensas del Imperio Otomano hubo mucha repulsa popular entre los obreros y soldados de la capital. El Gobierno Provisional había llegado al poder con el apoyo del Soviet de Petrogrado en el entendido de que la guerra sería peleada defensivamente y que el expansionismo había sido rechazado. El 20-21 de abril una manifestación política contra el gabinete fue apoyada por los líderes mencheviques y socialistas-revolucionarios del Soviet de Petrogrado. Manifestaciones similares ocurrieron en otras ciudades a través del país. Algunos bolcheviques en Petrogrado llamaron a un levantamiento armado contra el Gobierno Provisional, y Lenin tuvo que desautorizarlos como representantes de su Partido. Todo el caso Miliukov jugó a favor de Lenin. Para muchos bolcheviques todavía no convencidos así como para un número creciente de obreros y soldados, los hechos habían probado que él estaba en lo correcto y que los mencheviques y socialistas-revolucionarios eran los culpables por haber confiado en el Gobierno Provisional.
La opinión en el bolchevismo giró definitivamente a favor de Lenin cuando ganó el apoyo de aquellos que habían estado al lado de Kámenev y Stalin en marzo. Lenin logró esto imponiendo su status y personalidad ante los oyentes y los lectores, y tuvo la ventaja de que muchos veteranos bolcheviques –aunque no habían desarrollado exactamente sus ideas sobre estrategia- se sentían incómodos de ofrecer apoyo aunque sea condicional al Gobierno Provisional conducido por los liberales. Kámanev también se alineó con él. Lenin por su parte abandonó algunos de sus más estridentes consignas. No continuó demandando la transformación de “la guerra imperialista en una guerra civil europea”. Temporalmente cesó de urgir en público “la dictadura” y la “guerra revolucionaria”. Y aunque Lenin no había hecho todavía todos los ajustes requeridos por el entorno político ruso, Kámenev pensó que no era el fanático revolucionario que apareció en la Estación Finlandia. Stalin se formó la misma opinión, y poniendo a un lado su anterior actitud conciliadora con el Gobierno Provisional, se convirtió en un inequívoco abogado del leninismo. Miliukov completó el trabajo por Lenin. Y cuando la Conferencia del Partido Bolchevique empezó el 24 de abril, el sabía que la victoria sería suya.
Extracto de Stalin: A biography de Robert Service, Belknap Harvard, 2004. Traducción propia.
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